Revista Opinión

El arma más letal del mundo

Publicado el 15 marzo 2017 por Carlosgu82

El hombre cada día se esmera por descubrir una nueva forma de autoeliminarse, un ejemplo de ese esfuerzo sucedió en 1947, año cuando el mundo conoció el Avtomat Kaláshnikova, el fusil más mortal de la historia.

El Avtomat Kaláshnikova o AK47 fue creado por Mijaíl Timoféyevich Kaláshnikov, desarrollador armamentístico perteneciente al ejercito rojo, el cual luego de resultar herido en combate en 1942, se enfocó en diseñar un arma que superara a las antiguas carabinas soviéticas y ofreciera mejores resultados ante el enemigo, logrando su objetivo para el año de 1947 y en cuestión de tan solo dos años ya era el fusil de asalto rápido oficial del ejercito.

El ingenio de este militar originó el arma más efectiva para el disparo ya que nunca se engatillaba, a pesar de la inclemencia del clima y el terreno, el AK47 siempre funcionaba, sumando su resistencia y bajo costo de producción se convirtió rápidamente en el principal anhelo de todo aquel que depende de un arma de fuego para hacer prevalecer sus ideales.

A pesar de que la AK47 no participó en un conflicto bélico a escala mundial, escenario propicio para experimentar y promover armas de destrucción masiva como los bombarderos, blindados y la bomba atómica, que lograron fama durante la Primera y Segunda Guerra respectivamente, la Guerra Fría y la Guerra de Vietnam fungieron como el escenario perfecto para que el AK47 dejara evidencia de su poder, protagonizando posteriormente la fabricación globalizada del fusil y de su tráfico a todos los territorios en conflicto.

Ya diseminado por todo el mundo el AK47 no solo dejó grandes riquezas a sus fabricantes y traficantes, también dejó un gran río de sangre que lo transformó en el arma más mortífera usada por el hombre, matando con igual eficiencia en una sierra africana, en un desierto árabe o en North Hollywood California.

Su efectividad en cifras: con más de 100 millones de AK47 activos en el mercado y un promedio de 250 mil muertes por año se encuentra en el sitial honorífico de exterminio humano superando a bombas atómicas, pestes y catástrofes naturales.

Mijaíl Timoféyevich Kaláshnikov nunca deseo una patente que lo hubiera enriquecido económicamente por sus invenciones siendo leal a sus ideales, pensando que “Todo aquel que tome en sus manos un AK, debe tener presente el antiguo precepto que los bogatyr se hacían grabar en sus espadas: Sin necesidad no la desenvaines, sin gloria no la envaines”, sin embargo, a pesar de que en sus memorias da fe del orgullo que sentía por sus creaciones refiriendo “A menudo me preguntan si estoy contento con lo que me ha deparado la vida. Estoy contento. Estoy contento de haber dedicado toda la vida a algo que era necesario para el pueblo. Claro, un arma no es un tractor, una sembradora o un arado. Con un arma no se puede arar la tierra ni cultivar cereales. Pero sin ella uno no podrá defender su tierra natal, no podrá proteger la patria y a su pueblo”, unos meses antes de morir se cuestionaba sobre su posible responsabilidad ante la mortandad originada por su principal invención escribiendo “Mi dolor espiritual es insoportable. Una y otra vez me hago la misma pregunta que no puedo contestar: ¿Si mi rifle terminó con la vida de tantas personas, puede ser que yo… sea culpable de esas muertes…?”.

Indudablemente Kaláshnikov no es culpable, fue una víctima más de aquellos que, a través, de las sombras, ejecutan acciones para generar conflictos y hacen de lo bélico un negocio, ante la celestina complicidad de muchos y la justicia secuestrada de otros, esos intocables que no poseen nombre son dueños del arma más letal del mundo la inescrupulosa avaricia.


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