El arte de perder.

En muchas ocasiones nos aferramos a cosas, a situaciones, a personas. Nos resistimos a perderlas, a pesar que retenerlas nos cueste más de lo que nos costó tenerlas. Eso en relación a las cosas, con las personas y situaciones, aún es más compleja la respuesta de nuestro subconsciente.  Aprender a perder, no aferrarnos, es tan difícil, y a la vez sería tan fácil. La vida en realidad es una concatenación de encuentros y pérdidas. Nos lastramos de lo que deberíamos dejar ir, nos impide nuevos descubrimientos, nuevas experiencias, nuevas cosas. Nos aferramos como si las cosas fueran para siempre, como si viviéramos eternamente, como si dispusiéramos de un almacén sin fondo, una vida sin final.La claridad mental que hace falta para saber desprenderse de las cosas, para el arte de perder, es tremenda. Este poema me ha hecho reflexionar y lo quiero compartir con todos vosotros.Como decía la tonadillera: "No te aferres...".

Un poema de Elizabeth Bishop sobre el arte… de perder

Un arte
El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.
Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.
Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.
Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.
Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.
Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto
que amo) no habré mentido. Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre.