El asesinato de cuatro personas en Olot o el retrato paradigmático de la gravedad del momento

Las circustancias que rodean el asesinato de dos empresarios de la construcción y de dos oficinistas de banca en Olot esta mañana a manos de un parado, reúnen todos los ingredientes de la gravedad de lo que se está cociendo bajo las alfombras de las Cortes. Se trataba de Pere Puig Puntí, un trabajador de 57 años con dificultades económicas  al que su empresa le debía varios meses, que despidieron ayer -después de 20 años de trabajo- y al ir a cobrar la indemnización a un banco el cheque no tenía fondos. En su desesperación el trabajador en paro mató al empresario para el que trabajaba y a su hijo y a dos empleados de una sucursal bancaria -no sé si se trata de la sucursal donde había intentado cobrar el cheque-. Este suceso representa en sí mismo todos los males de la situación socioecómica española: empresas de la construcción sin liquidez, trabajadores del sector despedidos y  bancos que no pueden atender cheques sin fondos -y que tampoco proporcionan crédito a las empresas-. Este suceso no ser más paradigmático. Por si faltaba algo, el albañil acabó entregándose a la policía muy cerca de la Residencia geriátrica La Caritat donde hace poco fueron asesinados 11 ancianos por un celador.
Es el retrato más terrible de este momento, por si no nos habíamos enterado. Entretanto, un gobierno impotente intentando hacer el trabajo sucio a golpe de amenaza de los mercados de la deuda, la oposición regodeándose ante su próximo triunfo, y los españoles perplejos mientras todo se desmorona.