Revista Cultura y Ocio

El aspirador de mentiras

Publicado el 08 junio 2016 por Icastico

Tengo la casa llena de mentiras. Cada vez que conecto la radio o la tele se cuelan un montón. Entran por ráfagas, sin darme cuenta. Y eso que ando con mucho cuidado con el zapping. Al pasar por algún canal noto cómo brotan con rapidez. Se escurren por la pantalla abajo o flotan en el ambiente, según como sean. Cambio de inmediato a otra cadena que no vierta tanta porquería. Salgo a dar un paseo para airearme un rato y tropiezo con alguien que me cuenta su vida. Llego a casa con algún embuste prendido en la oreja, o en la ropa. Me sacudo y se mezcla con el resto. Cuando voy a la compra me sucede algo parecido; siempre que pregunto por el resultado que da tal producto me expongo a una sobredosis de engaños.

Como esperaba visita y no quería que pensara que vivo en medio de la mentira me dirigí a una gran superficie (a veces son pequeñas). Tenían de oferta un aspirador de mentiras. Con un filtro que las separaba: las gordas por aquí, las pequeñas por allá y hasta tenía un depósito especial para las mentiras finas, que dan mucha lata, según me dijo el vendedor. Impaciente, al llegar me puse a aspirar de inmediato. En dos pasadas se recalentó el aparato. A la tercera se atascó. Salí indignado hacia la tienda y les expliqué lo ocurrido. Me salieron con que los aspiradores de mentiras no tienen garantía, no hay técnico que las repare. El aspirador era otra mentira.

Tiré la tele. No pongo la radio. Esquivo a amigos o conocidos. Ahora solo me engaño a mi mismo.

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