Revista Cultura y Ocio

El balcón en invierno (Luis Landero)

Publicado el 27 abril 2015 por Elpajaroverde
Qué curiosos son a veces los títulos de los libros, pajaritos. Qué caprichoso poder ejercen sobre nosotros. Las portadas también, lo reconozco, pero en mi caso menos. Es cierto que hay preciosidades sobre las que es inevitable no posar los ojos, pero me ocurre también que con los años cada vez me fijo más en esas otras anodinas, que pasan desapercibidas, como si estuvieran escondidas esperando justo a que fuera yo quien las rescatase de su abandono. Sin embargo, tras indagar un poco más acerca del libro en cuestión, la razón gana a la atracción y no me duelen prendas en descartar lo que antes fuera objeto de mi deseo. Con los títulos en cambio, ¡ay!, me es más difícil resistirme. Me gustan los raros y también los largos. Y sí, ya sé que el que os traigo hoy no es ni excesivamente largo ni tampoco extraño, pero sí se me ha antojado sugerente, como una invitación a entrar. Mentiría además si no añadiera que a lo que realmente me invitó el título fue a querer saber más del libro, no a precipitarme sobre su lectura. Fue una vez satisfecha mi curiosidad y que todo pareciese confabularse a mi alrededor diciéndome bajito pero con certera convicción LÉ-E-ME, cuando ya no pude sustraerme a mi arrebato inicial. Así que ya veis, pajaritos, no ha sido exclusivamente el título el incitador de mi última aventura. Si lo traigo a colación es porque nunca antes me había parecido uno tan apropiado, tan acertado, tan adecuado, tan conciso, tan definitorio y tan revelador, como este "El balcón en invierno" de Luis Landero.
"Salí al balcón, a ese espacio intermedio entre la calle y el hogar, la escritura y la vida, lo público y lo privado, lo que no está fuera ni dentro, ni a la intemperie ni a resguardo, y entonces me acordé de un anochecer de finales de verano de 1964."

El balcón en invierno (Luis Landero)

Portada de El balcón en invierno

El balcón al que salió Luis Landero es el balcón de su casa, aquel al que sale cuando necesita que la realidad exterior invada la realidad ficticia plasmada en el papel. El balcón al que acude en su memoria es el de la casa que lo recibiera a él y a su familia cuando emigraron a Madrid desde el campo extremeño, el de la casa donde aún vive su madre, aquel que compartiera con ella aquella noche de verano poco después de la muerte de su padre. Es el recuerdo de la conversación mantenida allí con ella ese día, el que da inicio a este libro que no sé si calificar de novela, de memorias personales, de saga familiar o incluso de metaliteratura. Es todo eso y es mucho más, y es sobre todo verdad. No la verdad inexpugnable, la fidedigna que aguanta y soporta pruebas y testimonios, sino la verdad literaria, la verdad de sentimientos, aquella en la que lo que se da por válido es lo que se ha sentido y no lo que en realidad ha sido. Y este es el libro de los recuerdos de Luis Landero, esta es su verdad, pasada por el filtro del tiempo y por qué no, de la creatividad de su pluma, porque como el mismo dice: "¿desde cuándo lo vivido, en literatura, es garantía de la verdad?"
A mí, desde luego, la verdad literaria de Luis Landero me llega, me convence y me emociona, poco me ha costado dejarme embaucar por ese trovador de palabras que es el escritor extremeño. Con una estructura aparentemente desordenada, pasando de pasado a presente y viceversa, como si escribiera a medida que le van surgiendo los recuerdos, así es como está armada esta suerte de novela. Algunos de los capítulos que la componen son realmente hermosos y hasta en un par de ocasiones al terminar uno de ellos he tenido que pararme, exclamar maravillada ¡qué bueno es este hombre!, cerrar el libro y postergar su lectura hasta el día siguiente, tal era el abrumador estado en el que me vi sumida. Este último es el único libro suyo que he leído, y sin embargo tras concluirlo, tengo la impresión de conocer todos los anteriores. Está escrito en primera persona, como no podía ser de otro modo, pero alternando esta con la segunda, dando así la réplica a la madre y fundiéndose con lo que a ratos me ha parecido la voz del propio Landero hablando consigo mismo. La madre, una constante tanto en este libro como en la vida del escritor. Pero si hay alguien que paradójicamente por su ausencia tiene una presencia y protagonismo significativo en estas memorias, ese es sin duda el padre del autor.
"Aún hoy, su presencia evocada sigue siendo tan imponente y problemática como cuando vivía. Poco después murió, y aquel es el episodio central de mi vida, y el manantial de donde brota ciego e incontenible mi destino. Todo lo que ocurrió después ha estado presidido por los acontecimientos de esa tarde de mayo. Y han pasado los años y yo creo que no ha habido un solo día de mi vida en que no haya rememorado las circunstancias de su muerte. Le doy vueltas y vueltas sin lograr otra cosa que toparme una y otra vez contra lo irreparable."

El balcón en invierno (Luis Landero)

Steep Hill Violin. Andrew Sutherland

Ausente el padre no sólo en muerte sino también en vida, o al menos así por mucho tiempo lo sintió Landero. Y esa ambigüedad ha estado presente en muchos más planos de su vida. Él es un nadador siempre entre dos aguas: entre el campo y el pueblo, entre el pueblo y la ciudad, entre lo oficios obligados y su alma de poeta, entre esa casa en la que sólo había un libro y el escritor en que más tarde se convertiría. Porque este libro-balcón es así, es una tierra de nadie, un lugar de transición entre lo que se es y no se es, entre lo que ya no será más y lo que podría haber sido. Y yo me he sentido muchas veces mientras lo leía con nostalgia de una España que no conocí y un tiempo que no viví. Porque sí, pajaritos, se puede sentir nostalgia de lo que ni ha sucedido ni fue.
"Es nostalgia y pesar de la juventud, de la belleza, de la acción, de todo cuanto sucumbió al tiempo, pero también de lo que no llegó a vivirse, de los alegres decires nunca dichos, de las correrías nunca emprendidas, de los amigos que no tuve, del amor apenas entrevisto, de la vida dilapidada en vano, y de lo breve e ilusorio de los ahoras, de los mañanas y de los entonces, y de todo ese pobre negocio de años y de afanes de que está hecha la vida."
Y es esa nostalgia la que habita el balcón de Luis Landero. Ese balcón por el que podríamos pensar que pasa la vida y que no es otra cosa que la vida misma. Y es un balcón en invierno porque sólo tras pasar la primavera, el verano y el otoño sabemos apreciar el asomarnos a ese límite difuso que representa el balcón. Sólo cuando los muertos empiezan a ser más numerosos que los vivos, sólo cuando los recuerdos conforman más lo que somos y seremos que todo aquello que está por venir. Sólo desde el balcón en invierno podemos divisar los pequeños y aparentemente insignificantes destellos de que está hecho eso tan grande e inconmensurable que llamamos vida. Sólo desde el balcón en invierno puede el autor de este libro resucitar a los protagonistas de un pasado que se extinguió pero sin el que no se hubiera levantado el presente que vivimos. Sólo desde el balcón en invierno puede Luis Landero rescatar del olvido aquellos futiles sucesos que insospechadamente decidieron su vida. Eso es este libro. Eso somos todos. Momentos en un balcón. Momentos entre el olvido y el recuerdo.
"...y oyéndola yo pienso que así es la vida, que así ha sido siempre, y está bien que sea así. En cada instante, en cada frase, en cada suspiro, en cada pequeño acontecer, lo trivial y lo misterioso van a partes iguales. Eso es todo, y no hay más que contar. Un grano de alegría, un mar de olvido."

El balcón en invierno (Luis Landero)

Caseta de campo. Fotografía de Miguel Ángel García


Ficha del libro:
Título: El balcón en invierno
Autor: Luis Landero
Editorial: Tusquets
Año de publicación: 2014
Nº de páginas: 248

Primeras páginas y booktrailer

Fragmento de "El balcón en invierno"
Booktrailer de "El balcón en invierno"

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