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El Blues de la Naranja Azul

Publicado el 21 marzo 2012 por Lacoleccionistadeespejos
El Blues de la Naranja AzulPag. Cuatro.-  Volver con los años marchitos, es un soplo la vida y febril la mirada me ven volver a la vieja ciudad de Waldo, tan vieja y antigua como la recuerdo. Antes solo en tren se podía llegar hasta ella y hace mucho lo re-emplazaron por una serie de autobuses en línea saliendo cada hora, siempre con 15 minutos de atraso.  Volver… hace más de medio siglo la última de nosotras salió de este lugar que no envejece como el resto del mundo con la clara idea de no volver a ver ninguna de ellas y heme aquí, frente al camino sigue siendo el mismo; tranquilo y sereno, sin más polvo que el que dejan los aviones de humo de los autobuses y carros cercanos, desplegándose desde los árboles sin brevedad alguna.  Estamos por llegar, el ulular de las gaviotas, pescando peces de espuma, tatúa lo último de la fronda de árboles que señalan donde estuvo el primer mercado… en el parque ─ya no tan─ alta y delgada,  May West, espera el arribo del último autobús de la tarde… Mood, Amada, como le dicen los paña, no ha cambiado con los años, el velo que lleva desde que murió Sam Fitzgerald, se mueve sin una sola ráfaga de viento ante mis ojos, como si tuviera boca y estuviese hablándome, igual que lo hizo hace más de treinta, cuando Whoppie partió: sin que sepa de dónde, su dedo señala hacia La Casa de la Encina, pero sé que hace mucho tiempo que ella no está donde me dejó el autobús  Unas pocas caras conocidas dan paso al desnivel perfecto y eterno del paso del cementerio gironeando el zigzag de las olas sobre el tajamar y el hospital recontando las huellas de los pelícanos.  En este momento hace más calor de lo común, pero en 1920, no era nada más que una mancha de cualquier cosa, con estironazos de gato junto al fuego  La Waldo tiene su historia  La Waldo tiene muchas calles que el populacho llama de cualquier forma, pero todos saben que diagonal a la calle principal en lo que llaman calle Francisco, viven la mayoría de los negros libertos y los de origen jamaiquino: Un olor a candie mentolado, del que solía hacer miss Aida Mc Kenzie, baja por la pared de una casa cercana…  La Francisco, es tan ella que a veces me asusta su no-conformidad con lo demás y menos con los designios de sus habitantes. Pese a eso, algunas cosas han cambiado, ahora hay grupos de unos y otros alternando las casas, pero la calle sigue siendo un recto universo de secuencias multicolores, donde la infancia jugaba a ser lo único que importaba pese a todoLa calle se detiene poco antes de llegar a La Rocket; desde aquí, el lomo largo y ensortijado de casas de papel y sobrantes de techos reciclado de XY numero de casas, retoman la conversación de los años. Sinuosa en invierno cuando por azares de la vida parece un puerto de nubes con su bazar de cosas inusuales; el mascaron creciente y rustica, triangular si se quiere, del cine APOLO abre la regata de los pobladores que van y vienen con sus propios proyectos de vida.  A modo de un boquete sacado a cuchillo, la Calle LOT, emerge casi como un espanto asustado de sus propias circunstancias, a un lado de la calle principal…  Cayendo de los pocos sobrevivientes a las manzanas de agua floreciendo en cualquier parte, los escarabajos enraízan las paredes buscando las ácidas semillas de la discordia flotando.  Cómo bichos malos de veras, las familias pasan sus secuencias entrecortadas por los gritos, los insultos y las amenazas, en nada diferente en lo que ves en los ghettos neoyorquinos.   Cada hombre, ser humano, tiene su tiempo: un cuadro en blanco, que pasa una y otra vez me hace entender que la secuencia esta rota, ¿Qué es lo que hay en nosotros que no permite una vida familiar armónica, llena de amor, yendo hacia delante sin ese molesto ulular de los reproches?  … ha pasado tanto tiempo, y la mejilla desgatada de Tina Turner, cierra nuevamente el ciclo: ella y Ike, siguen  discutiendo como hace años y como entonces, las palomas alzan vuelo como si tampoco ellas quisieran las ácidas gotas de sangre chorreando de la mejilla de Tina hasta el reboso de su rincón.  Una vez más, oculta por la ventana trasera intenta ahuyentar su miedo como si fueran ratones…  En una esquina trasplantada con todos sus males, los burdeles y cantinas, abren sus puertas ajenas a cualquier otra cosa que no sea la gente yendo y viniendo; la calle termina con la viperina alfombra del edificio de LA ROCKET, al frente de la intersección de que lleva a La Paramount: el centro de todos los males, y lo es más desde que Tina salió huyendo de Ike, de ese mismo lugar, más de 20 años atrás… hablando del diablo: Ike Turnner, aparece tras el secreto murmullo del pasado: —Whach him no!...bufa inconclusa tía Aina…Yahhp… mismo porte y elegante andar de Morgan Freeman mezclado con el sonoro bailotear de Sammy Davis; y la despreocupación consiente de Denzell Washington.  Todavía sigue siendo el Little Jesús típico de estos lugares… envejecido pero no pendejo, su ladino mirar controla la vida social de los garitos de juego, bares y burdeles, con la pragmática elegancia del bully…Y, el Silver Spoon sigue en el mismo lugar donde la dejé y sigue llena, de bote en bote, los domingos: —Uhj! Gran cosa… solía rezongar Bessie, a ese lugarvan los hombres como él, de los que les gusta que sus mujeres sean menos, de los que puedan abusar física y emocionalmente de ellas, de los que finalmente asumirán a las blancas mujeres de las mismas personas a quienes criticaban tanto…Por eso Tina escapó como lo hizo, sin nada más que dos niños aterrorizados y el eterno temor de encontrarlo en alguna parte… Ike, si lo vieras pasar dirías que la boca de quien hable mal de él deberían cosérsela a fuego lento y sin más condimento que un racimo de ají picante: Morgan Freeman y Denzell Washington aprendieron de él, sobre todo esa manera de ver las cosas sin romperlas…—Por porte podrías dar la vida por él… Ana Mae te dirán las viejas del pueblo, o las engañadas que sienten respeto por ese tipo de hombre por su color de piel y forma de caminar, nunca entendió los beneficios de un hombre así… Un hombre que resultaba ser el ideal para todas menos para Lady Blues como le llamaban los lugareños a Ella: pese a todo; ese era el estilo de Agnes; soportar hasta el fin; pero no el de ninguna de las muchachas, porque esa era mucho más que una cola de ratón y, Ella, conocía muy bien la forma de volarle los sesos sin ayuda de ningún tipo.  De nuevo una discusión, esta vez no es Tina ni Ike, es simplemente una explosión de recuerdos  En la Calle Francisco viven los nativos, hijos y abuelos de ex esclavos que habían sobrevivido a las guerras de liberación y olvido de los gobiernos, como todo lo demás, donde viven sin distingos blancos y negros.  Ahora es un vecindario como de los años 40, ahí se quedó, separa  …  En un mundo así, representa casi lo mismo ser muerte, que flor.  Ser un hombre para ellas es lo mismo que ser como La Fruta de Pan, un fruto realmente desconocido, pero que aún así pocas veces pasa inadvertido para ciertas personas: en este trópico e casi siempre el alimento de los pobres, y Mae sabía prepararlo de una forma diferente  El árbol tiene una estructura maciza, parecida a una persona mirando al poniente, a hombre en busca de respuestas que, como el acki, el árbol es macizo y fortachón alineándose directo al cielo de los intermedios, en donde el fruto, una pelota gigante y alongada pende del eje redondo de una rama en alternancia con las otras, con ojos alternos, parecida a una piña, (Hoja suelta sin fecha)…   Las tías pensaban que ese fruto era para los que no tenían otra cosa que comer, pero lo preparaban porque a Sam le gustaba ese saber entre dulce y seco de la arena caliente que regusta en la boca formando pequeños hilos de cristal…  Ellas quisieron arreglar a Sam desde un inicio: lo que lograron fue convertirlo en ese hombre que despertaba antes de las cuatro de la mañana para juguetear unos minutos con el sax tenor que Dizzy le enseñó  a engarzar como si fuera una mujer complaciente, después iba al campo a limpiar tierra que después se convertiría en el punto exacto en que Mae construyóLa Casa de la Encina, (Hoja suelta sin fecha)…  A las 6, cuando llegaba al muelle donde dormían el hierro y las soldaduras para las maquinas ya había tomado un baño para provocar el asombro que el agua fría podía producir sobre ciertas partes delcuerpo y con su camisa menos fina, la que no era del transparente blanco de los domingos entraba con todos los demás trabajadores para supervisar la construcción y el engranaje de cada una de las piezas que formarían maquinas y trenes.  Poco antes del anochecer, cuando ya su cuerpo se enfriado de los estornudos del fuelle, tomaba otro baño ligero y se iba a seguir construyendo la casa de las tías, pero sin olvidar que en su corazón llevaba la dulce música de Mood… —…y es que Sam tenía esa misma piel dorada de todos ellos.  En sus fotografías, las que Bessie guardó en un quicio de su agenda de vida, pese a que  tiene unos cuarenta años, el cabello dorado oscuro resplandecía sobre el arco de la nariz donde iniciaban los ojos de los que podría jurar que claros y centellantes tras los lentes simples de marco redondo.  La nariz era chata como la de Ella y los labios tan tersos que provocaba robarles un beso de cualquiera manera…  Agnes y Aina, la preferían frita y Mood hacía una especie de pudín de agradable sabor.  Adam se crió entre esos dos mundos y después de él, John y Carolyn, los hijos de Bessie, lo hicieron por un tiempo y flotando entre el sin sentido del ahora y después, la inclemente sensación de haber estado ahí, orara esta sombra cayendo sobre nosotras desde la casa de la casa de Mood, obligándome a dejar de viajar y a seguir la letra fina y descorrida del CINEMASCOPE de los años vividos en Waldo por todas ellas… La noche sube y baja como si quisiera quedarse ajorquetada tras las nubes...Los años no pasan en balde… La noche es mi peor momento, sobre todo porque desde la ventana puedo ver LA CASA DE LA ENCINA,  y en el sendero las huellas de Amada yendo de la antigua memoria de los años a la mirada de mis pasos entrando a la casa familiar…Subsistimos bajo una mirilla extraña, contrapuesta con las ideas de Garbey, Malcom X y Luther King, pero de todos los dos primeros han tenido más peso en nuestra historia, (B.S. p56,1950)… —¿Qué fue primero?... —La 20th Centuy Fox o la Metro-Golgwin-Mayer?La Metro diría alguno, o tal vez la 20th repuntaría alguno de esos ecos que olvidamos en los camerinos al salir de prisa por un llamado inesperadoEn realidad cualquiera pudo ser primero, solo son un viejo chiste de voudeville que Abbot y Costello anotaron en una pared…Pero lo cierto es que caminar por las calles del vecindario es como coser, dar un pequeño revés y al asir las nervaduras de las telas para detener la secuencia constante y repetitiva de un rosario descarriado mostrando siempre lo mismo…Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, Calor y color, ¿Cierto?, con el mismo trac-toc de un tres moliendo los años.   Así es el clima: cálido y colorido y tiene un efecto sobre todo lo demás…En el calor se vuelve un lugar en banco y negro, SSSSSEEEEPPPPIIIIIAAAA, descorrido y goteante por los años, pero nunca en paz o en silencio total…¿Calor o color?...Color.  Un vecindario, con ganas de ser una ciudad garbiniana en su actuar, en su vivir, en un lugar donde los amigos hablan, las hojas caen y se marchitan para volver a nacer el próximo verano de calor…—…ellos no le decían ciudad, barrio ni cualquier otra cosa, le dicen vecindario al lugar en donde viven.  Vecindario, nunca barrio, porque un vecindario es parte de uno, de lo que conoce, entiende y sabe como funciona… el barrio es solo un anexo de la ciudad y esta hecho para que nadie se conozca ni reconozca en ninguna forma que no sea casual y en nadie se puede confiar En el vecindario se conocen todos, entonces todo lo malo viene de afuera, como los ladrones y las posiciones ideológicas …El vecindario, una tira de celuloide con más de 100 horas de filmación sin usar, césped, fertilizantes, gladiolos en los jardines y lo mejor que haya en la vida sin olvidar el pasado, claro…...…todavía se yergue solitaria y pensativa, sentada en la i griega que rodea la montaña, —como si fuera una torre vigía a los efluvios del mar, o el faro de murmuraciones propias y ajenas— no  molestara a nadie más: la Casa de la Encina, y te dirán quienes saben que Mae West, todavía sale a pasear a sus muertos…—¿Todavía?... —Todavía, hija… y de eso, no hace mucho tiempo, Mae con su proverbial cabello reblanquecido por los años, envuelta en esas, sus ropas de pequeña vampiresa seductora, colores vibrantes y poco usados por las demás, salía a buscar ofrendas de patas de gallina, ojos de buey, trozos de piña y belladona para su jardín… Con el rostro cubierto al estilo de las moiras griegas, el velo fúnebre de su paso era exactamente idéntico al de las gaviotas sobre la bahía  Y, entonces casi irrepetiblemente alguien en alguna lejanía de la calle, alguien que la conocía, alguien a quien ella conoció, alguien indeterminado en alguna parte moría de soledad... —Era muy su forma, hija, de que supiéramos quien mandaba en ese lugar...  Sí alguno de ustedes fue niño en la época de los banderines rojos que marcaban donde crecería el tren, se habrá fijado (probablemente no, era muy furtivo y prohibido verla pasar por el mercado) en la felina arrogancia de esa mujer entre-secada por los años, que hacía levitar su vestido sobre las piedras sin toca el polvo: en silencio, hechizados por la forma en que la candela que llevaba frente a ella, sin usar las manos, iluminaba su camino aunque fuera media día de sol quemante, todavía más fascinados por la forma en que la vela escupía de vuelta la borrasca marina que intentaba silenciarla, la seguíamos, uno detrás del otro, formando uves de altos distintos y multiétnicos, hasta que se volvía chillando como el demonio mismo, — ¡Déjenme en paz!  Y, como semillas de guaba, saliendo expulsadas de la boca de cualquier persona desprevenida en el curso de una conversación; corríamos en busca de las madres y las abuelas escondidas en el fondo de las cocinas y las salas, o de las tías entretenidas en coser el traje de sus difuntos, o dónde cualquiera que estuviera fingiendo que no la hubiese estado viendo, porque ya se sabía que los hombres eran los primeros en perder los ojos frente a ella: —Solo entonces, sus pies dejaban una media luna en la arena del mercado, la misma huella que siempre vi en el sendero que llevaba a nuestra casa, casi siempre reposada bajo la ventana del abuelo... Ese recuerdo siempre me ha perseguido, más todavía cuando nos pasamos a vivir más cerca de Waldo…Era la misma media herradura puestos en línea, como si no recordase o no quisiera, pararse en el mismo lugar en donde estuvo antes, que siempre se mantuvo frente al taller del abuelo bajo su ventana o, su habitación aún muchos años después de su muerte...De la segunda novela de Dell,  selección de Graice Moya R.Tranquilas Kellerman (las dos) los errores de formatos es porque no tengo la habilidad de Dell ni de Gabi en el uso de blogs, el original no tiene problema

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