Escribo esto mientras aún estoy shockeado por el accidente aéreo del vuelo de German Wings en Francia. Trato de avanzar en un árbol de monitorización complicado y necesito respirar de la avalancha de información que vamos procesando mientras se suceden hashtags que no quiero leer y nombres que no quiero encontrar.
El asco que produce ciertos tuits, los posts en Facebook y en menor medida, los envíos del odio, del desconocimiento, del desprecio en foros y chat rooms semi públicos (pero aún así cuantificables y estadísticamente válidos) no debe llevarnos a decir boludeces epidémicas tales como “es culpa de las redes sociales”. Sé -sabemos- que no es así y por ello es necesario decirlo y repetirlo escribiéndolo.
La realidad es mucho mas sencilla: las redes son sólo un reflejo de la sociedad. Y ésta, globalmente, no hiede. Ni apesta. Ni siquiera está grave. O al menos, creo haber leído que hubo pasados peores. Muchos. Casi todos los pasados.
El problema, es de percepciones. Una parte de la sociedad puede dar asco. Si tienes la basura delante tuyo, el bosque, ese maravilloso bosque, no se huele, se percibe mal, se confunde con el espanto que tenemos delante.
Pero el bosque, no es la basura. Sé que es así, pero ciertos días, uno necesita escribirlo para estar seguro de ello. Por que el olor es mayúsculo.
Espero sinceramente que amigos y familia de los fallecidos en el accidente estén apartados de aquél. Mis condolencias y mi pésame para todos ellos.
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