Revista Viajes

El buda gigante de leshan

Por Orlando Tunnermann
EL BUDA GIGANTE DE LESHAN
Breve entremés el que ahora acometo en mis dilatadas crónicas chinas para comentar mis avatares en la tranquila población de Leshan, donde las nubes y los cielos encapotados son una constante.
Me espera un barco que me llevara hasta los pies del titánico buda de 71 metros de altura. Mientras me deleita el paisaje con su hermosura brutal, trato de imaginarlo, cómodamente apoltronado en el lecho de una roca inmensa. El guía local, que no es especialmente ducho en su labor, por inexperto, por falta de iniciativa y entusiasmo, me informa de que es el más grande del mundo tallado en roca.
EL BUDA GIGANTE DE LESHAN
EL BUDA GIGANTE DE LESHAN


Me tengo que conformar con verlo desde lejos, pues el guía local parece siempre acuciado por unas prisas patológicas que consideraran el tiempo como una línea sesgada en peligro de extinción. Después comprobaré que sobra tiempo hasta para construir una mezquita y de paso, repasar la discografía completa de Dolly Parton y Frank Sinatra.
Bromas aparte, y volviendo ya a los asuntos realmente relevantes, como decía, el buda de Leshan es una mole de piedra inmensa y para su ejecución tuvieron que transcurrir dos siglos.

EL BUDA GIGANTE DE LESHAN
EL BUDA GIGANTE DE LESHAN

El trayecto fluvial en la confluencia de los ríos Minjang, Quingyi y Dadu se me antoja efímero y enseguida me planto ante el colosal centinela. La misión del buda era la de proteger a los monjes; su tamaño descomunal alude precisamente a ese simbolismo
EL BUDA GIGANTE DE LESHAN
EL BUDA GIGANTE DE LESHAN

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