Revista Ciencia

"El café como laboratorio de la mente"

Publicado el 29 julio 2013 por Aletropea

El señor que aparece en la foto que ilustra esta entrada soy yo.
Así que lo que ustedes están viendo por primera vez en la historia de este blog es ni más menos que el otro lado del espejo, o del escenario o de la pantalla, en cualquier caso el resultado será el mismo. Pero no estoy apareciendo por aparecer, "a lo Facebook". Esa imagen tiene que ver con el tema de esta entrada.
En la foto son las 18.30 del sábado 27 de julio de 2013 en Walkiria resto bar, frente al bosque de la quinta presidencial (ahora saben del escenario más de lo que la foto muestra). Como siempre, estoy trabajando de espaldas al televisor, a veces las herramientas son el papel y el lápiz, esta vez son la notebook y la conexión wi-fi. Pero en ese momento, las 18.30, en Cinecanal comenzaba la escena del streap tease de Jamie Lee Curtis en Mentiras verdaderas, así que hice un irresistible alto en el camino para espiar la imperdible escena. Y eso es lo que registré en la foto: ahí estoy yo, de espaldas al televisor, girando la cabeza casi como Linda Blair en El exorcista para seguir en detalle los acontecimientos en la pantalla.
Ustedes se preguntarán a que viene todo esto. Bueno, si no fuera por un acontecimiento fortuito, que conectó mi lugar de trabajo en el mundo, el blog, la divulgaciín de la ciencia, el café y Leonardo Moledo, no me hubiera sentido empujado a contar esto. Empecemos por el principio:
En la página 196 del fascículo 13 (de un total de 40) de la "Historia de las ideas científicas. De Tales de Mileto a la máquina de Dios", titulado "La revolución científica (II): La derrota del círculo", su autor, Leonardo Moledo, se sale de órbita -ustedes lean "de contexto"- y se pasa justamente al otro lado del espejo, o del fascículo y hace una inesperada e inusual (para lo que suelen ser los textos de divulgación) revelación personal. Lo transcribo literal:
"...el café como lugar de reunión, el cafetín como inspiración del tango y discutible universidad del barrio; el café como refugio de la bohemia; el café como laboratorio de la mente. Estos fascículos se escribieron en un café, sin ir más lejos..."
Y como rúbrica final de esa "confesión", en la última, última, ¡última! línea, de la última, última, ¡última! columna, al filo del índice, en el fascículo 40, escribe Moledo, al más puro estilo novelista (Faulkner, Eco, Joyce, Conrad tal vez) que especifica lugar y fecha de finalización de su obra: "La Orquídea, 16 de julio de 2013". ¡La Orquídea! Conozco ese bar, estuve ahí, mucha madera y escasez de plástico. Las criaturas primitivas como yo, cuya existencia se remonta al Carbonífero, agradecemos esa clase de materiales en el planeta café.
En realidad en todo esto no hay nada nuevo bajo el sol, es interminable la lista de conocidos escritores, poetas y periodistas y de la legión de personas anónimas que adoptaron el café como su lugar en el mundo para trabajar, investigar o crear, así que no pretendo con mi historia sorprender a nadie. Pero esta es mi gran oportunidad para citar, sin salirme de contexto, a tres muchachos del café, que allá por 1684 hicieron historia de la grande en la ciencia, durante sus reuniones en uno de esos reductos. Me refiero a Robert Hooke (presidente de la Royal Society de Londres), Christopher Wren (científico y arquitecto) y Edmund Halley (sí, el del cometa Halley, porque fue él quien descubrió que el cometa volvería... y volvió). De esas largas reuniones de café sumadas al intercambio de información con un tal Isaac Newton emergerían la gravitación universal y los Principia.
Y para terminar cerremos el círculo volviendo a las palabras de Moledo, cuando habla del café "como laboratorio de la mente". Eso sí que es dar en el blanco. Al menos para mí. Uno está sentado solo, completamente solo frente a la mesa de cuatro lados del café, que se ha transfigurado, y en ese momento es el universo, donde todo es posible: la serenidad y el abismo, Cuatro lados, cuatro puntos cardinales, cuatro elementos presocráticos (tierra, aire, agua y fuego), cuatro fuerzas básicas (todavía irreconciliables entre ellas), el escenario de duras batallas personales. Contra el papel en blanco por ejemplo, contra el resfrío, contra el zapping de la mente, sí, porque el zapping no vino con la tele, siempre existió. Uno está concentrado resolviendo el texto de divulgación, o una viñeta científica y de pronto ¡Zás! la mente se va de frecuencia una y otra vez, y en medio del café y las medias lunas va y viene entre recuerdos buenos y malos, dolorosas pérdidas afectivas, preocupaciones financieras, impronunciables deseos insatisfechos, la incertidumbre del futuro, la soledad que muerde. Y no es fácil regresar al perdido estado de conciencia inicial del que fuimos abducidos.
Pero me temo que ya hablé demasiado. Son las 20.10 del domingo 28 de julio de 2013 en Wlakiria resto bar, a mis espaldas están jugando River y Racing. Voy a subir esto al blog así como ha quedado y después regresaré a mi trabajo...

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