El cáliz
Buscar un barco hundido era como resolver un puzzle con miles de piezas: bucear en los documentos históricos, pensar en cómo sería la ruta y cómo habrían afectado las corrientes y la meteorología a la misma... era un trabajo aburrido pero necesario. No obstante, lo que más le gustaba era cuando localizaba el lugar donde estaba el barco. Entonces, navegaba en solitario hasta allí, cogía su minisubmarino y se sumergía en busca de tesoros. Ese día había encontrado el camarote del capitán y se llevaba como trofeo un bonito cáliz. Lo que no sabía era que el objeto estaba maldito y que, al meterlo en su vehículo, había firmado su sentencia de muerte. Meses después, una expedición de varios hombres partió en busca de la científica encontró el submarino hundido. Cuando recuperaron el cadáver, que aferraba un hermoso cáliz, se sintieron de lo más afortunados: el tesoro debía de estar cerca. El cáliz maldito les dejó creerlo, satisfecho, y contuvo su magia hasta que llegaron al barco y todos estuvieron a bordo. Siempre era mejor hundir una embarcación grande y no un simple submarino, así que esperó a la noche, cuando había más probabilidad de pillar desprevenidos a los buscadores y de que no lograran evacuarlo a tiempo, y comenzó, de nuevo, la fiesta.---------------------------------------------------------------------------------Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
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