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El camino de las brujas, de Urdax a Zugarramurdi

Publicado el 03 noviembre 2016 por Santimb @SantiMBPhotos

Tiempo de lectura estimado: 17 minutos

Dicen que el origen de los vascos está en la comarca navarra de Baztán, tocando con la frontera francesa. O al menos los arqueólogos y paleoantropólogos sitúan allí los linajes más antiguos, en torno a 15.000 años atrás. En esta zona hay multitud de leyendas y misterios, como las famosas brujas de Zugarramurdi, que fueron detenidas, procesadas y ajusticiadas en el siglo XVII. Eran mujeres, hombres y niños de todo el territorio baztanés que se reunían en una cueva de Zugarramurdi para celebrar sus aquelarres. No se consiguió probar que lo fueran, pero tampoco quedó claro que no.

El camino de las brujas, de Urdax a Zugarramurdi

El circuito que voy a explicar aquí es un itinerario casi lineal de ida y vuelta que va desde las cuevas prehistóricas de Urdax a las de Zugarramurdi por el antiguo camino de los contrabandistas, también llamado camino de las brujas. El camino prosigue hasta las cuevas prehistóricas de la localidad francesa de Sare, pero nosotros llegaremos sólo a las de Zugarramurdi y regresaremos a Urdax casi por el mismo camino de ida (por eso lo de itinerario casi lineal). En total son casi 9km prácticamente llanos, lo que lo convierte apto para casi todo el mundo. Hay que tener cuidado con los niños en los tramos del camino donde hay tráfico de vehículos a motor, como por ejemplo la carretera. Con llevar ropa y calzado cómodos es suficiente.

El itinerario incluye la visita a la Cueva de Zugarramurdi (consultar aquí horarios y precios). A mucha gente sale decepcionada de visitar esta cueva, pero eso les pasa porque la comparan con otras. No es la típica cueva profunda con estalactitas y estalagmitas de colores, sino que se trata de un amplio tubo excavado en la roca por el paso de un río a los largo de miles de años. Hay que verla desde el punto de vista de lo que es, un rincón natural único donde a veces se reunían las brujas de la comarca. Así que mi recomendación es visitarla. La visita completa lleva un mínimo de 45 minutos, así que tengo el cuenta para calcular el tiempo de regreso.

Empezamos a caminar en el aparcamiento que hay frente a las Cuevas de Urdax, en el barrio llamado Leorlas. Estas cuevas son interesantes de visitar, aunque la primera visita es un poco tarde si luego se quiere hacer el circuito, a las 11:15 si no es verano (en verano a las 10:30). Y la última visita tampoco es muy tarde, así que e s mejor que consultes aquí los horarios y los precios. Salimos del aparcamiento y tomamos el camino pavimentado hacia la derecha. Pasamos por un restaurante y una pista de frontón y abandonamos el núcleo de población. Dejamos atrás una pequeña explanada donde están los contenedores de basura, y a los 500 metros del aparcamiento llegamos un desvío doble. Por un lado a nuestra izquierda sale un camino amplio con una fuente de piedra de reciente construcción.

Este camino no es, ya que lleva a una cantera de mármol. Tomamos el camino contiguo, más estrecho, y que está señalizado con unos caballos pintados de azul en una piedra plana. A partir de ahora, si nos perdemos tenemos que buscar siempre estos caballos azules, que nos indicarán cuál es el camino correcto. De todos modos también hay un poste con una señal que indica hacia Zugarramurdi.

Unos 400 metros más adelante este sendero desemboca en el mismo camino pavimentado por el que hemos empezado a caminra, así que podríamos haber seguido por él, pero seguro que el sendero es mucho más agradable y seguro. Y 150 metros más adelante el camino desemboca en la carretera NA-4401 que va de Dantxarinea a Zugarramurdi. Frente al cruce hay un verde y extenso prado donde suele haber ovejas.

Nosotros no vamos a seguir por la carretera, al menos por ahora, y tomamos la pista que sale justo a la izquierda, en el borde de otra parcela verde que en lugar de ovejas tiene una antigua cruz de piedra. ¿Serviría esta cruz para ahuyentar a las brujas?

Al final de la alambrada de esta parcela, giramos a la derecha para acabar de rodearla. El camino recto lleva de nuevo a la cantera de mármol de Urdax. Al fondo vemos el majestuoso monte Larrún, un volcán extinguido de 905 metros de altitud cuya cima marca el límite fronterizo entre España y Francia, y desde ella se puede ver desde San Sebastián hasta las Landas francesas. Se puede subir con un antiguo tren de cremallera que sale desde Sare ( ver horarios).

De nuevo llegamos a la carretera y otra vez evitamos pisarla tomando el camino que sale a nuestra izquierda. Pasamos por delante de un establo de vacas y el camino se convierte en estrecho sendero que sube entre la espesa vegetación.

En esta foto intenté atrapar los rayos del sol cerrando mucho el diafragma, pero no logré ocultarlo con ninguna rama para conseguir un punto de luz. El sendero lleva hasta una borda aparentemente abandonada en lo alto de una pequeña colina.

Esta zona está muy verde a pesar de ser pleno mes de noviembre. Hay quien dice que la comarca de Baztán es el Tirol navarro. Aquí una vista del prado de delante de la borda.

Continuamos por el sendero hacia la derecha, rodeando la borda por detrás. En el espino de la alambrada se engancha la lana de las ovejas que pasan rozando.

En esta foto he usado la regla de los tercios para situar la lana enfocada y he buscado hacer coincidir el alambre con la diagonal. Obviamente he abierto el diafragma todo lo que he podido para tratarse de un objetivo poco luminoso y me he alejado lo suficiente para poder usar una distancia focal de teleobjetivo, 90mm, que favorece el acortamiento de la profundidad de campo, que es el efecto que buscaba para tener el fondo totalmente desenfocado (). Luego en la edición le he dado un tinte azulado para enfriar el ambiente y que así parezca más triste y melancólico.

El sendero sale del bosque y se vuelve a introducir para empezar a bajar haciendo zigzag. Para que la gente no se caiga han puesto un quitamiedos de madera en los tramos más peligrosos, aunque yo no tuve ninguna sensación de peligro. Me cuesta imaginar cómo bajan aquí los que recorren este camino montados a caballo. Recordemos que este sendero está marcado con caballos pintados de azul porque también es una senda ecuestre.

Estamos en la Roca de Berroberria, un complejo kárstico que alberga las cuevas de Berroberria y de Alkerdi. Estas cuevas no están abiertas al público, y de hecho permanecen cerradas desde el año 1996, cuando terminó el estudio de sus hallazgos. En la primera se han encontrado herramientas y un molar humano datado del año 24.530 a.C., el navarro más antiguo del que se tiene constancia, y en las paredes de la segunda hay grabados de animales de hace unos 13.000 años. Al final del primer tramo de camino que se ve en la foto anterior, a la derecha, hay un agujero en la roca provocado por la lluvia, y por este agujero se cuela el agua de lluvia que suele anegar las cuevas, que están justo debajo.

Pasamos por delante de la roca y continuamos bajando hacia la izquierda. En el pasamanos aprovecho para hacer una foto a un tornillo de manera similar a la de la lana en la alambrada de antes.

En este rincón húmedo y sombrío la vegetación es exuberante. A lo lejos observo movimiento en las ramas de los árboles, así que disparo unas cuantas fotos sin saber a qué. Es sólo después, en casa y en la pantalla del ordenador cuando veo una pareja de pinzones vulgares ( Fringilla coelebs), hembra el de la izquierda y macho el de la derecha.

A unos 100 metros entre esta espesa vegetación llegamos a un cruce de caminos debidamente señalizado. Tomamos el que sube en dirección a Zugarramurdi.

El estrecho sendero discurre entre dos alambradas.

Desde la borda de antes que vamos encontrando en algunos puntos del camino unas llamativas flores de color lila con un polen muy amarillo. Son unas flores que apenas levantan 15cm del suelo, lo que antes les daba el sol y estaban más pasadas, y aquí a la sombra aparecen más frescas. Son del género Crocus, el mismo al que pertenece el azafrán.

Arriba a nuestra izquierda hay un prado donde pastan plácidamente algunas ovejas.

Cada vez hay más Crocus en la orilla del camino.

Poco a poco el sendero va saliendo de las sombras y volviendo al sol que da vida a estos prados tan verdes. Al fondo el Larrún, que nos indica el rumbo.

Poco a poco un fuerte olor a animal nos advierte que estamos llegando a algún tipo de establo.

Y efectivamente llegamos a otro establo de vacas. En este momento hay varias vacas y terneros fuera del establo, junto con el semental. Éste y una vaca se cruzan las miradas. Llevamos ya caminados 2,3km.

A partir de aquí el camino vuelve a ser pavimentado, de cemento. Dejamos atrás este establo de vacas y pasamos por delante de uno de ovejas tras un suave repecho. Allí llegamos a un cruce y seguimos por la derecha. Es curioso cómo las ovejas se apelotonan todas a la sombra de un triste árbol, como si el sol les diera demasiado calor, y eso que estamos en noviembre. Igual es por la zamarra de lana que llevan puesta, o porque van allá donde vaya una. El caso es que todas con caben en la minúscula sombra del árbol.

El camino acaba en la carretera, pero nosotros la cruzamos y continuamos por el camino del otro lado, que lleva a un pequeño núcleo de casas presidido por una coqueta ermita, la de San Esteban. Desde allí miramos hacia el omnipresente Larrún, y vemos una extraña neblina justo encima de donde se supone que está Zugarramurdi.

Pasamos por delante de la ermita y continuamos camino abajo entre las casas. Detrás de la ermita hay unos antiguos lavaderos.

Tras pasar frente a un gran caserío, una señal con caballos pintados en azul nos indican que tenemos que dejar el camino asfaltado y desviarnos por un camino que sale a la izquierda, pegado a un muro del caserío. Aquí una vista hacia atrás del camino una vez hemos avanzado unos metros. Al fondo el camino asfaltado que hemos dejado. Estamos en el kilómetro 3.

Pasado este muro el camino gira hacia la izquierda convirtiéndose en un bonito sendero.

Desde aquí veo volar un pájaro de tamaño mediano que cruza el prado en dirección a los matorrales del fondo. Hago un par de fotos a ciegas con el teleobjetivo al máximo para saber de qué pájaro se trata, y resulta ser un Pito real ( Picus viridis), que se puede ver en esta foto posado en la parte superior del poste más claro que hay cerca del centro de la imagen.

Seguimos bajando por este camino hacia donde está el pájaro, que obviamente ha echado a volar en cuanto nos ha visto avanzar, a pesar de lo lejos que estamos. Desde allí hacemos una foto hacia atrás del camino, con el caserío al fondo.

Al final del camino hay una puerta, que se puede ver en la foto del Pito real. Abrimos la puerta para pasar y la volvemos a cerrar detrás nuestro. El camino ahora se estrecha en sendero, y cruza el arroyo Txirripa por un pequeño puente de piedra, de una sola pieza.

Tras subir unos pocos peldaños en el sendero llegamos a un rincón en el que la luz filtrada por la vegetación crea un ambiente agradable, ideal para tomar un respiro.

Una pequeña mariposa pretende hacerme creer que es más grande proyectando su sombre en una piedra.

Seguimos por el sendero, que ahora se vuelve a convertir en camino al pasar a la altura de una una borda.

Y por fin llegamos a Zugarramurdi. Al parecer la extraña neblina de antes se ha esfumado.

El camino se convierte en calle, y nosotros segumos recto, sin dejar en ningún momento esta calle. Cuando la calle hace un poco de subida tenemos una buena vista de la iglesia de la Asunción, enorme.

Cuando acaba la cuesta pasamos por al lado del albergue Graxiana, también conocido como el albergue de las brujas, que tiene restaurante y una buena terraza donde tomar algo. Ya en pleno centro de Zugarramurdi, la calle por la que vamos tuerce a la izquierda, hacina una plaza donde confluyen la carretera, la iglesia y el ayuntamiento. Podemos seguir recto, por el callejón de detrás del ayuntamiento, porque iremos a parar al mismo sitio, pero en mi caso, torcí a la izquierda hacia la plaza, y una vez allí a la derecha siguiendo la carretera. Llegamos a un cruce y tomamos la calle que baja a la izquierda, que es la que lleva al Museo de las Brujas y a la Cueva de Zugarramurdi.

Tomamos la calle de la derecha de esta foto, tal como indica la señalización. A los 200 metros pasamos por el Museo de las Brujas, que está en la última edificación del casco urbano de Zugarramurdi, concretamente un antiguo hospital del finales del siglo XVIII. El paisaje bucólico contrasta con las leyendas de brujería y magia negra. El Larrún al fondo, omnipresente como siempre.

Mientras fotografío este paisaje pasa por delante del objetivo una oscura ave de gran tamaño y hago lo posible para cazarla con mi cámara.

Éste es el principal motivo por el que cuando salgo a caminar llevo siempre montado en la cámara un objetivo todoterreno de amplio rango focal, en este caso mi inseparable Sony 18-250. Por eso puedo estar haciendo fotos a 18mm o a 35mm como el paisaje anterior, y de repente disparar a 250mm para pillar esta rapaz. Los puristas dicen que es mejor usar un objetivo para cada cosa, y es verdad que dan fotos de mayor calidad, pero en situaciones así no hay tiempo para cambiar de objetivo.

Unos 300 metros pasado el museo llegamos a la entrada a la Cueva de Zugarramurdi. Al pagar la entrada te entregan un folleto con un mapa de las cuevas y el recorrido y un texto de un autor local explicando la leyenda. Como he explicado al principio, la visita completa dura un mínimo de 45 minutos. Hay muchas maneras de hacer el recorrido, pero yo recomiendo el que hice yo, por el camino del mirador subiendo hacia la derecha nada más entrar en las instalaciones. Desde los primeros metros de este camino tenemos la siguiente vista de las escaleras que vienen de abajo, de la Gran Cueva.

Enseguida llegamos a un tramo de escaleras en zigzag que nos hacen ganar altura rápidamente, y poco después de él llegamos a un cruce con una señal que nos indica que para el mirador hay que ir a la izquierda. Subimos por ese corto camino y llegamos a una explanada rocosa (la misma roca que constituye el complejo kárstico de las cuevas) en cuyo centro más o menos hay una plataforma elevada desde la que podemos contemplar el entorno. Estamos a unos 207 metros de altitud. Hay un panel que nos ayuda a identificar los sitios que podemos ver. A mí me gustó particularmente la vista del pueblo de Zugarramurdi, ya que el resto es más o menos lo mismo que hemos ido viendo por el camino.

Volvemos al camino de antes y seguimos el recorrido hacia la izquierda. Ahora el camino es de bajada a través de un bosquecito. Un petirrojo empieza a advertir a sus colegas de nuestra presencia.

Descendemos por otro tramo de escaleras en zigzag, algo más largo que el anterior de subida porque bajamos más, y llegamos a un puente que cruza el río Olabidea, también llamado Infiernuko Erreka o "Arroyo del Infierno", el responsable de que exista la cueva.

Seguimos por el camino en suave ascenso, paralelos al río, hasta que llegamos a otro puente de madera, que en este caso cruza otro arroyo que viene de lo más profundo del bosque.

Estamos en la parte de atrás de la Gran Cueva, o lo que es lo mismo la boca de salida. Si seguimos recto entramos en la cueva, pero nosotros tomamos las escaleras que suben por la derecha. Este tramo de subida se acaba convirtiendo en un agradable sendero al lado de un prado llamado Prado del Akelarre, donde se concentraban las brujas y brujos.

Frente a este prado, a nuestra derecha, se encuentra la llamada Cueva del Akelarre, donde se reunían después de concentrarse. Entramos en ella.

Al fondo se encuentra con la Gran Cueva cerca de la boca de salida, pero a un nivel superior. Impresiona la altura de la cueva.

Nos damos la vuelta y volvemos hacia la entrada de la Cueva del Akelarre.

Hacer fotos en el interior de cuevas y que además queden bien no es complicado. Hay que tener en cuenta dos cosas: que suele haber poca luz, y que a veces también hay fuentes de luz. O sea, que hay demasiados contrastes que dificultan a la cámara el calcular la exposición más adecuada. Si hay alguna fuente de luz como un foco o una de las bocas de la cueva, lo que hay que hacer es cambiar la cámara a medición puntual y medir la luz en dicha fuente de luz. Así la foto no se quedará quemada en la zona más iluminada. El nivel de ISO dependerá del tiempo de exposición que nos proponga la cámara si vamos a disparar a pulso, como es mi caso. Si el tiempo de exposición me parece largo para mi pulso, voy subiendo ISO hasta que me parezca adecuado. Finalmente en el ordenador ya subiremos las sombras en las zonas más oscuras para recuperar textura.

Volvemos al sendero y continuamos hacia la izquierda. Tras una bajada llegamos a otro puente de madera que esta vez vuelve a cruzar el Olabidea (Arroyo del Infierno) antes de que sus aguas entren en la Gran Cueva.

Tras pasar el puente, hacia la derecha tenemos el WC, y hacia la izquierda la entrada a la Gran Cueva. Antes de llegar a esta cueva, a nuestra derecha está la Cueva Pequeña, con orificio de entrada y de salida. Es un poco estrecha y baja para un adulto corpulento, pero los niños pueden pasárselo bien escondiéndose.

La cueva grande es quizás la más famosa de Zugarramurdi por la película de Álex de la Iglesia "Las brujas de Zugarramurdi", donde se rodaron las escenas del akelarre final.

Desde dentro de esta cueva podemos hacer algunas fotos aguantando la respiración para evitar que salgan movidas. Si llevas trípode puedes respirar con normalidad. Así vemos la boca de entrada, con el río abajo a la derecha.

Y así vemos la boca de salida, ahora con más luz por lo que podemos respirar mejor.

No hay mucho más que ver aquí, sólo imaginar el largo trabajo de este arroyo para crear una cavidad tan grande en la roca. A la salida de la cueva damos un último vistazo a este rincón tan bucólico.

Encaramos las escaleras de subida que nos llevarán a la salida de esta instalación turística.

Casi a mitad de subida se abre a nuestra izquierda la pequeña cueva de los hornos de cal. No me llamó la atención fotográficamente debido a la iluminación artificial, que la hacían "muy artificial". Aquí una vista hacia abajo de la cueva de las escaleras.

Salimos de nuevo al camino por el que llegamos a la Cueva de Zugarramurdi y emprendemos el regreso a Urdax por el mismo camino. El sol ya ha cambiado bastante de posición en el rato que hemos estado visitando la cueva (ya casi nos cerraban), y el paisaje baztanés tiene otro aspecto.

Aunque volvamos a pasar por los mismos sitios que antes, vemos las cosas de diferente manera, o incluso cosas que no vimos a la ida, como estas setas en un leño en la orilla del camino de salida de Zugarramurdi, más o menos a la altura del kilómetro 6,5 del circuito.

O este contraluz de la alambrada de la borda del camino de Iparralde con la luz del sol iluminando la verde hierba.

Y la puerta que cruzamos a la ida cerca de donde se posó el pito real que fotografié a lo lejos.

Qué gustazo el ver tanto verde mires a donde mires.

Esta vez hacemos parada en la pequeña ermita de San Esteban para contemplar los paisajes desde la parte de atrás, ahora que el sol los ilumina de una manera especial. Supongo que a estas alturas ya sabrás reconocer el monte Larrún.

La puerta de la ermita suele estar cerrada con llave.

Salimos del patio trasero de la ermita y volvemos al camino. Aquí una imagen de esta bonita ermita del siglo XV con el típico cercado de losas de piedra de las tierras de Baztán.

Cuando llegamos al cruce con la carretera seguiremos el camino hacia la izquierda por el arcén. La carretera es amplia, con buena visibilidad y poco tráfico, así que tampoco hay que extremar la precaución. A lo largo de este tramo de un kilómetro por la carretera y hasta llegar al desvío a la Cueva de Urdax podemos fotografiar diferentes escenas del entorno rural de la comarca de Baztán. En la primera he abierto al máximo el diafragma para desenfocar el fondo.

Aquí una rapaz, seguramente un milano real, posado en un poste telefónico.

Primer plano de una oveja segando el césped.

Perro y gato jugando en armonía.

Hierba y más hierba.

Tanta hierba que hay que pararse a descansar de pastar.

Los caballos baztaneses suelen ser bastante amigables y fotogénicos.

Sin embargo las ovejas ya no tanto. Ellas van a lo suyo.

Sobre el kilómetro 8 llegamos al desvío a la Cueva de Urdax, que es el primer camino por el que empezamos el recorrido. Cruzamos la carretera, si no lo hemos hecho antes, y bajamos por la derecha por ese camino pavimentado. Cuando hemos empezado a bajar, la alambrada de la izquierda nos vuelve a recordar qué les pasa a las ovejas que se acercan mucho a ellas. Quizás por eso no se acercan a nosotros como hacen los caballos.

A partir de aquí sólo nos queda seguir el camino hasta el aparcamiento donde dejamos el coche, y dar por finalizado este completísimo y agradable circuito por tierras baztanesas. La verdad es que cuando lo planeé no esperaba que fuera a ser tan productivo fotográficamente. Así que si lo haces seguro que te gustará como a mí.

Cómo llegar al camino de Zugarramurdi


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