No existe una razón de ningún tipo para el siguiente hecho, solo pasa sin explicación alguna, pero cuando una esta embarazada de las uñas se olvida. Inclusive viniendo de la mina que se hacia todo tipo de cosas: el ying-yang, triángulos, lineas, estrellas, medialunas y todo tipo de figuras geométricas. El camino hacia empezar a cuidar mis manos fue largo y exhaustivo, tuve mil intentos fallidos de dejar de morderme las uñas y empezar a tener manos prolijas de mujer. Cuando al fin parecía haber un cambio y empezaba a asomarse la luz al final del túnel, BAM! me olvide completamente de la meta y la perdí de vista durante estos últimos ocho meses.
Oh sorpresa, cuando quise retomar me encontré en falta de instrumentos, ni una lima en mi casa, ni siquiera un palito de naranjo guardado en algún cajón y apenas seguía vigente mi cepillo para pies. Ni hablar de los esmaltes, un cajón lleno de frasquitos pero todos secos. So, misión manos de mujer otra vez, tengo que salir a comprar esmaltes. Quien hubiera imaginado que los precios se habían ido tan a los pastos. Como no soy exigente y para el colmo compraba esmaltes en cantidad, todos los que solía tener eran del kiosco o como mucho algún que otro básico indispensable de Avon o Maybelline. Volver a las pistas significo sacrificar unos cuantos billetes en mi nueva colección y mis bolsillos dijeron CALM DOWN; “si un esmalte dudoso en un kiosco me va a salir 15pe, mejor comprar de a poquito esmaltes medio pelo”.
La realidad es que fui a la farmacia a comprar chupetes, algodón y todas esas cosas para rellenar el bolso de maternidad, y ya que estaba me compré dos esmaltes. A simple vista, los colores me encantaron, justo llegando la primavera, nunca te pueden faltar colores pasteles, etc etc. Para mi desgracia, esperaba esto y terminé con esto:
Ni veinte capas arreglan estos esmaltes, son terriblemente traslucidos y líquidos (les aseguro que si hacen el gestito de sacudir la mano para que se seque mas rápido, salpica. SALPICA). The good thing is: Ambos colores tienen como unos mini destellitos celestes que los hacen perlados pero sin parecer esos esmaltes que usaba nuestra abuela hace cincuenta años. The bad thing: todo lo demás. Para llegar a un color copado tenes que darte tres capas del esmalte y encima ponerte top coat, resultando en una duración de aproximadamente 1 día (si no lavan los platos o se muerden las uñas, eso si). Obviamente no son Maybelline, detalle que yo no noté hasta que lo comparé con un frasquito viejo de Colorama que tenia, son como un primo lejano.
Luego de semejante desdicha (pague $25 dos esmaltes que no me sirven para nada) pensé “a la mierda los esmaltes medio pelo, YO ME VOY AL KIOSCO!” y compré este. Notarán que el envase es mas feo que Wanda Nara, pero el color me pareció requete lindo. Existen muy pocos tonos de verde que me de gusto usar, este es uno de ellos. Otra buena es el olor a tuti fruti, además de que se seca re rápido y dura bastante aun con las tareas diarias. Contra: cuando me lo saco me quedan las uñas manchadas. Malisima señal.
Tercer intento: estos si son Maybelline Colorama. La diferencia es abismal, con una sola capa el color queda espectacular (especialmente el rojo) y la duración es media (dadas las circunstancias, no?). Ahora se donde no comprar los esmaltes y como tiene que verse el envase. Tanto el rojo como el negro, son dos tonos de esmalte que no me pueden faltar jamás, me alegro haber comprado uno que se que me va a durar bastante. Y el blanco es infaltable también, especialmente para nail art o el próximo verano.
Con suerte voy a seguir comprando esmaltes de a poquito y les voy a ir contando mis aventuras y desventuras. Si tienen alguna recomendación para mi en esta materia les estaré agradecida, ya sean marcas o inclusive algún color que este en la obligación de comprarme.
De más esta decir: ignoren mi inutilidad de la hora de pintarme las uñas prolijas.
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