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El caso Fischer: Un juego llamado ajedrez.

Publicado el 29 junio 2016 por Maresssss @cineyear
Publicado en opinamos / por / el 29 junio, 2016 a las 10:49 am /

Cuando me enteré del próximo estreno de una película basada en la figura de Bobby Fischer pensé ‘al fin’. Desde que descubrí su historia hace unos años, siempre había pensado que tenía todo para convertirse en película. Para los no familiarizados, Bobby Fischer fue un niño prodigio del ajedrez que se convirtió en gran maestro a muy temprana edad y llegó a ser campeón del mundo a principios de los años setenta. Pero su talento y genio para el ajedrez fue a su vez lo que hizo que desarrollase una personalidad extremadamente impredecible y desconcertante.

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‘El caso Fischer’ —así han traducido ‘Pawn sacrifice’, algo así como ‘Sacrificio de peón’— supone el acercamiento a la figura del genial ajedrecista y a la persona inestable que se esconde detrás, protagonizada por un solvente Tobey Maguire y dirigida por Edward Zwick — ‘Leyendas de pasión’, ‘Diamantes de Sangre’—. Tras estos nombres, generalmente asociados a un cine más comercial, era de esperar que la película siguiera los derroteros del biopic más o menos convencional, y así es.

Por ello, la obra consigue entretener aunque sin profundizar en absoluto en un personaje con tantas posibilidades. Y esto deja una sensación de conformidad, comodidad, o simplemente ‘traigan esos euros aquí, que me tengo que comprar un yate’, un poco decepcionante. Porque lo tenían fácil: en vez de tirar por el desarrollo cronológico pasando por encima de todo cual elefante en cristalería, bien hubieran podido centrarse en su obsesión por el ajedrez, o en lo infinito de este juego; o en su rivalidad con Spassky, o cómo se convirtió en héroe nacional para luchar contra los comunistas durante la Guerra Fría… Todo esto está ahí, pero de una manera meramente vehicular para desarrollar una historia convencional al más puro estilo Hollywood.

‘El caso Fischer’ no pasará a la historia como el mejor biopic, tampoco como el peor. Espero que al menos consiga acercar a muchos espectadores la figura de Bobby Fischer, incluso despertar interés por un juego como el ajedrez. Y sino, pues nada; como poco se pasará un rato entretenido viendo una película en una sala con aire acondicionado mientras el verano derrite las calles en el exterior. Algo es algo.

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