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El cielo es azul, la tierra blanca

Publicado el 28 mayo 2015 por Icíar

Escritora: Hiromi Kawakami

Si seguís este lugar os daréis cuenta que tengo muy poquitas novelas de amor, y la verdad es que no es que yo sea una anti-amor, no, no, pero es verdad que cuando te decides a elegir una novela de amor encuentro que es algo de lo más arriesgado. Hay mucho riesgo de encontrarse una leyendo tramas en las que se abusa de los sentimientos exagerados, las Grandes Emociones, cuando en realidad el motor de las mismas tiene más que ver con: el deseo, con la búsqueda de la belleza, o con la dependencia del vampiro en el sentido de tomar prestado una ilusión que te dé un sentido a la existencia, que te dé vida, que te contagie voluntad; que con el amor mismo.

Sin embargo, cuando me encontré en la librería esta novela desconocida para mí, y que se anunciaba como 'una historia de amor' no lo dudé, y la razón era porque estaba escrita por una japonesa. Me dije, por qué no probar, la cultura japonesa se dice que es diferente a cualquier otra, ¡a ver cómo se plantea el asunto!, vamos a ver qué es lo que nos devuelve la trama, qué aporte diferente puede tener.

En esta historia, en una taberna, como si fuese el bosque en el que habitan los insectos y animalitos, al final del día se reúnen estas otras "criaturas más grandes que habitan en las ciudades", allí sofocan su tranquila y equilibrada soledad tomando sake o cerveza, alguna tapita, hasta iniciar el camino de vuelta a casa para acabar el día.

Dos de estas personas serán nuestros protagonistas. Ella, Tsukiko, tiene 38 años; y él, el maestro, algo anticuado, tiene 68. Con los altibajos e inseguridades comunes a todos los seres humanos, parece que viven en equilibrio con la realidad que acepta una vida sencilla, que no espera mucho, que no necesita de espejismos. Poco a poco, estas dos presencias se volverán cada vez más familiares la una con la otra, y se irán reconociendo en sus afinidades, y así sin buscar el amor, una entrañable historia de amistad y amor surgirá entre los dos, hasta el punto que la costumbre de estar consigo mismos reclamará esa otra necesidad que surge de buscar la compañía del otro.

No es una novela de pasiones, ni de heroicidades en el amor, se podría decir que es más bien sosa, y sin embargo resulta cálida y acogedora, como la voz " dulce y afectuosa " del maestro tal y como Tsukiko la recuerda.

" Tsukiko, ¿quieres iniciar conmigo una relación basada en el amor mutuo? "

  1. Probar el sake.
  2. Probar hacer una fondue de pulpo: "se corta el pulpo a rodajas muy finas, se mete en un cazo con agua hirviendo, y cuando emerge a la superficie se coge rápidamente con los palillos, luego antes de comerlo se moja en una salsa de naranjas amargas. El sabor dulzón del pulpo se mezcla en la boca con la naranja amarga y deja un regusto muy especial".
  3. Esta novela obtuvo el premio Tanizaki 2001. Parece ser que hay película.


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