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El cine que no vimos/XXXII

Publicado el 04 septiembre 2010 por Diezmartinez
El cine que no vimos/XXXII
El maestro japonés Hayao Miyazaki ha anunciado la que será la primera secuela en su ya extendida obra fílmica: la continuación, con dos décadas de diferencia, de su emocionante sexto largometraje animado, Porco Rosso (Kurenai no buta, Japón, 1992), una de las cintas más atípicas en la filmografía del director de la oscareada El Viaje de Chihiro (2002).
Es cierto que las aventuras aéreas no son extrañas al mundo de Miyazaki -recuérdese mi favorita personal Nausicaä/1984 y, por supuesto, Laputa/1986-pero lo que sí no es muy común es que el protagonista, en lugar de ser una niña y/o jovencita, sea esta vez un hombre maduro, rudo, misterioso, cínico, de pocas palabras y rabiosamente independiente. No es Bogart, pero se le parece mucho, aunque esté mucho más gordo. Ah, y otro detallito: en realidad no es un hombre. Lo fue alguna vez y se llamó Marco Paggot. Ahora, que un misterioso hechizo le transformó el rostro en el de un cerdo, todos lo conocen como Porco Rosso.
Ubicada en el Mar Mediterráneo, "en la época de los hidroaviones", en el periodo de entreguerras y en pleno ascenso del fascismo italiano, Porco Rosso es la muy inventiva crónica de las aventuras del indomable puerco y piloto aviador del título. Como si se tratara de una cinta de la casa Warner de los años 30/40, el Porco de Miyazaki es un "Bogey" desencantado -perdón por el pleonasmo- que fue alguna vez un piloto heroico en la Gran Guerra pero que ahora no quiere saber nada de patrias ni de banderas, una especie de mercenario con conciencia que se contrata con quien él quiere sin aceptar presiones de ningún tipo ("Mejor cerdo que fascista", le responde a alquien que lo invita a trabajar para el ascendiente totalitarismo italiano), un solitario que vive en su propia isla paradisiaca, alejado del mundo, de las responsabilidades y de la única mujer que realmente ama...
Este escenario precario, pero perfectamente equilibrado, se empieza a resquebrajar. No sólo el fascismo es una amenaza para los espíritus libres e independientes como el de Porco, sino que un competidor americano empieza a surcar los aires -el pedante Donald Curtis, contratado por los piratas de "Mamma Aiuto" para terminar con Porco, quien no los deja hacer malandrinadas-y, ¡horror de horrores!, las mujeres empiezan a ocupar su propio espacio, sin necesidad de los hombres. Aquí aparece la que, en cualquier otra película de Miyazaki, sería la protagonista: la vigorosa adolescente Fio, una jovencita de 17 años, que será la asistente/mecánica/asesora del seco Porco, una alegre muchacha que se ganará la admiración reluctante no sólo de Porco, sino del sangronazo Curtis y hasta de los rudísimos piratas de "Mamma Aiuto", que la adoptarán como si fuera su mascota.
Porco Rosso es el filme más hollywoodense -en el mejor sentido del término- de Miyazaki. Además de sus referencias a las películas de aviación americanas de los años 30, está la personalidad fairbanksiana del americano Curtis y, sobre todo, esa larga secuencia de la pelea entre Porco y Curtis, que bien pudo haber sido pensada por Hawks. Como en los filmes viriles de este cineasta hollywoodense, Miyazaki trata con igual consideración al héroe y al rival: los ve con admiración y respeto. Si tienen que luchar, eso sí, lo harán por la jovencita Fio, pero también por ellos mismos y su honor. Porco no puede ser vencido ni dejar de volar, pues "un cerdo que no vuela es un cerdo ordinario". Y él nunca va a ser ordinario, faltaba más.
Las imágenes aéreas de Porco Rosso son espléndidas. En particular, esa secuencia, de cine poético/fantástico puro, en el que Marco/Porco recuerda cierta línea de aviones de guerra que volaban sobre un lecho de nubes en la Gran Guerra. Son los camaradas que han caído heroicamente y que vuelan a un lugar ¿mejor? En todo caso, a un lugar desconocido que añora/rechaza Porco. Porque su lugar está aquí, en la tierra, con Fio, con Gina... y, esperemos que en el 2012, de vuelta con nosotros.

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