Revista Cine

El club de la lucha. Películas que nos marcaron. La visita de Lucifer, el Becario del Mal.

Publicado el 26 marzo 2010 por Crowley

Nuestro estimado Becario del mal, Lucifer, autor del interesantísimo blog "El Becario Lucifer", se presenta hoy ante ustedes con una de mis diez películas preferidas de todos los tiempos. "El club de la lucha" de David Fincher. Uno de los primeros posts que escribí para este blog fue sobre esta misma película (que pueden visitar AQUI) y es que considero a este film como uno de los más interesantes ejercicios fílmicos que he podido ver y un perfecto mosaico de la sociedad consumista en la que vivimos.
El Becario se convierte en Maestro y les ilumina la vida a base de golpes.
¿Alguien quiere luchar?
Fight Club (1999)
David Fincher
Fincher debutó en el cine rodando escenas de miniaturas y fotografiando fondos para la ILM de Lucas en Star Wars, Indiana Jones y rodando posteriormente las giras de Madonna y Aerosmith. Se ve que algo aprendió en el proceso, ya que sus productos posteriores son tan entretenidos (aunque poco sustanciosos) como Seven, o Alien-3. Pero Fincher nos guardaba una sorpresa para fin de la década, un proyecto arriesgado, ambicioso y lleno de filosofía de estercolero para arrearle a la audiencia donde más duele: cáncer de testículos, jabón de grasa humana y lo peor, el fracaso de Ikea para llenar nuestras vidas de alegría. Soy la Audiencia Cabreada de Jack.
Jack, supuesto nombre del narrador, es un insomne y agobiado agente de seguros. Ni el dinero ni el prestigio le han dado la tranquilidad espiritual que promete el sistema. Su autorrealización se ha convertido en su pesadilla, aquello que posee acaba poseyéndole y su única motivación es asistir a grupos de terapia para sentirse en contacto con la gente. Quizá no era el mejor momento para conocer a Marla, otra yonkie del sufrimiento solitario y candidata al suicidio por méritos propios. Tampoco era el momento de conocer a Tyler Durden, vendedor de jabones y su equivalente doméstico del Anticristo.
"La Primera regla del Club de la lucha es No Hablar del Club de la Lucha." De esta forma Fincher nos reta a un desafío: hablar de la película sin contar nada sobre ella, popularizarla por el boca-a-boca (era pre-internet, al menos por aquí) y reservar al nuevo público una de las películas mas míticas del siglo pasado, quizá algo ensombrecida por otras maravillas tecnológicas (véase The Matrix) pero mucho mas punzante y doliente. Asocial, vandálica, peligrosa y orgullosa de ello, desde la enternecedora imagen de Edward Norton llorando desconsolado sobre los enormes pechos de Meat Loaf al final mas erecto que se puede encontrar en un cine sin cuarto oscuro. Estos humores autoreferentes son una constante, especialmente para quien ya sabe de que va la historia.
No la llamo peligrosa por su entonada dosis de filosofía nihilista y cargante, por sugerir petardillos caseros a base de celulitis reciclada, ni por hacer añicos unos cuantos autos pijos, todo eso no son mas que bobas falacias de relleno. La llamo peligrosa porque en el fondo todos sabemos que hay cosas que, de vez en cuando, son la pura verdad: A veces la autorrealización sólo consiste en comprarse caprichos caros,(o sea, masturbación en cómodos plazos), a menudo el progreso sólo consiste en poner a mas personas entre la mierda y uno mismo, y mientras echamos nuestros cuerpos al engranaje del sistema pensamos que algún día, no muy lejano, seremos aquello que hemos aprendido a querer ser: los que viven un piso y una calle por arriba nuestro.
Para interpretar esta gran ópera bufa nadie mejor que un entonado Norton en un papel irrepetible y el nunca creíble pero siempre sincero Pitt en otro de aquellos papeles memorables que tuvo cuando se ponía en el tema (al que le seguiría Snatch, otra de mamporros a puño cerrado), y la nada desdeñable presencia de Helena Bonham, Meat Loaf o Jared Leto de comparsa. Grandes papeles con brillantes explosiones creativas a juego con el endemoniado ritmo de creación y multiplicación del conflicto. Muy currados el DdP, DA+DD, escenas de lucha que no llegan a Danny the Dog o las orgías caníbales de Takashi Miike pero muy dolorosas igualmente, y un espectacular montaje audiovisual acorde a la enorme tensión narrativa para llegar, desde las mas altas cotas de la miseria espiritual, a tocar fondo justo cuando conviene, a cosa de un minuto del final.
Otro de los motivos por los que nunca me cansaré de esta película es por mejorar con cada visionado, interpretar las pistas del juego correctamente y seguir todos los guiños del guión a su ritmo es otra apasionante característica de esta obra de culto;no son pocas las pistas del final pero como un buen artificio mágico, a veces se disfruta mas cuando ya lo has visto y sigues sin poder entender cómo puede llegar a suceder. Las transformaciones del gran personaje al que cariñosamente se le puede llamar Jack para sacarle de su feroz anonimato dejan pequeño a un contorsionista chino.
Y la ironía final: pueden ustedes comprar esta película en una lujosa edición de cartón, con un libreto lleno de extravagancias y postales de producción, para que no desentone en la mejor de las videotecas. Y es que a veces hay que ser masoca para ir al cine a que un escritorcillo de nada te lea la cuartilla, y más masoca aún para ignorarlo y seguir como si nada, publicando blogs como si eso fuera a cambiar el mundo. Soy la paradoja mental de Jack.
Lucifer, el Becario del Mal, sentencia:
"@@@@@" Catastrófica
(en esta ocasión les dejo que pongan uds. la foto que prefieran,la de su jefe, la de su vecino o la de aquel cuñado pedante con su auto nuevo. Yo mentalmente pondré la de Matias Prats Jr. en su Banco Naranja)


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