Revista España

El Convento Dos Capuchos (Sintra, Portugal)

Por Felperea

Como bien indica el nombre de este Blog “Otra Iberia”, no solo vamos a conocer lugares de nuestro país, sino también de nuestra vecina Portugal.. Hoy vamos a ver uno de los lugares mas impactantes que he visitado, un convento donde el voto de pobreza fue llevado a su grado extremo, y donde la misma arquitectura nos muestra el verdadero sentido de aquellos monjes que buscaban el retiro espiritual emulando a aquellos eremitas que refugiándose en cuevas comenzaron con la vida monástica primigenia, mas en contacto con la naturaleza, y muy próxima al mundo pagano que tanto les influyo. No olvidemos tampoco su situación, en la mágica Sierra de Sintra, un lugar que siempre atrajo al ser humano, ya desde época primitiva, pasando por ser lugar defensivo, zona de eremitorios y necrópolis o zona Palaciega de disfrute de los Reyes Portugueses. Tuve además la suerte de visitarlo en medio de una densa niebla y una lluvia fina, que convirtieron al lugar en un sitio aún mas misterioso.

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¿Como llegar?

Se encuentra a 8 kms de Sintra, muy cerca del conocido Palacio da Pena y del Castelo dos Mouros. Se puede llegar a la ciudad de Sintra por la IC19 (Lisboa), el IC30 (Mafra) o EN9 (por A5/Cascais).
Dentro del centro histórico de Sintra hay señales que indican el camino hacia el Convento (8km) por EN247-3.
Viniendo de Cascais se sigue la EN247 hacia Collares y luego el cruce a Cabo da Roca, girando a la  EN 247-3, el Convento se encuentra al pie de la montaña.

Coordenadas GPS: 38 º 46 ’59 “N 9 ° 26 ’09″ W


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El Convento

La modesta entrada del convento esta flanqueada por dos bloques de piedra y precedida por unos gastados escalones. Apenas traspasada la puerta, a la derecha se encuentra la capilla dedicada al Senhor dos Passos, revestida de azulejos pintados en azul con escenas de la Pasión, representaciones de la flagelación, la coronación de espinas y Cristo crucificado sobre la puerta.

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A la izquierda se accede a la iglesia y a un corredor tortuoso y oscuro que conduce a un patio interior. La pequeña iglesia tiene como toda ornamentación un retablo de mármol y el altar, los únicos elementos que escapan al rigor y la pobreza presente en los otros espacios. A un lado se encuentra la Sala doCoro Alto, donde se entonaban los cánticos de celebración de la misa.
Un corredor lleva a las diminutas celdas, que los frailes construyeron tallando la roca misma, cuyas puertas obligaban a agacharse para entrar y donde dormían encogidos; unos huecos en la piedra evidencian que fueron excavados para colocar los pies. Las reglas de la vida contemplativa de los monjes capuchinos imponía condiciones muy duras.

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DETALLE DE LAS CAMAS DE PIEDRA DE LAS CELDAS

Otros espacios que destacan en el conjunto conventual son una biblioteca (el espacio con más iluminación natural), el refectorio o comedor, cuya mesa consiste en una enorme losa de piedra apenas elevada del suelo, la cocina y la Sala do Capitulo, forrada con corcho para evitar la humedad.

Un corredor que comienza en la entrada se prolonga hasta el patio interior, adornado por una fuente hexagonal y destinado a la recreación de los frailes. En este patio se encuentra la Capela do Senhor Morto, adornada por frescos a cada lado de la puerta, que representan a San Francisco y San Antonio. Sobre ellos, una tira con la típica inscripción capuchina: “Alabado sea el Santísimo Sacramento”.

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En los terrenos del convento se encuentra la gruta del célebre Frei Honorio de Santa Maria, un monje de quien los devotos dicen que vivió 100 años, 30 de ellos en absoluta penitencia.

Historia

Fue fundado por Álvaro de Castro, hijo del virrey de la India, João de Castro, en 1560. Su historia se encuentra envuelta en misterio, que se remonta por lo menos hasta el año en que se decidió su contrucción. Dice la leyenda que el noble se había perdido en la sierra durante la búsqueda de un venado, quedándose dormido bajo unas rocas. En sueños le fue comunicada la necesidad de construir un templo cristiano en ese lugar.

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En él habitaron sucesivas comunidades de frailes franciscanos, dedicados al trabajo interior. La primera comunidad estuvo compuesta por ocho frailes, siendo el más conocido de todos Fray Honorio (nombre que pudo ser adoptado después de su entrada en la comunidad), que de acuerdo con la leyenda vivió casi cien años a pesar de haber habitado los últimos 30 años de su vida en una grupa dentro de los muros del convento, cumpliendo penitencia. En 1884 con la extinción de las órdenes monásticas en Portugal, la comunidad de religiosos franciscanos se vio obligada a dejar el convento. El espacio fue adquirido por el Vizconde de Monserrate y más tarde en 1949 pasó a ser propiedad del Estado Portugués. Desde esa época comenzó su ruina progresiva. El convento se encuentra hoy en día en ruina consolidada y ha sido recuperado en gran parte.

Pobreza Monacal extrema

Los monjes Franciscanos del Convento llevaron una vista ascética extrema, tal y como tenian como principio religioso. En la construcción de este convento la pobreza fue llevada también al extremo. El conjunto de edificios posee un área muy reducida y varias de sus celdas tienen puertas de altura inferior a la de un hombre, de tal modo que es necesario agacharse para poder entrar. Los elementos decorativos son escasos, siendo reducidos al mínimo. Las celdas que se construyeron en parte en las mismas rocas, eran tan minúsculas y bajas que se pudieron acceder solamente sobre las rodillas. Solamente la capilla muestra un poco de decoración de azulejos.

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Se dice que la estrechez de las entradas a la celdas (doy fe de ello), se hizo porque los monjes que no pasaban por la puerta era porque “se habían cuidado demasiado” y no eran dignos de los votos de pobreza de la orden del convento.  Después de una visita al convento en 1581, Felipe II había comentado: “De todos mis reinos, hay dos lugares que estimo mucho, el Escorial por ser rico y el Convento de Santa Cruz (Dos Capuchos) por ser pobre“.

El convento impresionó desde siempre a todos lo que pasaron por allí, desde simples viajeros a monarcas, por la vida austera de los religiosos. No siempre las impresiones eran de admiración; muchos se preguntaban, especialmente en el siglo XVIII, cómo era posible que seres humanos pudiesen vivir en esas condiciones.

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Info

Horario:
Temporada Alta (1 de Mayo a 15 de Septiembre): De 9.30 a 20 hs. (última admisión a las 19 hs.)
Temporada Baja (16 de Septiembre a 30 de Abril): De 10 a 18 hs. (última entrada a las 17 hs.)

Precio de la visita: 5€ (incluye el parque que lo rodea).

http://www.parquesdesintra.pt


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