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El corazón de las tinieblas

Publicado el 29 octubre 2010 por Icíar
El corazón de las tinieblasEscritor: Joseph Conrad
Siglo XIX, en plena época victoriana, un barco navegando por el Támesis, entre nieblas, tinieblas y oscuridad, uno de sus tripulantes, Charlie Marlow, en voz alta y como si hablara al vacío, empieza a rememorar un viaje realizado años atrás, remontando río arriba para internarse en el interior de África, el corazón de las tinieblas como él le llama, no sólo por las características de estas tierras no domadas por el hombre, imprevisibles, desconocidas, en la que no enfermarse era un triunfo; sino también porque en ese viaje, el viajero se encontrará en situaciones límite, en las que desde la soledad más inmensa, en estas tierras inmóviles, habitadas por seres salvajes donde lo peor era “sospechar que no son inhumanos”, sino humanos, y que te obligará a “confrontar esa verdad con tu propia y verdadera esencia”. En este viaje uno tendrá que enfrentarse a sí mismo, a su interior, a sus tinieblas, y no enloquecer.
Dicen “las malas lenguas” que este libro está inspirado en un viaje que este escritor, capitán de barco, realizó al interior del Congo, en épocas de Leopoldo II (y no habla la Historia muy bien de lo que allí se realizó en tiempos de este monarca, precisamente)
Charlie Marlow es como hemos dicho un marinero, pero un marinero “vagabundo”, porque busca conocer allá donde va. Y es que el escritor dice que la mayoría de los marineros son “sedentarios”, ya que su hogar, que es el barco, y su país, que es el mar, siempre van con ellos, para los que “un paseo ocasional o una borrachera en tierra firme, basta para revelarle los secretos de todo un continente, y por lo general decide que ninguno de esos secretos vale la pena de ser conocido”
En el libro se respira ambiente marinero; también es magnífico cómo queda reflejado la realidad de la dureza de la tierra africana y su colonización; y lo más importante, la profundidad de lo allí escrito.
En este viaje al corazón de las tinieblas de África y del alma, Charlie Marlow va en busca de un tal Kurtz, con fama de ser el más implacable en el tráfico de marfil. Pero antes, este blanco había llegado lleno de palabras elocuentes, elevadas y ardientes, para acabar con una sola palabra ¡el horror! y concluir con una frase ¡exterminad a estos bárbaros!
Me despido con unos párrafos que habla sobre nuestra huella blanca, y la corrupción blanca en África:
“Mientras los bien pensados creían que Europa estaba llevando a la vida salvaje las ideas civilizadoras con pretensiones tan filantrópicas….. hablaban de liberar a millones de ignorantes de su horrible destino. Yo sabía que lo que le interesaba realmente a la compañía era su propio beneficio. Y los blancos éramos la gran causa de aquellos elevados y justos procedimientos (por supuesto, esto último es una ironía)”.

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