Revista Cultura y Ocio

El cuento de la criada - Margaret Atwood

Publicado el 12 mayo 2016 por Elpajaroverde
Y viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y dijo a Jacob: "Dame hijos o me moriré". Y Jacob se enojó con Raquel y le dijo: "¿Soy yo, en lugar de Dios, quien te niega el fruto de tu vientre?". Y ella dijo: "He aquí mi sierva Bilhá, únete a ella y parirá sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella."
Génesis, 30:1-3
Esta cita bíblica encabeza la novela que hoy os traigo. Nos será recordada en ella después, explícita e implícitamente. Con ella he decidido comenzar mi reseña, por ser definitoria, por ser la mejor sinopsis que del libro reseñado os puedo ofrecer. Tomadla literalmente, tomadla con todas las implicaciones que bajo ella subyacen. Sustituid los nombres propios: Jacob, Raquel, Bilhá. Poned en su lugar cualquier otro de varón, esposa estéril y..., qué importa ese último nombre, a quién le importa (a mí, a mí). Vale, de algún modo tendré que referirme a ella, sustituid la nomenclatura sierva por su hermana aparentemente más benévola criada. A Dios dejémosle ahí, hay muchas referencias religiosas (entre otras) en este libro. El mismo culto a la maternidad elevándolo a la categoría de bien sagrado ya tiene connotaciones religiosas. La palabra sagrado, precisamente, se convierte en mi mente en su sinónimo sacro, y este a su vez pierde su última letra y se alarga hasta presentárseme en toda su dimensión: sacrificio. Un sacrificio supremo es lo que se les exige a las mujeres fértiles. La mujer como receptáculo, la mujer como canal que alumbra una nueva vida. Pero utilizar aquí la palabra vida e incluso cualquier conjugación del verbo alumbrar se me antoja sacrílego (otra vez lo sacro mimetizado). Cómo osar llamar vida a lo que no tiene otra finalidad que cumplir lo preceptos que le llegan impuestos.
"Simplemente cumplid con vuestra obligación en silencio. Cuando dudéis, cuando os tendáis de espaldas, podéis mirar el cielo raso. Quién sabe lo que veréis arriba. Coronas funerarias y ángeles, constelaciones de polvo, estelar o de otro, los rompecabezas que dejan las telarañas. Una mente inquieta siempre tiene algo en qué ocuparse. ¿Algo va mal, querida?, decía un viejo chiste. No, ¿por qué? Te has movido. No os mováis."

El cuento de la criada - Margaret Atwood

Portada de El cuento de la criada

Dios niega el fruto al vientre de las mujeres. La esterilidad no parece contemplar su vertiente masculina. Estamos en Gilead, una especie de ciudad-estado en la que todo su organigrama gira en torno a la procreación. Todo controlado, todo pensado, todo estratificado. Hay varios estratos sociales en esta sociedad, especialmente de mujeres, casi podríamos decir castas. Una de ellas es la de las Criadas. Las criadas son mujeres fértiles que son enviadas a la casa de un Comandante, alto rango de la jerarquía de Gilead, con la función de engendrar al hijo que la esposa de este no puede concebir para que sea criado por el matrimonio como hijo de los dos. Una vez cumplida su misión, o si no la cumple en el tiempo establecido, será enviada a la casa de otro Comandante. Antes de esto, las criadas viven juntas en comunidad aleccionadas y adoctrinadas en los principios de su nueva condición por las Tías. "El cuento de la criada" es eso, el cuento, la historia de una de esas mujeres, y los cuentos que compone para poder enfrentar su realidad.
Su realidad no es fácil de sobrellevar, más teniendo en cuenta que pertenece a la primera generación de Criadas, es decir, ha conocido el mundo como era antes, ha tenido otra vida a la que echar de menos. Vivir en Gilead no es sencillo para ninguno de sus habitantes, no pudo serlo para las esposas estériles, ni tan siquiera para los hombres, pero es la historia de esta mujer sin nombre la que se nos cuenta, es su dolor callado el que soportamos. A través de ella vamos conociendo la estructura y los bajos fondos de Gilead, y vamos también descubriendo poco a poco cómo se forjó. Hay muchas connotaciones religiosas, como os decía: el vestuario que identifica a cada clase social, ciertos nombres (las 'Marthas' por ejemplo, que son otra clase social), simbolismos,... pero también las hay militares y políticas: las jerarquías, la propaganda ideológica, los castigos y ajusticiamientos públicos,... no en vano estamos ante un régimen totalitario. Bajo estas premisas es fácil pronosticar la alienación que sufrirán sus ciudadanos.
"Intento no pensar demasiado. Como el resto de las cosas, el pensamiento tiene que estar racionado. Hay muchos que no soportan pensar. Pensar puede perjudicar tus posibilidades, y yo tengo la intención de resistir. Sé por qué el cuadro de los lirios azules no tiene cristal y por qué la ventana sólo se abre parcialmente, y por qué el cristal de la ventana es inastillable. Lo que temen no es que nos escapemos -al fin y al cabo no llegaríamos muy lejos- sino esas otras salidas, las que puedes abrir en tu interior si tienes una mente aguda."
Margaret Atwood lleva en su distopía la ideología pro-vida hasta sus máximas consecuencias y rescata además modelos familiares y sociales en los que las mujeres jugaban papeles digamos más tradicionales (si es que jugaban alguno aparte del de dedicarse a los hijos y al hogar). En este extremismo en el que sustenta su ficticia sociedad, todo está tan controlado y medido que no hay espacio para siquiera pretender crear lazos afectivos. El mismo acto sexual está desprovisto del adjetivo sexual, ni siquiera es algo físico, tan solo un acto mecánico controlado en pos de un objetivo a cumplir. En esa soledad e incomunicación, en esa falta de piel con piel, se basa el verdadero éxito de los ideólogos de esta terrorífica sociedad.
"Pero es falso, nadie muere por falta de sexo. Es por falta de amor por lo que morimos. Aquí no hay nadie a quien yo pueda amar, toda la gente a la que yo amo está muerta, o en otra parte."

El cuento de la criada - Margaret Atwood

Wellcome to the East Anglian Fens. Fotografía de Trojan_Llama

Y digo terrorífica no solo porque la sociedad planteada por la autora canadiense esté basada en el terror, sino porque resulta tan creíble que da auténtico pavor. Que la premio Príncipe de Asturias es una escritora solvente se nota ya desde sus primeros párrafos, pero es que además sus personajes son tan convincentes, las extrañas relaciones (o no-relaciones) entre ellos están tan bien articuladas y el escenario que crea está presentado de forma tan magistral, que no queda otra que su ficción se nos antoje aterradoramente veraz. Reales y sólidos sí que son los cimientos en los que esta se sustenta, y tal vez sea ello lo que realmente nos asuste. Esta novela fue escrita en 1985, y por lo que se intuye en sus páginas la propia protagonista se crió en torno a esos años. Novela distópica, sí, pero no necesariamente futurista. Ahora que escribo sobre ella, en 2016, ya debería haber quedado obsoleta su lectura y sin embargo no es así, se mantiene inalterable, viva, aún palpitante con todos los frentes que ha querido abrir con ella su autora. Que cada lector los recoja y los cierre como pueda. Yo cierro los míos propios. El valor de las mujeres más allá del reproductivo, claro está. El peligro de defender las ideas y valores propios y llevarlos al extremo sin importar las consecuencias. Mi rechazo a la máxima maquiavélica de 'el fin justifica los medios'. Y sí, voy a aprovechar esta reseña para hacer apología de la vida. La vida vivida en plenitud. La vida en la que se nos ofrecen múltiples oportunidades para autorrealizarnos. Esa es la vida que debemos alumbrar no solo las mujeres sino también los hombres y toda la sociedad. Todo lo demás es un manto de oscuridad cerniéndose sobre nuestro horizonte.
"Cae la noche, o ha caído. ¿Por qué la noche cae, en lugar de levantarse, como el amanecer? Porque si uno mira al este, al ocaso, puede ver cómo la noche se levanta, en lugar de caer; y la oscuridad elevándose en el cielo, desde el horizonte, como un sol negro detrás de un manto de nubes. Como el humo de un incendio invisible, una línea de fuego exactamente debajo del horizonte, una pincelada de fuego o una ciudad en llamas. Tal vez la noche cae porque es pesada, una gruesa cortina echada sobre los ojos. Un manto de lana. Me gustaría ver en la oscuridad mejor de lo que veo."

El cuento de la criada - Margaret Atwood

Red Tulips. Fotografía de fauria81


Ficha del libro:
Título: El cuento de la criada
Autor: Margaret Atwood
Editorial: Bruguera
Año de publicación: 2008
Nº de páginas: 480

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