Revista Cultura y Ocio

El culpable discurso de José Bono

Por Ritofrancesmoderno

José Bono

El discurso que el Presidente del Congreso pronunció anteayer se lo encargó la Junta de Portavoces con motivo de los “75 años del inicio de la guerra civil”. José Bono, como suele, en la línea de un PSOE acomodaticio y renegado y de un PP gravemente alineado con la desmemoria histórica propugnada por la genética intelectual de los golpistas del 36, enlodó la memoria de quienes derramaron su sangre por las libertades republicanas. Ni les mencionó.

Se refirió lacónicamente a un neutro aniversario “de la guerra civil”, con la tibieza de quienes parecen querer olvidar y hacer olvidar al pueblo el golpe de Estado que, el 18 de julio de 1936, sembró España de cadáveres y propició la dictadura que industrializó el retroceso todavía padecido. Bono quedó reivindicado así como la más genuina expresión de este franquismo sociológico que aún nos aflige, y que tan difícil nos resulta sacudirnos.

Su recurso torticero y vil –manipulador- al presidente Azaña, con un párrafo descontextualizado que no era honesto sacar a colación en tal ocasión, manifiesta a las claras que Bono y sus señorías desean la amnesia social y, por tanto, propugnan descaradamente las tesis de la Causa General, contra el clamor de quienes aún ignoran el paradero de los restos de sus seres queridos, luchadores del progreso y la libertad, asesinados por los sicarios. No nos representan.

Con una deleznable referencia “a quienes murieron en defensa de sus ideales” –lo que engloba tanto a agresores fascistas como a agredidos (toda la sociedad democrática de la legalidad republicana)-, el discurso de Bono se ha convertido, así, en la consagración del mal y del fascismo, en la fría indiferencia ante el sufrimiento y la muerte, so pretexto de “desterrar el odio y la intolerancia de nuestras vidas”. Pero Bono parecía apuntar no a los felones franquistas del 36, sino a quienes, hoy, reclaman memoria histórica y decencia social y política.

El discurso del Presidente del Congreso ha supuesto descarada bendición de un golpismo al que acaso su señoría confunda con tolerancia y amor.


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