Revista Opinión

El "dedazo" de Rajoy en Andalucía es un error que augura otra derrota de la derecha frente al PSOE

Publicado el 12 febrero 2014 por Franky
El "dedazo" de Rajoy en Andalucía, designando desde Madrid al nuevo presidente del PP en Andalucía y próximo candidato, ha sido un error de grandes dimensiones que fue festejado ayer por el PSOE con brindis y alegría desatada. La intervención caciquil de Rajoy frustra un proceso de renovación del PP andaluz, que aspiraba a inaugurar una nueva etapa que dejara atrás la influencia agobiante de Javier Arenas, un político que genera profundo rechazo tanto en la Andalucía rural como en gran parte de la derecha sociológica andaluza.

Mariano Rajoy ha intervenido para parar los pies al secretario general del PP de Andalucía, José Luis Sanz, que tenía todo preparado para presidir el partido y ser el próximo candidato de la derecha en las elecciones autonómicas. El elegido de Rajoy ha sido Juan Manuel Moreno Bonilla, secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, un malagueño nacido en Barcelona.

La mejor prueba de que el "dedazo" de Rajoy constituye un error es la euforia que esa decisión ha provocado en el PSOE y en IU, partidos que gobiernan en coalición a los desdichados andaluces, que, después de no haber conocido otro poder que el de la izquierda, desde la muerte de Franco, siguen estando en el furgón de cola de la prosperidad española, víctimas de una presencia asfixiante de la Junta de Andalucía en la economía y la sociedad y marginados del verdadero progreso.

El PSOE cree que el "dedazo" iguala al PP con los socialistas, cuya líder, Susana Diáz, también fue elegida de esa manera antidemocrática por el anterior presidente, José Antonio Griñán. Pero el pSOE cree también que representa una victoria, desde la trastienda, de Javier Arenas, al que se considera promotor de la candidatura de "Juanma" Moreno Bonilla, lo que posibilita que los socialistas presenten al nuevo líder del PP andaluz como una marioneta del "gran amo" en la sombra de la derecha andaluza, algo que le restaría cientos de miles de votos.

El "dedazo", a pesar de que es la tradición y que ha sido utilizado tanto por la izquierda como por la derecha, es ahora mal recibido y pésimamente aceptado por unos ciudadanos que están al borde de la rebelión contra el abuso de poder y la corrupción de los políticos. Rajoy debería haber calculado el efecto contrario que tendrá su intervencionismo caciquil en la sociedad andaluza y en las mismas bases de su partido.

La única forma de amortiguar el duro impacto de la intervención de Rajoy es que el que iba a ser candidato oficial, José Luis Sanz, presente hoy los avales necesarios y se presente también para que el partido pueda elegir entre dos. De ese modo, el autoritarismo del cacique madrileño quedaría ligeramente disimulado, pero en el debate entre los partidarios de unos y de otros saldrían a la luz opiniones y valoraciones que interesan poco a la cúpula del PP, sobre todo la lucha solapada entre los patrocinados por el omnipresente Javier Arenas y los que quieren enterrar esa influencia, claramente perdedora y causante, según numerosos analistas y observadores, de que el PP conserve todavía la imagen de un partido franquista en la influyente y poblada Andalucía rural y de la permanente marginación del PP del gobierno andaluz.



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