Revista Diario

El desarrollo afectivo en el primer año del bebé

Por Zulema @MamaEsBloguera

El bebé como ser social que es, necesita desde que nace el contacto con el resto de personas de su entorno a fin de que su desarrollo emocional sea el adecuado. Puede parecer que un recién nacido solo necesita que le alimenten y le protejan, pero tan importante como la comida van a ser las muestras de afecto que reciba, especialmente de su madre.

Un bebé de pocos meses no va a ser capaz de expresar grandes emociones, más allá de llanto o la calma, o eso nos parece a nosotros, pero ya es muy consciente de lo que le rodea.

Su madre va a ser el principal vínculo para desarrollar esa afectividad. Se va a sentir calmado y feliz en sus brazos y por tanto este va a ser su lugar favorito donde estar.


Pautas afectivas a seguir durante el primer año del bebé


Es muy importante no obsesionarse durante estos primeros meses de vida con aquello de si se acostumbrará a los brazos, este es el mejor sitio donde puede estar un bebé y privarle de ello solo va a hacer que esa afectividad se vea coartada. La madre debe aprovechar ese tiempo que tiene en brazos a su bebé para hablarle, cantarle canciones o acariciarlo suavemente. Son todas ellas muestras de afecto y como tal las va a recibir el niño, fomentando así su propio desarrollo emocional.

Si bien es cierto que los primeros meses es la madre su referente afectivo, a partir de los seis meses van a entrar en juego con más fuerza otros referentes familiares. Si la relación con su madre es positiva y caracterizada por el cariño el bebé va a ser un ser sociable abierto a las relaciones con el resto de familiares. Es además el momento en el que aparece de forma clara la sonrisa como forma de interactuar con su entorno, el bebé además alza los brazos para que le cojan y emite ya los primeros sonidos de agrado. Todo ello va a facilitar su relación afectiva con los demás, creando positivas interacciones.


A partir de los 9 meses la interacción afectiva del bebé crecerá exponencialmente


Una vez el niño pasa de los nueve meses su movilidad ha aumentado así como su capacidad de interactuar con los demás. De este modo su círculo social se amplía y ya no solo contará con papá y mamá, seguramente le guste mucho salir a pasear en carro y ver gente, además de relacionarse con otras personas, abuelos, tíos, primos… Todo ello va favorecer su desarrollo afectivo, el hecho de conocer a otras personas amplía también su abanico expresivo.

Mantener este tipo de relaciones va a aportar al bebé confianza en si mismo, además de un sentimiento positivo que le hará crear esquemas mentales saludables. También hay que tener presente que si el desarrollo emocional de un niño es positivo las relaciones que él va a establecer van a seguir esa línea, interioriza así un modelo que le llevará a crear vínculos estables y positivos con los demás.


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