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El día antes de la felicidad - Erri De Luca

Publicado el 17 febrero 2016 por Rusta @RustaDevoradora

El día antes de la felicidad - Erri De LucaEdición:Siruela, 2009 (trad. Carlos Gumpert)Páginas:132ISBN:9788498412949Precio:13,90 € Leído en la edición en catalán de Bromera (trad. Anna Casassas, 2011).
Me he acostumbrado a reservar los libros de Erri De Luca (Nápoles, 1950) para aquellos momentos en los que busco sosiego, momentos de intranquilidad en los que la literatura puede aportarme calma, paz, serenidad. Hay algo en la palabra poética de este autor que tiene la capacidad de purificar, en el buen sentido, de hacer aflorar las emociones para reconciliarse con uno mismo, con la vida. No es que narre historias optimistas, ni que se prodigue en frases inspiradoras. No, él es un escritor serio. Todo radica en su voz, en su tono cómplice, que crea espacios de intimidad en los que el lector se sumerge. Bajo una aparente sobriedad, De Luca construye historias breves pero con un trasfondo inmenso, historias en las que importan tanto las frases, elaboradas con sumo cuidado, que dejan huella, como los oportunos silencios, unos silencios que contienen mundos enteros. Por eso, a pesar de su extensión, los leo despacio, sin prisa, recreándome en cada fragmento. Si empiezo este comentario con esta pequeña confesión tal vez se deba, de hecho, a que la calidez de sus obras me empuja a hablar de ellas con el mismo afecto, porque solo un análisis, por cuidadoso que fuera, no comprendería todo lo que el autor es capaz de dar.De Luca tiene una biografía de las que llaman la atención: de joven trabajó como albañil y conductor, y fue dirigente del movimiento de extrema izquierda Lotta Continua. Ha aprendido idiomas de forma autodidacta, entre ellos el hebreo (ha traducido pasajes de la Biblia al italiano). En 2015 fue noticia por pedir el sabotaje de las obras del tren de alta velocidad entre Turín y Lyon —la polémica dio lugar al panfleto La palabra contraria (2015), donde reivindica la libertad de expresión—, una acusación de la que al final fue absuelto. No comenzó a escribir hasta bien avanzada la treintena, pero ha aprovechado el tiempo: en estos momentos lleva publicados unos cincuenta títulos y se le considera uno de los escritores europeos más importantes de las últimas décadas —ha recibido, entre otros, el Prix Femina étranger por Montedidio (2002)—. Él reconoce que todas sus obras son autobiográficas (inventar le parece «un abuso de confianza»), y, cuando uno ha leído varios libros suyos, resulta fácil identificar sus temas habituales: la Nápoles de posguerra, con la pobreza, los camorristas y el dialecto —el mismo ambiente que recrea Elena Ferrante (Nápoles, 1943) en su saga Dos amigas (2012-2015), aunque con una concepción muy distinta de la creación literaria—; el adolescente que se inicia a la vida; la figura del mentor; la búsqueda de pertenencia; los escritores que cuentan las historias de los demás; el descubrimiento de la naturaleza; la soledad. En El día antes de la felicidad(2009) están todos presentes.
Nápoles se había consumido de tanto llorar en tiempos de guerra, ahora se desahogaba con los americanos, cada día era carnaval. Entonces entendí la ciudad: monárquica y anárquica. Quería un rey pero ningún gobierno. Era una ciudad española. En España siempre ha habido una monarquía pero también un gran movimiento anarquista. Nápoles es española, está en Italia por error. (83)

El día antes de la felicidad - Erri De Luca¿Cuál es el día antes de la felicidad? Han corrido ríos de tinta sobre la felicidad, pero no tantos sobre la emoción inmediatamente anterior a ella. Para un judío escondido durante la Segunda Guerra Mundial, el día antes de la felicidad es el día antes de la liberación. Para un adolescente napolitano, pobre y desamparado, pueden ser muchos días: el día antes de conocer el amor, de tomar las riendas de su vida, de emprender un viaje rumbo a lo desconocido. En esta novela aparecen los dos, el judío escondido y el joven que busca su sitio, aunque no a la vez: estamos en plena posguerra, y el chico, un muchacho huérfano de quien no se especifica el nombre, descubre el escondrijo donde se ocultó un hombre en 1943 («Los antiguos edificios contenían trampillas tapiadas, pasajes secretos, crímenes y amores. Los viejos edificios eran nidos de fantasmas», pág. 5). El joven, que nos habla en primera persona, se mete ahí para leer los libros que dejó el judío años atrás; dos generaciones unidas por las historias(«Me llevo los libros que tienen que ir al exilio, les doy una segunda vida. Igual que la segunda capa de pintura, que sirve de acabado, la segunda vida de un libro es la mejor», pág. 32). El narrador querrá saber la historia del judío, y don Gaetano, el portero, un amigo-mentor para él, le hablará de la guerra. Don Gaetano dice que puede escuchar los pensamientos de la gente (¿tiene un don o los escucha porque la vida le ha enseñado la empatía?). El protagonista, solitario y curioso, intenta encontrar su lugar en medio de la miseria mientras escucha las historias de su mentor y lee libros polvorientos.
Cuando volvía a casa aún pensaba en las clases. La escuela pública tenía una generosidad civil, la gratuidad que permitía que alguien como yo estudiara. Había crecido ahí dentro y no me percataba del esfuerzo de una sociedad para poner en práctica el deber. La instrucción nos daba importancia a los pobres. Los ricos se habrían instruido de todas formas. La escuela daba paso a los que no lo tenían, hacía igualdad. No abolía la miseria, pero entre sus paredes hacía posibles los iguales. La desigualdad comenzaba fuera. (110)

El viaje iniciático del joven hacia la vida adulta vehicula toda la novela. La orfandad —tiene una madre adoptiva, pero un tanto invisible— entronca con la búsqueda de pertenencia, que lo lleva a buscar también en el pasado, como si, de alguna forma, todos fuéramos el resultado de lo que ha ocurrido antes de nuestro nacimiento. Él solo siente que pertenece a la ciudad, la Nápoles pobre y embrutecida, donde él, un chico estudioso y sensible, es una rara avis. La narración, de una riqueza extraordinaria, bebe mucho de la oralidad —una mención para la traductora, Anna Casassas, por su trabajo con el dialecto napolitano—, del ambiente de la calle, de la gente sencilla. Y lo mismo ocurre con los recuerdos de la guerra: se cuentan las vivencias de la gente anónima, de los héroes que no aparecen en los libros de historia. El protagonista pone por escrito lo que le cuenta don Gaetano; como el narrador de Història d’Irene (2014), se convierte en un escritor que no inventa, que solo reproduce lo que otros le explican, un escritor que se concibe a sí mismo pequeñito («El escritor tiene que ser más pequeño que la materia que explica. Se tiene que ver que la historia se le escapa por todos lados y que él solo recoge unas migajas», pág. 66).Su relación con don Gaetano es otro de los pilares de la obra: la figura del adulto que, sin ser pariente del chico, ejerce un rol de mentor, padre y amigo a la vez. Con su habilidad para conocer los pensamientos de los demás, le ayuda a conocerlos, a tratarlos («Escuchaba sus pensamientos y contestaba, pero él no podía escuchar los míos. Con los pensamientos de los demás no se puede hablar, son sordos», pág. 14). Tiene muchos paralelismos con Mi planta de naranja lima (1968), de José Mauro de Vasconcelos, en la que, en un entorno también oprimido, un niño inquieto y con alma de poeta encuentra la complicidad en un señor, Portuga, que le enseña la vida. Incluso se parecen un poco en la forma, por la narración en primera persona del muchacho, una voz influenciada por el lenguaje coloquial de la calle y al mismo tiempo poética. Tiene asimismo mucho en común con otras obras del propio De Luca, como Tú, mío (1999), que relata el viaje iniciático de un adolescente que encuentra a su amigo-mentor en un pescador. Este tema de las relaciones intergeneracionales refuerza el de la búsqueda de identidad: el chico necesita el impulso de don Gaetano, e incluso del judío al que nunca conoció, para aprender a dar sus primeros pasos y comenzar su camino.
La luz del día acusa, la oscuridad de la noche da la absolución. Aparecen los transformistas, hombres vestidos de mujer, porque eso es lo que les dice la naturaleza y nadie los agobia. De noche no se piden cuentas. Salen los tullidos, los ciegos, los cojos, que de día todo el mundo rechaza. La noche, en la ciudad, es un bolsillo girado del revés. Incluso salen los perros, los que no tienen casa. Esperan la noche para buscar las sobras, hay muchos perros que consiguen salir adelante sin nadie. De noche la ciudad es un lugar como es debido. (22)

El día antes de la felicidad - Erri De Luca

Erri De Luca


El chico, con todo, no solo vive de las historias del pasado. De Luca condensa tanto las palabras que es capaz de plantear una obra muy completa en pocas páginas, en la que tiene cabida un tema esencial: el primer amor. El protagonista, de pequeño, se fijó en una niña que veía mirando por la ventana, una niña que no salía de su casa. Años más tarde se reencontrará con ella, pero que nadie espere una relación tierna (lo que no quita que la novela rebose ternura). Las diferencias entre los dos ya se entreveían en la infancia: él, un niño que jugaba a la pelota, un niño flaco, huérfano, de la escuela de beneficencia, con mucha calle a sus espaldas; ella, la misteriosa niña, encerrada en la jaula de cristal de su casa. En menor medida, se introduce también el descubrimiento de la naturaleza, como en los recuerdos del portero sobre la época en que vivió en Argentina —en El peso de la mariposa(2009), De Luca ya planteó una sugerente metáfora sobre el ser humano y el medio natural—. El día antes de la felicidad es, quizá, uno de los libros más logrados del autor: abarca todos sus temas fundamentales, esbozados, como siempre, con una contención emocional brillante y cero estridencias, con esa escritura sobria que no obstante derrocha intensidad. Profundo, reflexivo y bellísimo; cada fragmento es una pequeña obra de arte. A su modo, es un libro antes de la felicidad, porque lo que leemos nos reconfortará después.Nota: las citas son traducciones mías de la traducción al catalán, de modo que pueden no coincidir con exactitud con la edición en castellano.

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