El día de Néstor

El transito a la inmortalidad de Néstor Kirchner representa dos caras de una misma moneda. Lo es porque el Flaco en poco tiempo sembró esperanzas y sueños, donde miles de jóvenes y no tan jóvenes empezaron a levantar la frente. Costó, después de tanto tiempo de andar encorvados.Son las dos caras, pura dialéctica hegeliana donde la síntesis es la militancia. Pero una cosa no quita la otra ni la reemplaza... ¡hacés tanta falta flaco!Los días como hoy se me vienen a la cabeza muchas imágenes de las que evitaré para no caer en redundancias lacrimógenas, sólo lo resumiré con: un profundo vacío que incita a la acción, a no quedarse quieto, a hacer algo. ¿Algo cómo qué? Y militar, viejo. Es muy dificil a veces salir a asomar el hocico a la calle porque es muy cómodo sentarse en una silla y empezar a escribir y tirar consignas con el "deberíamos hacer..." mientras te fumás un pucho y algunos hasta se rascan un huevo.La partida de Néstor le abrió la puerta a un sinfin de militantes, de todo tipo, porque los hay. Están los que ya lo conciben como un todo al que el resto es accesorio y está bien. Es un sentir. Néstor jamás se quedó quieto y tuvo la suerte de contar con una compañera de lujo. Pero confieso conocer a varios compañeros de base con un futuro promisorio, siempre y cuando no pierdan de vista sus convicciones, un horizonte político, que la rosca no los consuma.  También los hay los que lo sienten como una parte importante aunque para no ser un cuadro político, como yo y otros que conozco, y también está bien. Que el mejor homenaje sea ser transgresores que es, precisamente, lo más díficil porque siempre va a estar el que te dice "no es el momento". Es un deber de todo militante recordarlo a él por lo que fue, por lo que Gabriel Pandolfo resumió magistralmente en un libro biográfico: "El Presidente militante". Así lo fue, y por eso lo queremos. Porque supo caminar por el barro también y supo, como decía Marechal, durante la tormenta dar la cara al viento como los leones para que su pelambre no se desordene. Así lo hacía Néstor  dando siempre la cara a todos los problemas porque es la mejor manera de permanecer peinado.