Revista Diario

El día que cambié mi primer pañal

Por Sandra @sandraferrerv
Esta mañana, mientras cambiaba el pañal a mi niña pequeña no me he dado cuenta y lo he cogido del revés. Una sonrisa ha aparecido en mi rostro. De repente he recordado una graciosa anécdota que me sucedió nada más nacer mi hijo mayor.
Después de meses de preparación en los cursillos de preparto, después de leer libros, revistas, webs, pensaba yo que estaba más que preparada para afrontar la llegada de mi pequeño. Esto iba a ser la cosa más fácil del mundo. Y llegó mi bebé; todo precioso. Nos subieron a la habitación; llegaron las visitas. Todo alegría. Pasaron las horas y entró una comadrona. Preguntó: ¿Le habéis cambiado el pañal? ¿Cómo, ya? Ah, yo pensaba que esto duraba todo el día, ¿no? Después de ver esos anuncios de pañales super ultra absorventes, qué queréis que os diga. Pero no. Bueno, pues allá que vamos. En la habitación estaba yo con algunos miembros de mi familia; todos universitarios, gente preparada... pero no para poner un triste pañal. Después de mirarlo unos segundos como si buscáramos las instrucciones nos lanzamos a cambiar el paquetillo. Un celo por aquí, una goma por allá, levantamos las piernas del bebé, a ver, sí. Perfecto. Ya está. Súper orgullosos que nos quedamos. En eso que entra de nuevo la comadrona que seguro que no se fiaba mucho de nosotros. Coge al niño y con una sonrisa socarrona nos dice: Lo habéis puesto al revés. ¿Al revés? Ah, pero tiene derecho y revés. Vaya, vaya. Interesante.

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