Revista Humor

El día que piloté una avioneta

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu
Los que me conocéis desde hace un tiempo sabéis que llevo mucho diciendo que quería pilotar una avioneta. Era un cupón que me encontré más o menos por la fecha que hice el viaje en globo, pero por entonces el presupuesto solo me permitía una de las dos actividades y elegí el globo. Luego, cuando tuve dinero, ya no estaba el cupón y no ha vuelto a haber uno hasta hace poco. Nada más verlo lo compré, a pesar de que mi horrorizada madre intentó detenerme diciendo que, si todavía me lío con el coche y llevo un año y pico con el carnet aprobado, ¿cómo se me ocurría pilotar una avioneta?
-Pues por eso, mamá -le respondí-. Porque con este cupón tendré a un instructor al lado que puede hacerse cargo de los mandos si la lío parda.
yo con la avionetaAsí pues, mi resignada madre me vio partir rumbo al aeródromo de Camarenilla, donde entregué mi cupón y me condujeron hasta el ultraligero que estaba a punto de pilotar.
En este punto debería decir que me da un poco de miedo volar. Nunca he dejado que eso me detenga, pero lo cierto es que mi nivel de estrés se incrementa varios puntos cuando me subo en uno de esos aparatos, en especial durante el despegue y mucho más durante el aterrizaje, momento en el cual tiendo a marearme.
En parte también lo he hecho por eso: porque creo que los miedos se curan con tratamiento de choque. Me curé el miedo a hablar en público apuntándome a todas las actividades que implicaban hablar en público durante la carrera: pues con el miedo a los aparatos voladores tiene que ser más o menos lo mismo.
yo con la avionetaAntes de meterme en el avión, el profesor me explicó todas las partes del mismo, habló de sus características y de cómo funciona. Básicamente se maneja con una palanca y dos pedales: uno para cada dirección. Parece fácil, pero aun así tenía miedo de liarme. Mi madre tiene razón, no tengo coordinación ninguna, soy por naturaleza una torpe sin remedio. Por eso me cuesta tanto pasarme los videojuegos que requieren el uso de más de dos botones ^^.
El despegue y el aterrizaje los realizaba el instructor (básicamente, por eso seguimos vivos los dos) pero, una vez en el aire, me dejó manejar los controles. Parece fácil, pero como aprietes un poco más de la cuenta (lo cual es fácil) te pasas y puedes liarla. Lo importante era ver tres-cuatro dedos de paisaje, ni más ni menos, y que una bolita se mantuviera centrada cuando girabas. No creo que se me diera muy bien, pero, a pesar del miedo y de la amenaza de mareo (eso se agita como un bote en mar revuelta), conseguí no estrellar el avión.
En definitiva, me lo pasé pipa, aunque, teniendo en cuenta mi torpeza, lo lejos que está de casa y lo caro que resulta, no sé si repetiría la experiencia.
Por cierto, pronto viviré otra pequeña aventura. Será en un túnel de viento, el de Hurricane Factory situado en el Sambil, el próximo 28 de septiembre. También tiene que ver con volar, aunque esto no me da miedo, solo me inspira respeto. Os mantendré informados de toda la experiencia...-------------------------------------------------------------------------------- Follow @DeborahFMuBanner Apúntate a la newsletter
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