“El discurso del Rey”: o como hacer un buen film

Mi nivel de escepticismo estaba en cotas muy altas ante este film. Y es que para confiar en una historia referente a un biopic sobre un monarca británico atorrante, inseguro de si mismo y déspota con todo el que le rodea, no es que sea un buen aliciente que me arrastrase a gastar tiempo y dinero en su visionado. Pero puedo admitir, casi sin avergonzarme, que por primera vez le di un atisbo de confianza a la decisión ecuánime del jurado de los globos de oro, por otorgarle a Colin Firth el galardón como mejor actor. Eso me impulsó a tener que comprobar que tanto me podía enseñar dicho señor, al que solo había tenido la oportunidad de verlo interpretando algún papel envuelto en comedia, sin pena ni gloria.

La sorpresa que me conseguí en la sala de cine fue mayúscula. Una producción que cuida muy bien su ritmo, basando su argumento en una amistad atípica y una historia de superación, todo entorno al problema de un ser humano en afrontar sus peores temores. Una historia sencilla, si no fuese porque cuenta con todos los matices históricos que le dan la credibilidad suficiente para armar un guión sólido pero solamente posible de llevar a cabo si cuentas con una magistral interpretación por parte de su protagonista. Y esta obra la posee, vaya que la posee.

Para quien no este familiarizado con la historia de la monarquía inglesa y los hechos que acontecieron ante la inminente llegada de la 2da guerra mundial y la declaración de la guerra por parte de Gran Bretaña hacia Alemania, este film puede resultar tan interesante como para el que sea un letrado en el tema. Y es que más que un impedimento, se transforma en una amena historia que te pone al tanto rápidamente del entorno político y social de esa época.  Por supuesto, si el espectador tiene clara cierta parte de los hechos de uno de los sucesos más importantes y crueles del siglo XX, puede hallarle mucho más sabor al guión, y guiños interesantísimos. El film nos remonta a los años 30 donde el nuevo gobierno alemán, unido al crecimiento exponencial del ejército ruso, planteaba serios dilemas en la paz de la zona europea, dilemas que eran de vital importancia para la corona británica donde el Rey vigente era un Jorge V en tiempos cercanos al sepulcro. Se veía con preocupación la sucesión del trono (ya que para ellos la guerra era cuestión de tiempo) y con un heredero directo mas pendiente de estar entre faldas, el Rey apostaba mas  como su posible sucesor a su segundo hijo, perfecto para la toma de firmes decisiones, pero con el “pequeño” detalle de ser tartamudo irremediable.

Muchas personas sufren de tartamudez, y es algo que mengua mucho la autoestima. Si a alguno de ellos se le  asignara la responsabilidad de tener que unir a un pueblo entero en un sentimiento patriótico de lucha contra la opresión germana, teniendo como herramienta tan solo el uso de la palabra en un discurso lo suficientemente convincente para mantener a todos con esperanzas, el sentimiento de terror de dicha persona aumentaría exponencialmente. Solo piensen en esa situación. Si en casos particulares en nuestra vida nos tocase hablar en público ante una mediana audiencia, el hecho de sentirnos nerviosos sería algo totalmente normal y comprensible. Imagínense ahora si sientes que no puedes pronunciar “normalmente” dichas palabras y el futuro de tu nación y toda Europa dependen en gran parte de ello. Acojonante.

Así que más que la historia de un monarca atorrante, nos encontramos con una lucha constante de una persona ante sus peores miedos, sentir la burla de su familia, el desprecio de su pueblo, y seguir siendo esa persona con baja autoestima la cual es el objeto de chistes en cada reunión social, el marginado, el ta-ta-tarta mudo. Allí es donde entra la ayuda de un reconocido logopeda (interpretado magistralmente por Geoffrey Rush) que es capaz de hacerlo enfrentarse a sus dragones, a sus temores que desde la infancia lo han sumido en un impedimento, que mas que físico, es psicológico.

Decir que la interpretación de Colin Firth como el Duque de York y posterior Rey Jorge VI roza la perfección, no es exagerado en absoluto, pero sería injusto dejar de lado a su colega-doctor Lionel (G. Rush), que gracias a su comicidad y talento pone la guinda perfecta para que Collin pueda ser ahora uno de los máximos candidatos a la estatuilla de los Oscar. Tampoco se puede dejar de lado ese estilo tan inglés deTom Hooper, sabiendo dirigir una historia sobria sin dejar de lado los toques del particular humor británico, ayudado por supuesto de un guión perfectamente confeccionado e ideado por un menos conocido pero veterano David Seidler. En cuanto a la actuación de Helena Bonham Carter (como la Reina Elizabeth), solo decir que fue bastante discreta pero acertada, ya que el papel tampoco le otorgaba la libertad como para hacerla destacar. Mención especial a Timothy Spall, por su corta pero brillantísima interpretación de Winston Churchill.

En definitiva, un film total y absolutamente recomendado por lo que a mi respecta, tanto por su amena historia, como por el par de geniales intérpretes de su dúo principal, además de demostrarnos el poder del ser humano en superar sus dificultades. Un digno film que podría hacerse poseedor de unas cuantas  estatuillas, con el permiso de obras mucho mas publicitadas en Hollywood como la “Red Social” u ”Origen”: Creanme que no son de gratis sus recien anunciadas 12 candidaturas para el próximo 27 de febrero.

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