Revista Coaching

El dolor que nos quieren ocultar

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

violencia-mediatica

Si me atengo a lo que leo, oigo y veo diariamente en los medios de comunicación parece ser que, en cuestiones de criminalidad, España es un país excepcional pues aquí solo fallecen al año algunas decenas de mujeres por violencia de género y un puñado de adolescentes desaparecidas que luego no se vuelven a encontrar. Que sepamos, casi nadie más. Sobre unos 47 millones de habitantes, no parece que las cosas vayan muy mal.

¿Es esto verdad…?

El pasado 9 de Septiembre el diario El País publicaba un reportaje que titulaba “1.270 búsquedas activas de desaparecidos en España”. De ser esto cierto, parece que alguien no dice toda la verdad.

¿Por qué esta exhaustiva contabilidad informativa de las mujeres asesinadas por sus parejas? y ¿porqué no existe tal para los hombres que también han sufrido alguna agresión conyugal? ¿Por qué en la actualidad solo Diana Quer ocupa a diario todos los noticiarios cuando las otras 1.269 personas desaparecidas también lo están? Detrás de esta flagrante discriminación ¿qué intereses hay…? Así las cosas, ¿no es esta una forma de “Violencia Mediática” que paradójicamente se viene a sumar a las que se pretenden ocultar?

No lo puedo callar. Me enciende por dentro cualquier tipo de arbitrariedad que no conceda igualdad de oportunidad a quien tiene el derecho constitucional y moral de ser como los demás. Y todavía me indigno más cuando esta parcialidad afecta al dolor de las personas. Dolor que para todos si es igual.

Desoladamente, una vez más, vengo a denunciar (sin la capacidad personal de resolver) una ilegalidad que como tantas otras solemos asumir sin rechistar, aunque si puedo aportar mi recomendación personal para gestionar una emoción de las más penosas para cualquiera que tenga algo de sensibilidad. En la crónica 107 de “Marathon-15%: 115 CLAVES DE SUPERACIÓN PERSONAL” titulada “El dolor” escribo:

“En el mundo de lo normal, nadie busca el dolor pero cuando viene pocos lo saben gestionar. ¿Será quizás porque consideramos al dolor como algo fuera de lugar, algo ajeno a nuestra vida y sin derecho a tenernos que visitar, algo en lo que mejor no pensar? El dolor, aun no querido, forma parte involuntaria de nuestra realidad por lo que ignorarlo poco ayudará a recibirlo bien preparados cuando se haga anunciar.

El dolor, como cualquier otra manifestación de lo que nos produce malestar, también es susceptible de entrenar para minimizar unos efectos negativos que no debieran comprometer en exceso ningún resultado final…”

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro


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