Revista Cultura y Ocio

El duelo es esa cosa con alas. Max Porter

Por Mientrasleo @MientrasleoS
El duelo es esa cosa con alas. Max Porter
     "Llenaremos esta casa de libros y la llenaremos de juguetes y lloraremos como niños abandonados en el parque."
     Esta vez fue el texto de la cubierta el que me obligó a compara la obra. Me pareció sincero y estremecedor, humano y honrado a la vez. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El duelo es esa cosa con alas.
     La esperanza es esa cosa con plumas, dijo Emily Dickinson mientras Poe hablaba de un cuervo o Ted Hughes, presencia constante en esta historia, también tuvo su pájaro. Y supongo que todos ellos también tuvieron su duelo. Eso es lo que le pasa al protagonista de esta historia, un padre de familia que está escribiendo un libro sobre la obra de Hughes y tiene dos hijos, que la vida le golpea arrebatándole a su mujer, y tiene que enfrentarse al dolor, a la pérdida y a esos terribles vacíos cotidianos que jamás abandonan a quien pasa por algo así.
     El duelo es esa cosa con alas en un libro escrito a tres voces: la del padre, la de los niños, la del cuervo... Escrito casi como un poema, es un testimonio del dolor súbito e inabarcable que se instala dentro de quienes son golpeados por la tragedia. Es una sucesión de recuerdos del padre, un lugar en la cocina, un aroma, la angustia ante el olvido de un pequeño gesto; y también es el presente de esos niños que pierden a su madre; su rabia, sus juegos, su mirada escrutadora. Y es, por encima de todo, la voz de un cuervo que cobija a esa familia. Si el cuervo de Poe graznaba "Nunca más" este anuncia sus intenciones con un "No me iré hasta que no me necesites más". Ese cuervo cuyos significado simbólico se ha discutido tantas veces, llega a un hogar destrozado, tapando ese vacío repentino con un terrible dolor, un luto, el duelo. Y lo hace con voz protectora, de lugar necesario, a veces cruel y a veces humano, como la propia vida que se empeña en seguir avanzando sin dignarse a detenerse un solo instante cuando sufrimos una tragedia. El propio padre lo dice declarándose el epicentro de una galaxia formada por visitas de personas con buenas intenciones a un lugar vacío, sin sentirse demasiado culpable por ver las cosas así.
     Pero no penséis en sentimentalismos. La novela tiene grandes golpes de efecto, sobre todo con los niños, terriblemente sinceros en sus declaraciones. Niños que cambian, doloridos, agresivos frente a ellos mismos... y también protectores que flanquean a su padre, lo que les queda, y el temor a que se vaya. Y la novela se convierte en un canto a la fugacidad, al detalle, un recuerdo de mil pequeñas cosas por las que pasamos de largo que luego pueden convertirse en los anclajes necesarios para transitar con una línea de vida como hacen los escaladores. Y así una madre que regaña por manchar un espejo de pasta de dientes cuando eres niños, es recordada salpicándolo a posta cada noche, con intención, de una forma visceral que no necesita romper el espejo para que el lector comprenda perfectamente de lo que nos habla Max Porter. Y así como la vida sigue, un día el padre limpia el espejo con los niños y uno de ellos declara que se ve mejor. Y sin más sentimentalismo, ya que tras cepillarse los dientes uno tiene otras cosas que hacer, el autor atenaza a un lector que ya se ha entregado a la historia hace páginas y observa desde una esquina temeroso de ser descubierto, en un silencio absoluto, casi reverencial.
     Realmente no tenía claro lo que me iba a encontrar al abrir este libro, y es muy difícil definir lo que me encontré. Acaso un testimonio de un lugar común realizado por una familia cualquiera, tal vez una suerte de fábula por la que todos transitamos algún día... tal vez. Lo que tengo claro es que esta obra no deja hueco a las medias tintas ni a los lectores indiferentes, que es un libro difícil de explicar y que se tarda un tiempo en digerir, y que tal vez no vaya a aparecer en las listas de los más vendidos, pero motivos no faltan para recomendárselo a cualquiera. Me ha gustado, me ha dolido, me ha conmovido. Lo he disfrutado. Los libros hay que sentirlos.
     Y vosotros, ¿recordáis algún título que dejase una huella en vuestro alma de lector?
     Gracias.
La esperanza es esa cosa con plumasque se posa en el alma,y entona melodías sin palabras, y no se detiene para naday suena más dulce en el vendaval;y feroz tendrá que ser la tormentaque pueda abatir al pajarilloque a tantos ha dado abrigo.La he escuchado en la tierra más fríay en el mar más extraño;mas nunca en la inclemenciade mí ha pedido una sola migaja.La esperanza es esa cosa con plumasEmily Dickinson

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