Revista Arquitectura

El edificio de Teléfonica en la Gran Vía madrileña

Por Lparmino @lparmino

El edificio de Teléfonica en la Gran Vía madrileña

Edificio Telefónica en la Gran Vía de Madrid
Fotografía: lev - Fuente


Uno de los personajes de la novela de Max Aub, La calle de Valverde (1961), comparaba con la ciudad de Nueva York el edificio que acababa de construirse en los años de la dictadura de Primo de Rivera en la Gran Vía madrileña en su confluencia con las calles Fuencarral y Valverde. El conocido como el primer rascacielos europeo se erigió como el resultado palpable del Real Decreto de 25 de agosto de 1924 firmado por Alfonso XIII que autorizaba al gobierno de Primo de Rivera la reforma de la red telefónica nacional con la firma de un contrato con la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) filial de la norteamericana International Telephone and Telegraph (ITT), a la que se otorgaba el monopolio del servicio telefónico nacional. Así se daría paso a un programa de construcción de edificios entre los que destacaría el madrileño, por ser producto de la arquitectura estadounidense de los años anteriores a la quiebra bursátil del 29.

En este contexto, el protagonista de la gestación del edificio será el arquitecto  Ignacio de Cárdenas (1898-1979) quien, recién finalizados los estudios en la Escuela de Arquitectura de Madrid, será reclamado por el departamento de edificios de la CTNE para que junto al ya experimentado arquitecto Juan Moya realicen el primer proyecto para el inmueble que albergará las oficinas y la central telefónica de la capital española.

El edificio de Teléfonica en la Gran Vía madrileña

Edificio Telefónica
Fotografía: Fermín R.F. - Fuente

Juan Moya (1867-1953) era un reputado profesional, arquitecto de los Reales Sitios, de la Catedral  de la Almudena de Madrid y catedrático de la Escuela de Arquitectura. En su estilo, académico en exceso y defensor de los  historicismos neobarrocos tan en boga en la España de comienzos del siglo XX.

Con estos antecedentes Juan Moya realizará un anteproyecto al estilo del Hospicio de Madrid (Pedro Navascues Palacio, 1992) comenzando así las diferencias con Ignacio de Cárdenas, cuyo deseo era orientar el proyecto hacia el estilo cubista o moderno, y con los responsables de la CTNE que reclamaban mayor sencillez de diseño. En este punto y sin querer renunciar a su estilo Juan Moya abandonará el proyecto e Ignacio de Cárdenas será reclamado en Nueva York donde junto a Louis S. Weeks, el arquitecto de la ITT, concretarán la forma definitiva de lo que por un corto periodo de tiempo sería el edificio más alto de Europa.

Cárdenas, esta vez en América, tiene que volver a enfrentase a la imposición de elementos de la arquitectura de revivals que ahora venía de la mano del arquitecto estadounidense, terminando por aceptar las alturas y retranqueos que forman los conocidos set becks y las dos fachadas al clásico estilo español, plateresco adornado con los escudos de las provincias, muy del gusto de la burguesía norteamericana accionista de la compañía.Ante la duda de si Cárdenas únicamente firmó el proyecto gestado por Weeks, la tesis doctoral De Gran vía al distrito C. El patrimonio arquitectónico de Telefónica recientemente defendida (Francisco Javier García Alcarraga, UNED, 2011) concluye que el estudio del estadounidense no hizo más que  orientar la labor que más tarde se concretaría en Madrid, manteniendo una fachada historicista inspirada en el Barroco de 1700, y una fachada lateral, que en opinión de Navascués sería la más neoyorquina que abren las puertas a un edificio de catorce plantas y 89,30 m de altura con un primer cuerpo retranqueado a partir del octavo piso con cuatro alturas a la manera neoyorquina, un segundo cuerpo formado por los pisos doce y trece y un tercer cuerpo con un depósito de 40.000 litros de agua.

El edificio de Teléfonica en la Gran Vía madrileña

Vista frontal del Edificio Telefónica
Fotografía: Zarateman - Fuente

La fachada se recubrió con granito de Colmenar, al igual que la planta baja y sus detalles ornamentales. Para el resto se utilizó piedra bateig de Monóvar. El vestíbulo y las plantas nobles acumularon la decoración a base de taraceas, maderas nobles y cerrajería artística contrastando con la sencillez del resto del edificio cuyas ventanas metálicas con contrapeso y los ascensores de marca OTIS fueron traídos de lo Estados Unidos de América, así como la moda de imprimir los números de las puertas sobre el vidrio, detalle que según las palabras de Cárdenas era lo más neoyorquino del edificio.Así entre 1926 y 1930 queda construido en un tiempo récord uno de los edificios emblemáticos en la configuración de la actual Gran Vía madrileña y testigo de los convulsos acontecimientos transcurridos durante la fratricida guerra española, años en lo que se convierte en objetivo de las tropas franquistas y en los que Cárdenas minuciosamente va documentando los daños sufridos por los cruentos bombardeos que no consiguieron derribarlo, haciendo de él una de las construcciones más admiradas por los madrileños.Al final de la contienda el edificio será reformado adquiriendo en los años cincuenta la imagen que conocemos en la actualidad.Esta es pues la historia del que por durante un breve periodo de tiempo fuera el primer rascacielos de Europa, levantado a imagen de los edificios de edad dorada de la arquitectura norteamericana.Pilar C. Garrido Barba


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