Revista Opinión

El 'Eje del mal' en la España degradada

Publicado el 18 noviembre 2012 por Franky

España está tan mal que la gente, sin esperanza y aplastada por la desilusión, los impuestos y el mal gobierno, ya no aguanta mas. La pobreza se desborda y la ilusión ha sido erradicada de una sociedad conducida hacia el matadero por una de las clases políticas peores del mundo conocido. Sus fechorías, errores y abusos han sido insoportables, pero los políticos, los grandes autores del crimen de España, no han actuado solos y han podido contar con la ayuda de miserables, cobardes y fanáticos esclavizados. En España se acerca la hora de ajustar cuentas y de conocer las terribles verdades que, cuidadosamente, han ocultado las élites que detentan el poder. Pronto, cuando el pueblo ya no sea capaz de resistir más indecencia e injusticia, la inmundicia que se esconde hoy bajo las alfombras del poder saldrá a flote y todos conoceremos a los canallas y a sus incalculables y sorprendentes fechorías.
¿Donde están los grandes culpables de la degradación actual de España? ¿Quienes son los principales artífices de la desgracia? ¿Son los políticos los únicos culpables del desastre? ¿Qué papel de culpa le corresponde a los ciudadanos? ¿Cómo podemos identificar a los integrantes del "Eje del mal" que ha llevado hasta la derrota y la ruina a nuestra nación?
Los grandes culpables del desastre de España o el "Eje del mal" que ha arruinado y destrozado el país está integrado por los siguientes grupos: Partidos políticos; políticos profesionales; sindicatos sometidos, jueces politizados y sumisos; élites financieras y banqueros; periodistas sometidos; organizaciones patronales mafiosas; empresarios y profesionales babosos y ciudadanos sin ciudadanía, sometidos, fanatizados, engañados y esclavos del poder.
Esos grupos son los merecedores de la gran ración de ignominia y oprobio que corresponde a la población española por degradar al país, empobrecerlo, llenarlo de corrupción, desempleo y tristeza y por arrebatarle los valores y el prestigio, hasta convertirlo en un juguete roto y en el hazmerreir de medio mundo. Esos son los sectores y grupos más sucios y asquerosos de la nación española, los grandes culpables de la degradación y del hundimiento de la patria. La parte de culpa que corresponde a esos grupos es tan voluminosa que apenas quedaría libre entre un 5 y un 10 por ciento del total para culpar al resto de los grupos y sectores del país.
En la cabeza, ocupando el lugar de honor como grandes culpables del drama español, están los partidos políticos y sus políticos profesionales, lo peor de la nación, gente traidora que ha utilizado su inmenso poder para pervertir la democracia, que ha suprimido los controles y contrapesos que el sistema democrático establece para limitar el poder, ha antepuesto, sistemáticamente, sus intereses al interés general y al bien común y ha contaminado a la sociedad entera con su corrupción, abuso de poder, arbitrariedad y mentiras. Nadie como los políticos son merecedores de oprobio y desprecio por parte de la ciudadanía española. Muchos han robado, aplicado las leyes con arbitrariedad, sembrado el odio y la envidia en la ciudadanía, mentido, engañado, falseado concursos públicos, trucado oposiciones, cobrado comisiones ilegales, chantajeado, beneficiado a los amigos, marginado a los adversarios, comprado votos y repartido el dinero publico con criterios parecidos a los que utilizaba la mafia de Chacago. Ninguno de ellos ha denunciado la podredumbre que les rodeaba, lo que les convierte, masivamente, en cómplices y colaboradores del desastre. Ninguno ha pedido públicamente perdón por los abusos, traiciones y errores de ellos o de sus compañeros de partido. Son el auténtico núcleo duro y mugriento del "Eje del mal".
Dentro del nefasto capítulo "Políticos", especial mención merecen los nacionalismos, sobre todo el catalán y el vasco, que han dedicado sus mejores esfuerzos, en los últimos treinta años, a envenenar a la sociedad, a sembrar el odio a España, a fomentar el victimismo, a falsear la Historia y a practicar el boicot constante al Estado, a la unidad y a la misma idea de España.
Detrás de los políticos y de sus partidos, líderes indiscutibles del desastre y de la traición a España, están los sindicalistas, jueces, banqueros y periodistas, los grandes cómplices del drama y la guardia de corps que ha servido a la casta política para engañar, expoliar, someter y reprimir a los ciudadanos. Sin la sucia complicidad de estos profesionales, la gran estafa política y el asesinato de la democracia en España no hubieran sido posibles. El sindicalismo, especialmente UGT y CC.OO., y la patronal organizada han abandonado la representación democrática de los trabajadores y empresarios para insertarse en el poder político y participar, de manera inmoral, en el gran festín del dinero público fácil, lo que les ha convertido en los peores cómplices de "la casta". Tanto los periodistas sometidos como los jueces politizados y los banqueros inmorales merecen el título de "perros del poder", porque han olvidado su deber de servir a los ciudadanos y a la democracia para convertirse en guardianes y en sostenedores de la casta política y de sus tropelías, corrupciones y arbitrariedades.
Existe en España un lamentable y viscoso ejército de empresarios y profesionales babosos que se arrastran sin decoro ni dignidad ante el poder, mendigando siempre parte del pastel del dinero público y aceptando sin escrúpulos participar en la corrupción y el cohecho. Los ves siempre en los actos públicos, doblando el espinazo y compitiendo por dar la mano y postrarse ante el presidente autonómico, el ministro, el consejero o el alcalde. La baba que destilan es uno de los más nocivos componentes del caldo sucio que contamina la democracia española.
Y, finalmente, llega la culpa del mismo pueblo, enorme y triste, digna de la vulgaridad y la mediocridad impuesta por la política. Se someten al poder, defienden a los suyos con fanatismo y sin espíritu crítico, votan a pesar de que sus votos sostienen el injusto sistema político español y renuncian a la ciudadanía para arrojarse en brazos de la esclavitud, sin espíritu crítico, sin responsabilidad democrática, sin hacer valer sus derechos, sin cumplir sus deberes, sin defender la democracia, como es su deber de ciudadanos. Ellos son el ingrediente base de la sopa maloliente que impregna a España de hedor, injusticia y abuso. No son los protagonistas del gran delito, pero son sus palmeros y los cómplices de una de las peores castas políticas del planeta.


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