Revista Salud y Bienestar

El ejercicio físico ayuda a las mujeres intervenidas de cáncer de mama a sentirse mejor durante el tratamiento y después de éste‏

Por Fat

Seguir una dieta sana, baja en azúcares y grasas, y practicar al menos de una hora de ejercicio físico como mecanismo básico de prevención puede disminuir hasta en un 30% el riesgo de padecer un cáncer de mama, según diferentes estudios llevados a cabo por la Organización Mundial de la Salud (OMS)1. Con motivo del Día Internacional del Ejercicio Físico, que se celebra el próximo 6 de abril, la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), quiere insistir en la recomendación de practicar deportes como la natación y la gimnasia por el efecto beneficioso no sólo en la prevención del cáncer, sino en aquellas mujeres intervenidas de cáncer de mama.
De hecho, tal y como insiste María Antonia Gimón, presidenta de FECMA,  “para una mujer intervenida de cáncer de mama la práctica de ejercicio será de gran ayuda para recuperar la fuerza y movimiento en su brazo y servirá para reducir el dolor y la rigidez del hombro”. Asimismo, añade que “el ejercicio regular ayuda a las pacientes a sentirse mejor tanto durante el tratamiento como después de él”.Los expertos recomiendan que estos ejercicios se inicien en el postoperatorio inmediato, bajo la supervisión y el adiestramiento del personal sanitario comenzando de forma lenta y suave para ir progresando en práctica habitual para la mujer. “Desde un punto de vista práctico, el ejercicio debe ser practicado de forma continuada y progresiva, que no suponga agotamiento de la paciente”, afirma María Antonia Gimón. Otros beneficios demostrados del ejercicio son sus efectos cardiosaludables y la prevención de la osteoporosis, que se desarrolla con más frecuencia en mujeres con cáncer de mama tanto por el tratamiento quimioterápico como por la inducción de menopausia temprana por el empleo de tratamientos hormonales de última generación.
Asimismo, la presidenta de FECMA apela a la responsabilidad de la mujer sobre su salud y sobre sus hábitos de vida, ya que existen datos sobre la relación entre la alimentación y el cáncer de mama: a modo de ejemplo, las dietas con alto contenido calórico y el consumo de cerveza pueden aumentar el riesgo de recurrencia. Por el contrario, los expertos recomiendan mantener una dieta con alto contenido de verduras y frutas y rica en fibra, ya que representa un factor clave en la prevención de este tipo de tumor.
Según explica Gimón, “sabemos que una dieta saludable puede hacer más efectivo el tratamiento e incluso permite recibir una dosis más alta del mismo para conseguir aumentar las posibilidades de recuperación. Además, una terapia nutricional adecuada ayuda a evitar lesiones en el tejido corporal, reconstruirlos y combatir infecciones”.

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