Revista Cultura y Ocio

El enviado de la muerte

Por Jose Jose Lorente @LorenteCapitan

—¿Quién eres tú?Végano.—¿Quéhaces aquí?He venido a matarte.—¿A mí?Sí, a ti.—¿Por qué?No lo sé, sólo séque debo terminar con tu vida.—¿Quién te manda?No es asunto tuyo.Sí, sílo es. Se trata de mi vida y mi muerte.Me envía la muerte en sí—¿Esa de la guadaña?Sí, esa misma.—¿Y por quéno ha venido ella?
Estáenferma.—¿Enferma? ¿De qué? No te creo.Tiene fiebre. Ayer estuvo expuesta a bajas temperaturas.—¿Dónde?En el cielo, ¿dónde va a ser?—¿Y por quéno bajóal infierno si sabe que en el cielo coge frío?Porque en el infierno no puede entrar.—¿No? ¿Por qué?Porque yo no le dejo.—¿Tú? Si sólo eres un mandado.Sí, pero vivo en el infierno.—¿Entonces mi muerte serácruel y estoy destinado al infierno?Sí—¿Y por quéno lo has dicho antes?No es asunto tuyo.Sílo esse trata del nuevo sitio donde voy a vivir. Al menos tendréque saber en quécondiciones.Allíno hay condiciones.Siempre hay condiciones, en todas partes.Sólo una.—¿Cuál?Morir.—¿Y por quéno lo has hecho ya?Porque has preguntado.Sí, pero podrías haberme matado sin dejar que preguntase tanto. ¿Te sientes solo?No.—¿Pues?No es asunto tuyo.Y vuelta con el asuntoEs que no es tu asunto.—¿Cómo no?No.SíNo.Sí, y punto.No, y seguido.Ah, ¿entonces no quieres matarme ya?Sí, claro que quiero.Nocomo dices que «seguido». Eso quiere decir que seguimos hablando, yo te había dado la opción de matarme ya, dándote un «y punto»—¿Y por quéibas a querer morir?No quiero morir, simplemente acepto mi destino. Has venido a matarme, ¿no? Entonces, ¿quépuedo hacer? ¿Lloro? Es cierto, no puedes hacer nada, morirás igualmente.—¿Ves? ¿Para quédiscutes?Eres túel que discute.—¿Yo? Si voy a morir, ¿para quéiba a querer discutir? ¿De quéserviría?Es cierto, de nada.Te contradices túmismo.—¿Yo? ¿Por qué?—¿Ahora eres túel que pregunta? ¿No habías venido a matarme?Sí—¿Entonces?Me siento solo.—¿Ahora sí? ¿Antes no? ¿En quéquedamos? Te contradices.No.SíNo.Sí, y punto.—¿Entonces te mato ya?—¿Por quéme lo preguntas?Porque has dicho «y punto»Ya, pero no he dicho «mátame»—¿A quéjuegas?—¿A quéjuegas tú, que has venido a matarme y no me matas?Has dicho «y punto», no que te mate.—¿Y eso quétiene que ver?No es lo mismo decir «y punto»que decir «mátame». Estás tergiversando las cosas.El tergiversador eres tú; primero dices que no te sientes solo  y luego que sí. ¡Aclárate! Estoy empezando a cansarme de este juego.No es un juego, he venido a matarte.—¿Y a quéesperas?—¿Entonces ya?No sé, eres túel que me ha de matar. Supongo que tendrás una hora límite, ¿no?No.Ah, entonces, ¿puedo vivir cuanto quiera?No, tienes que morir hoy.Luego dices que no tergiversas y no te contradices.Yo no hago eso.—¡¿Broma?!No.Pues no lo parece. A ver si terminas muriendo tú—¿Yo?Sí, tú. No veo a nadie más por aquí—¡Claro! Quéestúpido soy.Te creo.—¿Te estás burlando de mí?No, has sido túmismo el que te has llamado estúpido a ti mismo.Es verdad, disculpa.—¡Vaya asesinos envía la muerte!—¿Qué, qué?No, no digo nadaSí, has dicho «vaya asesinos», te referías a míSi te has dado por aludido no es mi problema.Sí, síes tu problema.—¿Ahora síes mi problema? ¿No dijiste que no era asunto mío?Sí, pero esto síNo veo más asuntos que el de que me tienes que matar, y ese dijiste que no era asunto mío.No tergiverses.—¡Y vuelta! ¡Mátame ya!—¿Ya, en serio?—¿Tengo cara de estar bromeando?No.—¿Pues?De acuerdo. ¿Preparado?SíVale. Te mato, ¿eh?Te echaréde menos.Yo a ti también.—¿A quéesperas?—¡No puedo hacerlo!—¡Vaya asesinos envía la muerte!—¿Otra vez? Conseguirás que quiera matarte.Debes hacerlo de todos modos, ¿no?SíPues venga, no tengo todo el día.Vale. Pero luego no te quejes.—¿Cómo voy a quejarme si estarémuerto?Es verdad, ¡muere!Y murió, no sin antes dejar una nota a su madre, dándole las gracias por haberle cuidado durante todos esos meses que estuvo afectado por la esquizofrenia más aguda.


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