Revista Cultura y Ocio

El espectador

Publicado el 23 junio 2017 por Sofiatura
Tras la ventana, podía observar el paso inexorable del tiempo. El cristal mostraba la vida del paisaje, un paisaje milenario e infinito, inagotable. Las estaciones se devoraban unas a otras, luchando inútilmente por prevalecer, pero el espectador sabía que aquella batalla que libraban era inútil, pues siempre acabarían todas por vencer o sucumbir. 
El espectador
Las líneas que delimitaban el marco, también marcaban el principio y el final de todo lo que se podía ver. Siempre cerrada, la ventana impedía el paso a cualquier otro mundo que no fuese el que ella desease mostrar. El cristal, limpio y transparente, unas veces brillaba bajo la fuerza de un sol celestial; bajo la armonía de un mundo de perfección que sugería calma, una calma irreal. Después, ésta era sustituida por un frío gélido, por feroces tormentas que gritaban su furia bajo un manto de lluvia gris. Estos contradictorios paisajes eran dibujados por algún pintor anónimo, caprichoso y repetitivo, que obligaba al espectador a imaginar siempre lo mismo. Una y otra vez, el tiempo burlaba sus propias reglas, avanzando y retrocediendo en la cercanía y la distancia. En una ocasión, el espectador, ingenuo y curioso, trató de abrir la ventana, explorar su interior más allá de lo que reflejaban sus ojos, pero fue imposible. Era un intento infructuoso por alcanzar algo intangible, pues el paisaje continuó imperturbable a las súplicas. El espectador se preguntó, una vez más, qué se guardaba tan celosamente tras todo aquel escenario, tal vez real, tal vez ficticio. Una última vez, en su desesperación, el espectador rompió el cristal en mil brechas; que cayeron con lentitud para mostrar un horror que al instante se lamentó de descubrir: la ventana, vacía de cualquier indicio de tiempo o vida, solo mostraba una cruel oscuridad.
Por Mrs. Sofía el 23/6/2017 

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