¿Cómo reunir 5 capítulos amorosos distintos en una misma película y que el apaño pase del borrador?
Un restaurante de lujo donde cada noche se sirve una sola mesa y los comensales son, sin saberlo, el centro del espectáculo.
De la mano del guionista y director argentino Marcos Carneval nos llega este interesante argumento. Argumento, ojalá película. Si una buena historia se distingue por los detalles esta obra carece de todos ellos y es que el extenso reparto de Óscar Martínez, Norma Alejandro, Luis Machín, Graciela Borges y muchos muchos otros no consiguen lograr arrancar esa chispa, ese distintivo que hace que un espectador despegue la espalda de la butaca y bucee en una historia que atraiga, en una historia que enganche, que enamore, en una historia completa.
Llegamos con décadas de retraso a la inauguración de El Cenáculo, el restaurante dentro de las ruinas de una catedral de Buenos Aires donde cada noche un reducido y selecto grupo de personas se sienta alrededor de una mesa y desarrollan sus trifulcas internas para inconscientemente aplacar el aburrimiento de los propietarios y que estos de algún modo llenen sus vidas. Cuatro historias independientes vagamente enlazadas por una “trama” principal que tampoco llega a ninguna parte y es que los intercambios de insultos, los largos silencios, las nostálgicas referencias que no nos trasladan a ninguna parte y las muy breves actuaciones en el escenario del restaurante no parecen dejar sitio a nada más.
Promesas de esa chispa al principio de cada escena bien introducida, pero que nunca llega a llenarnos la boca. Tanto es así que a partir de la tercera escena ya se podía vislumbrar en la sala alguna mirada rápida dirigida hacia la salida. En cierto momento pensé que una bien recogida banda sonora podría salvar alguna escena, tal vez un final apoteósico, pero la respuesta a esta plegaria no tardó en llegar desde dos filas más adelante en forma de amargos ronquidos que, aunque me duele admitirlo, resumen de una forma un tanto acertada este film.
Resumiendo, esta mal llevada obra carente de fuerza y espíritu deja al espectador con una profunda sensación de decepción, y es que como dice el gerente “cualquier cosa puede pasar en El Cenáculo” pero en verdad lo único que pasa es tiempo.
Cierto es que siempre intento destacar detalles curiosos de todas las películas mas en esta ocasión solo puedo decir que la única razón para dedicar dos horas de vuestras vidas a esta obra es la de tener una película aleatoria sonando de fondo durante una aburrida tarde de parchís.
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