Revista Comunicación

El eterno círculo de la pescadilla que se muerde la cola

Publicado el 17 junio 2010 por Jackdaniels

Cuando se negoció la puesta en marcha de la línea B5 de Tussam yo estaba allí, trabajando bastante cerca del encargado de estudiar su viabilidad y el tipo de oferta adecuada para un servicio de esas características.
La cosa pintaba fea, porque técnicamente la línea era casi inviable y de su explotación sólo podrían esperarse nuevas pérdidas para el pozo insondable de las cuentas de la empresa. Me consta que la persona encargada del tema así lo hizo constar en el despacho correspondiente.
Se mantuvieron numerosas reuniones con las entidades vecinales que reclamaban su necesidad para acordar el itinerario y la oferta de la línea, que sólo tenía sentido si era planteada como un servicio público más, nunca como una actividad para generar beneficios. Y se decidió ponerla en marcha.
No sé si la decisión partió de algún despacho de la Plaza Nueva o si fue el gerente de Tussam, ese ingeniero de lo imposible llamado Arizaga, el que tomó la determinación final. No tengo constancia de que se opusiera con la firmeza que es habitual en él a la decisión del Ayuntamiento, en el caso de que la orden hubiera partido de allí.
Lo que sí sé es que entonces no se arguyó lo que ahora se esgrime sobre la rentabilidad de su explotación y que lo sabían de sobras, porque alguien hizo bien su trabajo. ¿Cómo se explica entonces este tipo de gestión? Igual, algún día, uno de estos gurús de la nueva economía global nos lo explica.
Mientras tanto, volvemos al eterno círculo de la pescadilla que se muerde la cola.
Así nos va.



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