Revista Opinión

El fantasma del palacio de Villa Suso

Publicado el 01 octubre 2016 por María Pilar @pilarmore
Os dejo un cariñoso saludo a todos los que paséis por aquí. El palacio renacentista de Villa Suso, que veis en la imagen, existe en mi ciudad: Vitoria y hoy es un centro de congresos. Lo que cuenta el relato que allí ocurrió es todo producto de la imaginación. El lugar inspira, os invito a conocerlo.

El fantasma del palacio de Villa Suso

Palacio de Villa Suso de Vitoria

Corría el 1982 cuando las Instituciones de Vitoria decidieron rehabilitar el abandonado Palacio Renacentista de Villa Suso para transformarlo en un ambicioso centro de congresos dotado con los más modernos equipamientos técnicos. Era un día huracanado y gélido cuando el grupo de técnicos en restauración de edificios antiguos se adentró en el palacio. Llevaba más de cien años cerrado y el deterioro era considerable. El intrépido Tasio quiso compartir con sus compañeros una apuesta, la ganaría el que se encontrara con el fantasma que según la leyenda vagaba entre aquellos muros. El silencio delator de los demás le confirmó que estaban bajo la influencia de la maldición del fantasma. “‘Ya tengo algo jocoso que contar’, se dijo”.El viento arremetía y el agua racheada salpicaba a los que subían por la destrozada escalera. Tasio decidió explorar los sótanos donde una hostilidad amenazante parecía surgir de las entrañas del edificio. La humedad de los muros había dibujado unas siluetas que, a la luz de la linterna que llevaba en el casco, se transformaban en figuras  terroríficas que danzaban entre las sombras.  Siguió avanzando como una sombra más de esa danza macabra que lo acosaba. Cuando llegó al final de aquel lúgubre pasillo, descargó el mazo sobre la pared que lo cerraba. Al caer los primeros cascotes apareció entre el polvo del derrumbe un hueco tenebroso con fuerte olor corrompido. Nervioso, lo agrandó lo suficiente para meter la cabeza y cuando su vista se acostumbró a las sombras, se quedó petrificado. Unos estremecedores ojos lo estaban mirando. “¡Joder, pero qué es esto!”, se dijo mientras su pulso se disparaba. Una joven vestida al estilo del siglo XVI, con las uñas y las manos destrozadas le mostraba el desgarrador rictus de angustia con el que la muerte la había sorprendido. Un intransigente la había emparedado viva con un bebé en las entrañas. Mientras ella se desvanecía en la penumbra del habitáculo, un aullido de horror se ahogó en la garganta de Tasio que,  ante la implacable presión que sentía en el pecho, se dobló sobre sí mismo y cayó de bruces sobre las piedras.©María Pilar


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