Revista Educación

El fin de una época

Por Siempreenmedio @Siempreblog

 

El fin de una época

Portada del libro de Iñaki Gabilondo

El panorama periodístico actual resulta poco alentador, es cierto. La crisis, no sólo económica y financiera, sino también ética y profesional, está afectando a todas las profesiones y la periodística es quizá una de las más zarandeadas. En este contexto, resulta, cuanto menos, clarividente, leer reflexiones de voces experimentadas que tienen mucho que aportar. Este es el caso de Iñaki Gabilondo y de su libro titulado El fin de una época que hoy me gustaría traer a colación en siempreenmedio, sin mayores pretensiones que invitarles a reflexionar sobre el asunto.

Gabilondo, que recoge en esta publicación sus experiencias en la profesión, sus principios y el momento de transición que está experimentando el periodismo actualmente, opina que el informador debe poner ante sí barreras éticas “para lograr que el periodismo se convierta en una profesión que tenga un encaje global”, pero que la industria de la comunicación vive hoy sometida a la lógica empresarial y “en nombre de este sistema se despide o no a la gente, se incorpora o no  a más trabajadores”. En este sentido, llama la atención una frase determinante: “el peor enemigo de la libertad de información es el paro”.

Gabilondo considera que el periodismo está siendo desbordado por la lógica económica y que el periodista español “no ha rescatado ninguna línea defensiva”: “Mientras haya un solo empresario que crea que todo se puede jugar en nombre de la libertad de expresión, acabará conduciendo el oficio en la dirección que más le interese”.  Y es que el periodista, según expone el autor, es mucho más que una empresa, mucho más que Internet y las nuevas tecnologías de las que debe aprender pero también ir más allá.

Además, se dirige también a los jóvenes, a quienes además va dedicado el libro, “A ti, del que todos se ríen cuando dices que quieres ser periodista”, y les insta a prepararse todo lo que puedan pero, sobre todo a no rendirse. “Todo el mundo tiene derecho a la desilusión, al desánimo, pero nunca hay que rendirse y una persona joven menos”, asevera.


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