El pasado 9 de marzo nos dejaba José Jiménez Lozano, escritor abulense, Premio Cervantes, que sentía predilección por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. A ella le dedicó numerosas páginas, entre las que destacamos una obra, en colaboración con Teófanes Egido, con motivo del V Centenario, que en su día presentábamos en este blog: Sobre Teresa de Jesús.
En cuanto al santo de Fontiveros, también fue una figura muy querida para Jiménez Lozano. En su deliciosa novelita El mudejarillo nos presenta un santo nada convencional, diametralmente opuesto a la estampa que de él nos han dejado algunos empolvados retablos barrocos.
Hoy, precisamente, el escritor y crítico Rafael Narbona glosa en la revista El Cultural, esa visión que Jiménez Lozano tenía de Juan de la Cruz. Él la describe como “una imagen del carmelita descalzo muy alejada de las exaltaciones apologéticas. San Juan de la Cruz era un frailecillo que soñaba con ser un pájaro solitario, un místico que volaba hacia Dios por medio de dos alas: la soledad y el silencio”.
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