Revista Opinión

El Franco Madrid (I)

Publicado el 23 octubre 2010 por Romanas
Recuerdo, con regocijada sonrisa, cuando en aquel chat de ultrafascistas irredentos que administra tan detestablemente SacoBaco, bajo el título de “Fuego amigo”, yo me atrevía, a pesar de la irresistible coacción que allí se experimenta para no hacerlo de ninguna de las maneras, a criticar las continuas y vejatorias actividades del Real Madrid, la insoportable y furibunda reacción que se producía, que si no llegaba a la agresión física personal no era sino porque ésta resulta absolutamente imposible en este mundo tan virtual.Razoné, razoné, y volví a razonar tan inútil como continuamente, porque aquello constituye un mundo tan cerrado como irrespirable si te sales de la senda marcada por el gran gurú o algunos de sus gerifaltes.Para aquellos más que falsos intelectuales, el fútbol de sus entrañas, el que llevan allí grabado a sangre y fuego, es absolutamente intocable,  pero, como es lógico dentro de una mafia tan inflexible, nunca confesarán que son lo que son porque este detalle de sinceridad contraría la esencia de su personalidad, que no reside en otra cosa que en  hacer todo lo contrario de lo que dicen.Yo creo que esta batalla mía, contra el símbolo de lo que la mayoría de ellos siente en lo más profundo de su corazón, es lo que realmente motivó mi expulsión de allí.Por eso, aprovechando como dicen los juristas respecto a la auténtica identidad de los que constituyen las sociedades mercantiles,  vamos a permitirnos el levantamiento parcial del velo, porque la verdad, toda la verdad de lo que se esconde detrás del mal llamado Real Madrid nunca la sabremos:1) en primer lugar, el nombre: ¿por qué se llama “Real” a una entidad que alberga lo más auténtico y activo del franquismo? ¿No sería más justo y necesario llamarla por lo que constituye y entraña? No se trata, ni mucho menos, de un refugio residual de franquistas, o sea, de fascistas, es el buque insignia, sincero y absolutamente descarado de una ideología que si ha cuajado de tal manera en nuestro país es porque forma parte de la esencia de este pueblo.Y esto no sólo lo saben muy bien tipos como Sergio Ramos que, el otro día, se despide de una sesión del twiter, gritando como en los mejores tiempos de la vida del dictador, “Arriba España”, sino que, ante las críticas que su conducta, pocas, ha levantado en algunos sectores de la opinión pública, su jefe, el capitán del Franco Madrid y no lo olvidemos, ni mucho menos, de la selección NACIONAL, Iker Casillas, sale en su defensa descaradamente blandiendo en sus manos, sin el menor rubor, un ejemplar de ese sustituto de El Alcázar que es La Gaceta, seguramente el diario más retrógrado del mundo.Es bueno que el Franco Madrid dé la cara, así los que venimos gritando en el más árido de todos los desiertos, el panorama mediático español, podemos agarrarnos como a un clavo ardiendo a esta posibilidad que a lo peor no vuelve a presentarse, si Florentino interviene convenientemente, de volver a gritar a los 4 vientos lo que todo el mundo sabe pero nadie dice: que el franquismo subyace, no demasiado agazapado, en ese reducto de fascismo rampante que es el Madrid, FC., esperando la ocasión que, a lo peor, no está tan lejana como parece, de que los franquistas puedan esgrimir y cantar, otra vez, aquello de “volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz y traerán prendidas cinco rosas, las flechas de mi haz”.Sí, señores, muy segura tiene que estar esta ultraderecha cavernícola española cuando el símbolo tradicional del españolismo se quita, al fin, la careta y nos muestra su verdadera faz: el Madrid, asume sinceramente su verdadera identidad que no es “Real”, puesto que el Rey sólo es un franquista más, sino auténtica y esencialmente franquista, o sea, fascista hasta su misma médula.Por eso tengo que agradecer, a fuer de honesto, a todos aquellos fascistas del chat de SacoBaco que me empujaban constantemente a que creara un blog propio a fin de librarse de mi presencia, el impulso que me dieron así,  ya que ahora puedo escribir y publicar lo que pienso sobre éste y otros asuntos menos importantes con plena libertad.Y, como ya se acerca el límite que debería ser infranqueable de los 2 folios, interrumpo mi caudalosa escritura, amenazando con que, tal vez, continúe desarrollando este mismo tema mañana.

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