Revista América Latina

El fútbol sin el opio.

Publicado el 26 junio 2014 por Jmartoranoster

Carola Chávez.


passione 87

El fútbol… ¡Gooool! Millones de nosotros pegados a una pantalla gritando, sufriendo y gozando, celebrando un gol, con un solo grito que abarca la tierra; tan estruendoso que no nos deja escuchar las sabias advertencias de los que dicen que el fútbol es el opio de los blablabla…¡Goool!
El fútbol es el opio blablabla… En todo el mundo: en las ciudades, pueblos, y hasta en los más remotos caseríos, millones apuran el paso en su kilométrico y duro camino para no perderse el juego que interrumpe alegremente su dura cotidianidad.
Allá, donde vive la adversidad, quienes la enfrentan sueñan. Algunos de tanto soñar llegan a la cancha, no en primera persona sino en nombre de todo su barrio, de su todo su pueblo. En la cancha se voltea la tortilla: los poderosos de siempre, los que viven intentando patearnos el culo, nos miden con cautela, preocupados. En la cancha somos nosotros los que les pateamos con el pie de Maradona, o la mano, ¡qué importa!, porque la mano que une a nuestros pueblos en un grito victoria no puede ser sino la mano de Dios… En la cancha, con nuestras caras morenas, nuestras cicatrices, nuestras miradas que ha visto tanto y nuestro orgullo intacto, esos muchachos vestidos de nosotros, del color de nuestras banderas, nos colocan ahí, a la vista del mundo y el mundo entero entonces nos conoce, nos admira y nos respeta.
El fútbol es el opiblablabla… Como si los que siempre padecen no merecieran ni un minuto de alegría, ¡y menos noventa! Como si los pueblos, tan futboleros, fueran incapaces de caminar y mascar chicle a la vez.
El fútblablabla… Suenan los tambores del Sur gritando victorias atronadoras que ponen de rodillas al grandote a costa nuestra, que se quedó fuera de la fiesta por nuestra rabia convertida en un baile de gambetas y taquitos, de boleas que se estrellan al fondo de la red, rozando el ángulo y los dedos incrédulos de un catire de dos metros que, en cámara lenta, ve cómo la gloria le saca la lengua burlona y le dice “aquí no”.
El fútbol es el opio de los pueblos, dicen los que no saben de fútbol. Yo, futboleramente afirmo que el fútbol es de los pueblos, sin el opio que pretende descalificarnos.
El fútbol, además, es pasión y la pasión no se piensa, pensadores. La pasión se siente, se goza y ¡Goooooool!


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