Revista Cultura y Ocio

El genio político de Pericles

Por Joaquintoledo

El genio político de Pericles

Primeros años y juventud

Pericles nació aproximadamente en el año 495 a.n.e., en Colargos, al norte de Atenas, en el seno de una poderosa familia, (llamada alcmeónidas), tanto por sus orígenes como por los bienes y la influencia que ostentaban. Como era de esperarse, un muchacho nacido en cuna de oro, tenía por delante un gran futuro, y pudo aprender filosofía, música, literatura y diversos conocimientos que lo formaron potencialmente para ser un político más de la familia. Sus maestros fueron Anaxágoras, Zenón y Protágoras y se dice que su amor a las letras le hicieron financiar hacia el año 472 a.n.e., la tragedia de Esquilo Los Persas.

Su inicio en la política

Se estima que cuando Pericles contaba con treinta años inició su vida política en el partido democrático de Efialtes. Sin embargo cuando éste fue asesinado, asumió la dirección del mismo, alrededor del año 461 a.n.e. Al asumir, el joven aristócrata quiso que sus enseñanzas sean puestas a prueba y así emitió una serie de reformas que buscaban darle al estado ateniense una inclinación mucho más democrática. La política de su partido buscaba reducir los poderes del Areópago. La ekklesía ateniense aceptó sin mayores dilaciones. Sin embargo en aquella época Pericles ya tenía un gran opositor: Cimon, el cual también era rico y poderoso, y se ganaba al pueblo ofreciéndoles atractivos favores y obras caritativas. Para deshacerse de él, el partido democrático utilizó el ostracismo. El argumento fue que Cimon habían traicionado Atenas y que en realidad era tan sólo un espía de la política espartana.
En el año 454 a.n.e. Pericles fue nombrado como el jefe militar y por tanto se esforzó por asegurarle la posición dominante de su ciudad estado en la Liga de Delos, la cual debía enfrentar a los persas. Por aquellos años, la Acrópolis que construyó requirió fondos que utilizó del tesoro público. A pesar de las críticas que pudo haber acarreado esto, su auge ciertamente nacionalista y patriótico hacia Atenas, hizo que las colonias de esta ciudad por el Mar Egeo, rebosen de prosperidad; y por supuesto, para asegurar que esta situación sea perenne, se dedicó a repotenciar la flota tanto en naves militares como comerciales. Su única medida quizá controversial fue el haber limitado la ciudadanía ateniense sólo a aquellos que tenían ambos padres nacidos en dicha ciudad. A Pericles también le llovieron críticas pues a pesar de todas sus reformas y su popularidad, conforme pasaba el tiempo se fue haciendo más y más tradicional. Y para muchos su democracia era tan rígida, que olía ya a dictadura. Sobre todo destaca el hecho de que su gobierno beneficie a los ricos y que el poder político y los puestos públicos estén beneficiados sólo a las clases altas y no a las bajas.

Las guerras del Peloponeso y muerte

Las relaciones con Esparta ya eran tensas por aquellos años y entre ambas urbes estaba claro, existía una gran competitividad. Tras quitar a Cimón de escena, Pericles era entonces el único responsable de llevar adelante la política de estado ateniense, y así sería hasta su muerte. Cuando estalló la primera guerra del Peloponeso en el 460 a.n.e., Atenas se encontraba aliada con Argos y Megara. Los nuevos tiempos, hicieron que Pericles cambiara en cierto modo su estrategia, permitiendo que Cimón se vuelva a acerca a Atenas, negociando con Esparta en nombre de ella.

El hecho es que en los siguientes años, la ciudad de Pericles sería la protagonista de muchos hechos en el Mediterráneo, no sólo con las ciudades enemigas de la Hélade, sino también en Egipto y Persia. Cimón inclusive derrotó a los aqueménidas en la Batalla de Salamina (la cual no debe confundirse con la llevada a cabo durante las Guerra Médicas). Si bien los orientales fueron neutralizados, Atenas no tenía la ventaja pues dichas guerras contra los orientales la debilitaban y sobretodo, retrasaban sus pretensiones sobre el resto de Grecia. Esto dio más tiempo a Esparta. En los años siguientes, Pericles no tuvo casi ni un momento de respiro y tuvo que lidiar con diversas conspiraciones y sublevaciones de ciudades estado, aliadas o enemigas. Obviamente los espartanos casi siempre respondían ante sus intereses y el de sus aliados, lo que hacía que se enfrenten indirectamente a los atenienses. La sangre estaba por todas partes en la Hélade. Al final, todo terminó con la llamada Paz de los Treinta Años, la cual fue desventajosa para Atenas. Sin embargo, no se había dado aún la última palabra.
En los años siguientes uno de los enemigos nuevos que tuvo Pericles fue el conservador Tucídides, el cual finalmente fue obligado al ostracismo. Como vemos, el poder de este personaje era inconmensurable, y no sólo sobre su ciudad, sino que su ambición lo quería llevar a toda la Hélade. Como recordaremos, Atenas y sus aliados conformaban la Liga de Delos. Pues bien, entre los años 454 y 453 a.n.e., Pericles decidió que el tesoro de la liga sea trasladado a la misma ciudad de Pericles. Con esta acción se buscó evitar posibles traiciones y mantener un control más férreo sobre los aliados. Sin embargo, esto solo ocasionaría un nuevo conflicto. Más que todo se debió al hecho de que Pericles destinó dichos fondos para la construcción de una gran Acrópolis que lleve su nombre, además de varios templos, lo cual valía miles de talentos, pagados con el dinero de todas las ciudades aliadas.
Uno de los últimos acontecimientos antes de la Guerra del Peloponeso, fue la lucha contra la isla de Samos, la cual peleaba contra Mileto. Como los de esta última urbe pidieron ayuda a Atenas, Samos se negó a cualquier intervención y Pericles, fiel a su inclinación imperialista y hegemónica, sale a hacer frente a sus enemigos, derrotándolos en un gran combate. Samos pasó directamente al control ateniense después de un asedio de ocho largos meses. En los años siguientes, Pericles trató de cambiar la imagen de su ciudad estableciendo relaciones amistosas, una posición en cierto modo hipócrita, con todas las ciudades griegas que pudo. Sabía que estallaría una nueva contienda a gran escala con la otra liga, sólo necesitaba saber cuándo exactamente.
Para entonces, y si bien Pericles era liberal, reformador, nacionalista y muy griego, su gobierno se había hecho ciertamente un tanto déspota. En realidad, su actitud se había inclinado por una, en la cual él sentía que no debía darle explicaciones a nadie, y vaya que así era. Se acostumbró a tal hecho, a pesar de que cada vez salían más pruebas a la luz acerca de sus movimientos ilícitos de dinero que lo habían hecho enormemente rico. La mayoría de historiadores, coincide entonces de que Pericles necesitaba crear una especie de cortina de humo, para esconder sus actos de gobierno. Una en la cual todo su pueblo ateniense, junto con el de sus aliados, se vean envueltos, con el fin de que él quede otra vez como el gran político salvador. Como Grecia estaba siempre en guerra por algún motivo, lo único que debía hacer Pericles es defender a los que estaban en contra de la liga de Esparta y sus aliados. La gota que derramó el vaso fue el llamado “Decreto de Megara”, con el cual Atenas, valiéndose de su poder naval, forzó a esta ciudad a caer en un embargo económico espantoso en la cual sus puertos y mercado externo quedaba supeditado a las órdenes atenienses.En pocas palabras, buscaría hacerlo colapsar. Lo curioso es que Megara era aliada de Atenas, y así la Paz de los Treinta Años llegaba a su fin. ¿Por qué Pericles se descargó contra Megara? Al parecer según los atenienses porque esta urbe había permitido el ingreso de esclavos desertores.
Esparta sencillamente ya no pudo quedarse sentada y envío a Atenas un comunicado el cual pedía la destitución y expulsión de Pericles, así como la de toda su familia. El Decreto de Megara, de igual modo, debía ser abolido. Atenas no hizo caso y Pericles más bien, incitó a sus compatriotas a una guerra total. Obviamente, esto no fue del agrado de Esparta la cual volvió a elegir el camino de la paz, enviando una nueva delegación la cual ni siquiera fue recibida. El rey espartano de entonces, Arquídamo II, se ve obligado a invadir el Ática sólo para percatarse de que Atenas había evacuado a su población. Los espartanos devastaron las regiones aledañas a Atenas, destruyendo campos y cultivos, lo cual sólo generó antipatía de los atenienses hacia su líder. Pero Pericles era un hombre paciente, astuto y elocuente, y a través de sus palabras, como las de aquel “Discurso fúnebre”, persuadió a sus compatriotas a no deponer las armas ante el enemigo. Militarmente, hasta ese momento, sólo había movilizado su flota azotando las costas del Peloponeso.
Era el año 430 a.n.e., cuando Esparta volvió a lanzar otro ataque contra Ática. Pericles sólo respondió lanzando también su flota frente a las costas enemigas. El resentimiento creciente de sus compatriotas se ve calmado otra vez por su elocuencia. Sin embargo, y si bien había dirigido a su armada con elegancia y la guerra no era adversa para Atenas, la clase política de esta ciudad sencillamente estaba harta de su líder. Fue quitado de su cargo y multado pero eso no duró mucho, quizá un par de meses, pues en el año 429 a.n.e. recuperó el puesto de general. En medio de la guerra, estallaron también epidemias, las cuales se llevaron a dos de sus hijos que había tenido con su primera esposa. Estos hechos ablandaron su imagen como padre y humano, pues se dice que a menudo lloraba, y en público. Por otra parte, sus palabras y elocuencia siempre estaban allí para darle más mérito. No obstante, Pericles, dejando a su país en guerra, muere también ese mismo año a causa de la epidemia. Tal vez la fama y popularidad que conservó como estadista en la historia se debe al gran siglo cultural que durante su gobierno experimentó Atenas y que fue transmitida a Grecia entera y al mundo para la posteridad. Tan grande fue esta producción, que prácticamente ha servido como la base para lo que hoy denominamos cultura occidental, ya sea en los campos de la filosofía, las humanidades, la ciencia, el deporte o el arte. Su elocuencia, astucia y maniobras políticas, lo hacen el paradigma del típico gobernante griego.


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