Revista Opinión

El gobierno en la sombra, ¿viable en españa?

Publicado el 10 agosto 2016 por Polikracia @polikracia

Desde el pasado 24 de junio, cuando se hicieron oficiales los resultados que daban por ganadoras aquellas posturas favorables al “Brexit”, empezaron a sucederse cientos de titulares que auguraban una profunda convulsión entre los dos principales partidos británicos, el conservador y el laborista.  Entre los primeros destacó la dimisión (en diferido) de Cameron y dentro de los segundos, la figura de Jeremy Corbyn se ha visto seriamente dañada por su aparentemente poca convicción a la hora de defender la permanencia del país anglosajón dentro de la Unión Europea. Tal es así que, apenas 48 horas después de que se cerraran las urnas, la mitad de los/as miembros de su gobierno en la sombra tomaban la decisión de dimitir. Pero, un momento, ¿qué es eso de gobierno en la sombra? ¿Tiene algo que ver con el club Bilderberg? Aunque a mi parte más proclive a creer en las teorías de la conspiración le encantaría que hubiera algún tipo de relación entre estos conceptos, la verdad es otra bien distinta y merece la pena detenerse a analizar esta figura hasta el momento algo desconocida en España.

El gobierno en la sombra tiene su origen en Reino Unido, no por casualidad hemos comenzado hablando de este país. Una vez que el ganador de las elecciones británicas consigue formar gobierno, la segunda fuerza hace lo propio, creando un gabinete alternativo y actuando sus miembros como auténticos ministros en la sombra. El líder de este gabinete, que a la postre es el de la oposición, recibe una remuneración especial, es consultado en situaciones importantes y puede llegar a tener acceso a secretos de Estado.

Veamos ahora algunas de las principales características del gobierno en la sombra, que Consuelo Sirvent enumera y describe con mayor profundidad aquí. En primer lugar, se define por tener un espíritu constructivo, es decir, no busca tanto derribar al gobierno, como construir una verdadera alternativa que logre convencer al electorado, especialmente a los más indecisos, de cara a las siguientes elecciones. Estrechamente relacionado con esto, se puede afirmar que es leal, de hecho, en Reino Unido también se le conoce como la Leal Oposición de su Majestad. A.L Lowell nos dice al respecto que “es un partido fuera del poder al cual se le reconoce como perfectamente leal a las instituciones del Estado y que está listo en cualquier momento de alcanzar el poder sin entrar en conflicto con las tradiciones de la nación”. Es una lealtad que no está, por tanto, reñida con una actitud de office-seeker, en la que se busca, como no podía ser de otra forma, erigirse como un relevo y ocupar cargos de responsabilidad, pero siempre por los canales establecidos previamente.

Por último, y quizás la característica más atractiva si la relacionamos con nuestra situación política actual, el gobierno en la sombra es unipartidista, solamente un grupo político es quien ostenta esta condición.  Esto ha venido siendo así debido al carácter marcadamente bipartidista del Reino Unido, con conservadores y laboristas alternándose en el gobierno durante las últimas décadas. Se entiende que ,en un modelo de este tipo, resulta más sencillo estructurar un gabinete de oposición, puesto que las partes son más fácilmente identificables y se tiende a favorecer la gobernabilidad (aquí hablábamos sobre alguno de los retos a superar del multipartidismo reciente de nuestro país).

Conocidas sus características y su estructura, ¿hasta qué punto es interesante que esta forma de organizar la oposición se implante en España? Es un término, como hemos señalado al comienzo, no muy extendido dentro de nuestro panorama político, si bien ya el Partido Socialista, durante el comienzo de la pre-campaña pasada, intentó jugar esta baza a su favor. El hecho de presentar ante la opinión pública un equipo de “ministrables” fue un intento de mostrarse como la verdadera oposición y única alternativa de gobierno en un momento en que la confluencia de partidos Unidos Podemos intentaba ocupar ese espacio. No fue mal movimiento, aunque bajo mi punto de vista no consiguió el efecto o la relevancia esperada, debido a la alta volatilidad del voto que se desprende de los resultados electorales.

Por otra parte, un gobierno en la sombra puede suponer un buen contrapeso a la figura del líder puesto que, a priori, dota de más protagonismo al grupo parlamentario. Ejercer este contrapeso no es automáticamente sinónimo de descontrol o indisciplina dentro del grupo. De hecho, en el sistema británico hasta en un 95% de las votaciones no hay disensiones a la hora de tomar una decisión, como bien se señala en el libro de “La urna rota”. Por el contrario, los mismos autores apuntan en el capítulo donde reflexionan sobre la estructura de los partidos, que, en ocasiones, las lealtades acérrimas hacia los líderes acaban permitiendo que éstos tengan mayor margen de maniobra y acaben por no cumplir con los compromisos adquiridos. Además, organizarse de esta manera puede ser un aliciente o motivación extra para los parlamentarios, y esto porque es posible ganar relevancia y proyección, mejorando por tanto el trabajo de oposición.

Así pues, implementar un gobierno en la sombra en España puede resultar una opción interesante para las formaciones políticas desde un punto de vista externo e interno. A nivel externo y de cara al electorado, puede ser una estrategia acertada para intentar monopolizar la oposición, toda vez que nos encontramos en un momento con varios partidos en liza, y cualquier táctica para diferenciarse y ser una opción seria y viable de alternativa debe ser estudiada. Y al mismo tiempo, desde una perspectiva orgánica, dotar de mayor importancia al grupo parlamentario o a parte de él, puede ayudar a corregir algunas desviaciones que se dan dentro del seno de los partidos y dar un impulso al trabajo realizado desde el Parlamento.


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