Revista Cultura y Ocio

El gris, el rojo, el negro

Por Calvodemora
El gris, el rojo, el negro     "Es más fácil creer que saber" (Josep Pla)      A mi amigo Machuca, que está por ahí, alambicando letras.   A Pla le acompañó el whisky hasta que se murió. En las noches en que uno escribe, en ocasiones, querría aturdirse al modo en que lo hacen quienes beben en la idea de que, ebrios, van a alcanzar una creatividad mayor. No es cierto. Probé alguna noche, en los tiempos en que esas cosas podían hacerse, y concluí con un certeza todavía hoy inamovible en mis convicciones: escribimos por razones que ignoramos, leemos por las mismas, vivimos sin saber los porqués. El escritor indaga solo para ofrecer su mercancía de preguntas. El lector, involucrado en el test, razona las respuestas, pero llega un momento en que únicamente las contesta si formula preguntas nuevas. El mundo funciona así de críptico. No hay forma de que me ponga de acuerdo conmigo mismo y se pretende que esté conciliado con los demás. Hay días grises que se animan con más días grises. En el hábito, el gris deja de ser algo incómodo. Hay días festivos que se vienen abajo si se aficiona uno en demasía a repetirlos. ¿Recuerdan eso de que a la tragedia se le adiciona el tiempo y sale una viñeta cómica? Escribir tiene algo de humorada. Por eso Pla bebió hasta que no pudo beber más, ya me entienden. Y no deja nunca de escribir mientras tanto. No sé cuál es mi whisky, pero empiezo a pensar que los colores (el gris, el rojo, el negro) se me van disciplinando en la cabeza. Una vez que has domesticado los colores, el mundo es una fiesta constante, pero basta un pequeño descuido, del tamaño de una frase mal ensamblada o de un adjetivo torpemente arrojado a los perros, para que se desmorone el búnker recién armado. Ahí es en donde el escritor que disfruta con lo que hace encuentra los más grandes placeres: cuando funda otra vez el mundo, en el momento en que solitariamente advierte que es un dios caprichoso y rudimentario, un demiurgo un poco cabrón si se esmera, un voyeur total al que no hay forma de corregir, un verdadero hijo de la gran puta con los ojos malos, pero feliz en su condición humana. Si no estuviera tomando corticoides a tutiplén y acabara de quitarme mi pequeña máscara para ventilarme los tres mililitros de fármacos nocturnos, me tomaba una medida discreta de Jack Daniel's. Por ti, Pla, porque es más fácil creer que saber, por tu sabiduría de pueblo, por tu infinito amor a las ideas. Por ti, Machuca, por el oficio amargo al que no sabemos dar brida.

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