Revista Solidaridad

El hacker de las sillas de ruedas

Por Aparcamientodiscapacitados


Las sillas de ruedas motorizadas son caras. Entre 1.500 y 4.300 euros, según el tipo o la oferta. Además son aparatosas y es difícil llevarlas en un turismo. Estas y otros consideraciones hacía Xavier Duacastilla, una persona con movilidad reducida y que ha inventado, con ayuda técnica del ingeniero Josep Mora, un método para acoplarle a un modelo ligero un patinete eléctrico. Lo ha bautizado Handiwheel y está dispuesto a asesorar a cualquiera que lo necesite para crear el suyo, como demostró en la feria Mini Makers Feire BCN de este domingo pasado.

Duacastilla tiene 53 años. De niño sufrió polio, una enfermedad que afecta al sistema nervioso, atacando las células motoras de la médula espinal, y aunque vivió una vida activa con bastones-«normalizada»-, trabajando como administrativo y en el diseño gráfico multimedia», hace siete años le atacó el síndrome de pospolio. Esta una «reactivación de la enfermedad», explica al teléfono, «como si las neuronas motrices que quedaban vivas dijeran que ya han tenido bastante», y aparece un mayor decaimiento motriz. Desde entonces se mueve en silla de ruedas.
«Yo me dedico lúdicamente a la danza integrada con Jordi Cortes», dice desde Barcelona, «y voy con mi silla ligera para poderme desplazar y a veces tengo que viajar lejos, por lo que empecé a pensar cómo podía motorizarla». Existen aparatos que se colocan en las sillas, pero «son muy pesados y no hay forma de meterlos en un coche pequeño». Reflexionando, pensó que una solución podían ser los patinetes eléctricos de producción masiva. Y se compró uno por 350 euros.
«Lo tuve seis meses criando polvo contra la pared», cuenta, «mientras pensando como lo transformaba». Tras considerar hasta subirse encima con la silla, un día se le iluminó la bombilla. «Si cogía la parte del motor con la rueda, el engranaje y la cadena, podía acoplar el freno de disco al otro lado y ponerle el manillar, teniendo en el mismo sitio tanto la fuerza como el freno», explica. Es entonces cuando se pone en contacto con Mora y, tras semanas de trabajo, acaban un primer prototipo y empieza a salir a la calle con él.

Duacastilla asegura, como usuario, que tiene varias ventajas aparte de su pequeño tamaño y la autonomía que otorga. «Al poner la rueda pequeña cerca de la base de la silla, tienes más adherencia y entonces hay más tracción, por ejemplo, en las cuestas», y añade que al ser desmontable, «por ejemplo en un restaurante puedes entrar, desengancharlo y tenerlo a tu lado sin ocupar casi nada de espacio». Este enganche es justo el único inconveniente que Castelldua ve a su invento, ya que tiene que ser creado «como un traje a medida» para cada silla, pero ya está trabajando con Mora para crear un estándar debido «a la cantidad de gente» que pide ayuda para crear en el suyo.
«Mi pareja fue la primera en pedir que le hiciera uno para ella, pero luego la gente te para por la calle y te pregunta que donde lo has hecho y si lo vendes», dice divertido,«yo siempre les propongo que se lo hagan ellos mismos».


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