Revista Cultura y Ocio

El halcón maltés (the maltese falcon, john huston, 1941)

Publicado el 11 abril 2010 por Vivian
EL HALCÓN MALTÉS (THE MALTESE FALCON, JOHN HUSTON, 1941)
Del material con que se forjan los sueños se alimenta la esperanza de un tipo duro que pierde la cabeza por una cara bonita, esperanza en que esa cara bonita no acabe, como presiente, partiéndole el corazón…
Del material con que se forjan los sueños, John Huston elaboró un guión extraordinario, basado en la novela de Dashiell Hammet, con unos diálogos de esos que la memoria retiene, y dirigió una película cuyas imágenes permanecen en la retina, fotograma a fotograma, como fotos fijas de una historia de esas que merece la pena recordar…
Del material con que se forjan los sueños, Huston consiguió con su opera prima una obra maestra, considerada por los entendidos como el inicio de un género entre los géneros, el Cine Negro.
Un género de tipos duros con corazón de gelatina, crápulas y tarambanas, cuyo rostro se intuye entre la neblina de un perenne cigarrillo, tras un sombrero ladeado, en penumbra, entre los claroscuros de la noche, en la que se desenvuelven con mayor habilidad que en la radiante luz del día, esa que con demasiada frecuencia deja ver más de ellos de lo que están dispuestos a admitir.
Sam Spade (Humprey Bogart) es el paradigma de antihéroe de Cine Negro, lobo solitario, de vuelta de todo, bebedor de whisky, fumador compulsivo, con cierta facilidad para meterse en problemas cuando de por medio se encuentra una chica bonita; detective privado de profesión, buscador de la verdad por vocación, con pocos escrúpulos a la hora de aceptar un trabajo, siempre que la cuenta tenga suficientes ceros, pero con un código de honor propio férreo e inquebrantable, aún a costa de esa felicidad que en el fondo anhela su corazón, que lo convierte en eterno perdedor aunque tenga las mejores cartas de la mano.
Brigid O’Shaugnessy (Mary Astor) es la femme fatale por excelencia, cara angelical y pose de mujer indefensa, consciente de que la belleza es una poderosa arma en un mundo de hombres, si se sabe utilizar; manipuladora, fría y calculadora, capaz de arrancarle el corazón a cualquier incauto que caiga en sus redes si es para su propia conveniencia.
Destacar el personaje de Joel Cairo, personaje inquietante donde los haya, que añade intriga a la historia a través de la magnífica interpretación de Peter Lorre.
Por último, entre el sin fin de magníficas escenas, me gustaría hacer mención a la escena final de la película, ejemplo de talento al servicio del Séptimo Arte, donde, sin una sola palabra, Huston nos dice tanto, con un Bogart, viva imagen de la derrota y el desencanto, que alza la mirada para ver, tal vez por última vez, a la mujer que le partió el corazón, mientras las rejas del ascensor se cierran ante el rostro impasible de ella, y él sostiene entre las manos el símbolo de tantos sueños hechos pedazos.

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