Revista En Femenino

El hogar cabe en una maleta

Por Andrea Alanís @andrealanis

 

Todo lo bueno en la vida, nace de un salto al vacío.

Alan Moore.

 

Vivir en un país extranjero conlleva una serie de cambios y algunos muy pero muy bruscos. Te enfrentas a nuevos retos pero descubres nuevas facetas de ti que desconocías y en un abrir y cerrar de ojos, empiezas a sorprenderte por el mundo, por lo que ves, por lo que tocas. Viajar te enseña y amplía tus perspectivas, te ayuda a desprenderte y te da lecciones inimaginables y uno que otro coscorrón.

Lo más complicado de vivir en un país ajeno es que todo, todo, pero TODO se vuelve más difícil. Y no es sólo porque dejas a tu familia, amigos, tus cosas, tus lugares favoritos y esa sensación de saber que si te pasa algo, al menos 99 personas saltarán por ti. Las tradiciones, el lenguaje, tu gente, todo cambia. Al final, o te adaptas o mueres, y así vives el día a día, adaptándote a un ambiente desconocido, aprendiendo costumbres, sin dejar a un lado las tuyas, descubriendo lugares, conociendo gente, adaptándote a situaciones, lenguajes, momentos, tradiciones y vives feliz, disfrutando cada día porque todo es completamente nuevo y eso tiene un lado extremadamente sexy.

Ya sea por decisión o porque no queda de otra, la gente que tiene los huevos para salirse de su zona de confort y descubrir otro mundo no lo tiene nada pero nada sencillo. Desde el por qué te vas de tu familia, hasta ese adiós de amigos que juran y perjuran que seguirán unidos sin importar la distancia, hasta dejar la comodidad de un trabajo que sin mucho esfuerzo te da para comer y vivir como rey, comprar el billete, empacar, enamorarte e irte a vivir a un país desconocido es estúpidamente romántico. A veces más estúpido que romántico…

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… Y estúpidamente complicado porque vayas a donde vayas, tu familia no estará ahí para jalarte las orejas cuando te equivocas, para reír cuando te resbalas, para cuidarte cuando te enfermas, para simplemente compartir risas, llantos, logros, porque a ratos te odiarán por tu decisión, a ratos creerán que es un capricho, a ratos te apoyarán, a ratos tendrás que explicarles una y otra vez que las cosas no son tan fáciles como se ven y a ratos se sentirán orgullosos de tu nueva etapa. Si tienes la fortuna de comenzar a formar tu familia en ese nuevo país, vas de gane pero los hermanos, los primos, los tíos, los padres, se siguen extrañando igual o peor. A veces, por increíble que parezca, entre más lejos más cercanos se vuelven. Bien dicen por ahí que santo que no es visto no es adorado así que por una u otra razón tanto tú como tu familia, procuran estar juntos siempre y las nuevas tecnologías ayudan tanto que a ratos esa cita que tienes con tus padres para comer vía skype hasta la cambias porque de plano se han visto toda la semana y necesitas un respiro.

En el tema de amigos, empezarás desde cero, como en el primer día del cole, sin conocer a nadie y tratando de agradarle a todos en el recreo, a ratos funciona y otros tantos te das de topes porque hey yuju! ya no estás en la escuela y esto no es el recreo. Aprendes que la primera impresión no siempre es la que no olvidas y que el segunda hola es mucho más efectivo. Que las redes sociales y hasta tu hobby son tus mejores head hunters. Que las risas y los problemas son iguales en todos los idiomas y en cualquier país porque siempre hay alguien que necesita escuchar y ser escuchado.

El trabajo, pff! ese quizá tarde bastante en llegar a menos claro que seas de los pocos privilegiados que se mudan por trabajo. Pero si tu caso es como el mío, el trabajo es lo que menos aparece en el panorama. Por lo menos el trabajo de tus sueños, y si llegas a trabajar en algo que remotamente tiene que ver con lo que te gusta y encima de lo que has estudiado pues te llevas el premio gordo (aunque no te de para vivir). Pero te reinventas, buscas opciones y transformas esa experiencia en algo nuevo. Reinventarte, adaptarte o morir, tú decides.

A tres años de renunciar a mi trabajo (donde por cierto no me iba nada mal), comprar un billete de ida y vuelta (la vuelta aún no se ha dado) al otro lado del charco, enamorarme y vivir en un país extraño pues puedo decirte que sencillo no ha sido y confieso que en más de una ocasión he querido volver y decir ya no juego pero es cuando me da por pensar en el y si hubiera… y como el panorama inmediato es desolador y muy oscuro, me quedo con el ha valido la pena. Y vaya que ha valido porque aunque el dinero no fluya, el trabajo no llegue y el sentirte siempre siempre siempre extraña, tiene su razón de ser y sólo te queda adaptarte, seguir luchando, disfrutar y ser feliz y pues de eso se trata la vida, ¿que no?

Las cosas cosas que amas, que quieres y que necesitas caben en una maleta junto con tus recuerdos y tu gente, porque aquellos que verdaderamente te aman, jamás, jamás te abandonan por muy lejos que estés.


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