El hombre que regalaba preguntas

Vino cargado de preguntas para todos. Preguntas que encendían en nuestros corazones la semilla de la curiosidad. Cuestiones nos llevaban hacia la búsqueda de respuestas, aunque para ello tuvíeramos que enfrentarnos a aquellas creencias que durante toda nuestra vida nos habían impedido encontrarlas. Interrogantes que nos invitaban a explorar el mundo de nuestro alrededor y el mundo que existe dentro de nosotros mismos.

A partir de entonces todo comenzó a cambiar. Empezamos a crear, a innovar, a construir, y a hacer cosas para mejorar nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestra comunidad.

Sus preguntas nos dieron alas para viajar en el tiempo, nos ayudaron a entender mejor nuestro pasado, a conectar con lo mejor de nosotros, con aquello que nos da la vida y que nos permite crecer y ser mejores. También nos ayudaron a soñar, a pensar en mejores futuros y a construir escenarios llenos de posibilidades para que nuestras vidas fueran más plenas y merecieran la pena de ser vividas.

Conectamos con nuestro poder. Encontramos en nuestro interior una gran energía que utilizamos para cambiar y para hacer cosas que nos acercaran al mundo que soñamos, pues desde la pregunta encontramos aquellos caminos que convierten al sueño en una realidad.

Cuando se marchó descubrimos que nos habíamos convertido en mejores personas. Habíamos aprendido a conectar con lo mejor de nosotros. Comprendimos el valor de nuestras vidas. Nos hicimos conscientes de que hay una parte de nosotros que las mantiene y que las alimenta. Aunque para ello tengamos que cambiar, adaptarnos, crecer y evolucionar en las direcciones que nos señalan nuestras respuestas.

Aquellas respuestas que surgieron porque un día nos hicimos las preguntas adecuadas.

Para los coaches, para los chamanes, para todos aquellos que nos acompañan a conectar con lo mejor de nosotros mismos