Revista Cultura y Ocio

El hombre que se enamoró de la luna

Publicado el 03 enero 2010 por Hesterprynne
El hombre que se enamoró de la luna

Aparentemente puede no parecer algo peligroso o atrevido, pero lo es. Cuando las palabras que uno cree verdaderas sobre sí mismo finalmente se escriben, consiguen un poder que ya no controla exclusivamente el escritor. Estas palabras dejan ver a todo el que las lee el corazón desnudo del escritor, se convierten en entidades separadas, un documento inacabado sobre quién las escribe. (Tom Spanbauer)

En el club de lectura, este mes hemos leído El hombre que se enamoró de la luna (The Man Who Fell In Love With the Moon), psicodélica novela escrita por Tom Spanbauer, autor estadounidense y uno de los máximos exponentes de lo que se ha venido a llamar escritura peligrosa, técnica literaria basada en la filosofía minimalista de Gordon Lish que consiste en escribir acerca de los temas que más miedo o vergüenza dan al escritor con el fin de explorarlos y expresarlos de la forma más sincera posible. Muchas de las obras que emplean la escritura peligrosa están en primera persona y versan sobre tabúes culturales como, por ejemplo en El hombre que se enamoró de la luna, el incesto, el sexo brutal, el racismo, la religión o la violencia. Tal vez os suene Chuck Palahniuk, pues hoy en día es uno de los escritores más famosos que emplean la técnica de la escritura peligrosa.

Volviendo a la novela de Spanbauer que hemos leído para el club de lectura, narra la historia de Cobertizo, un viejo travesti alcohólico que rememora su vida. Cobertizo se cría en un burdel donde va conociendo a los personajes más variopintos. Decidido a encontrar sus orígenes, inicia un viaje espiritual, físico y sexual que le llevará por los caminos más oscuros de la violencia y del deseo. No quiero contar mucho más por varios motivos: primero, porque es una novela bastante difícil de resumir y segundo, porque es de estos textos que, si no los experimentas por ti misma, es que ni te los crees.

Podría decirse que El hombre que se enamoró de la luna es una vuelta de tuerca al realismo mágico, algo así como si Orgullo y prejuicio de Jane Austen de repente se llenase de zombies… Un momento, pero si ha ocurrido… ¿No me creéis? Haced clic aquí (por cierto, que esta deconstrucción austeniana sale justo hoy a la venta en España en la editorial Umbriel, que ya nos regala el primer capítulo a modo de degustación).

El hombre que se enamoró de la luna es un texto que a veces resulta largo y difícil de entender, pero que en otros momentos fascina y enamora. Se comentó en la velada del club (vale, lo comentó mi bruja, ¡es que es tan lista, mi niña!) que llegaba a ser hasta lorquiano.

Una puede leer entre líneas la preocupación central del autor, que es el lenguaje. Cobertizo siempre está a vueltas con las palabras. Las deletrea, las define, las acaricia, las reinventa, las inventa, las hace suyas, las traduce, hace el amor con ellas.

Por otra parte, podría decirse que es un libro escrito a destiempo, en el sentido de que se publicó a principios de los noventa, cuando tanto preocupaba el SIDA, la violencia, las violaciones, la pedofilia o la prostitución. Si hubiera salido en los sesenta, podría entenderse como el producto lógico de una época.

No obstante, del libro se pueden extraer muchos mensajes positivos, como el de la familia como un ente basado en el amor y no en la biología.

Si hay alguna forma de definir la novela de Spanbauer, yo utilizaría la palabra queer. La teoría queer cuestiona el discurso heteronormativo que dicta que la heterosexualidad es lo natural y que el mundo está formado por parejas de opuestos, una positiva y otra, por tanto, negativa (hetero/homo, blanco/negro, hombre/mujer, sano/enfermo…). En El hombre que se enamoró de la luna lo natural es la sexualidad, da igual de que tipo, pero es tan necesaria como respirar. No hay parejas de opuestos sino que hay más de dos géneros y más de dos formas de mirar las cosas. Lo binario, en la vida de Cobertizo, es inexistente. Los personajes de este libro se salen, pues, de todo heterocentrismo y se convierten en eso que la filósofa Beatriz Preciado denomina cuerpos parlantes

El hombre que se enamoró de la luna da mucho juego, mucho que hablar, tiene en sus paginas mucho que amar y mucho que odiar, es, en fin, una obra que no deja indiferente. A Spanbauer se le podría aplicar esa bella frase que la escritora canadiense Nicole Brossard dijo sobre las lesbianas, que “una lesbiana que no reinventa la palabra es una lesbiana en proceso de desaparecer”.

Desde luego, nadie puede acusar a Tom Spanbauer de no haber reinventado la palabra.


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