Revista Cultura y Ocio

El hundimiento del Bismarck: La gesta de un gigante

Por Joaquintoledo

Escrito porJoaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.

Otto von Bismarck. Su sólo nombre representaba un orgullo para cualquier alemán de inicios del siglo XX y más aún, con posterioridad a la hecatombe en la que cayó el país luego de la primera guerra mundial.

Al ascender Adolf Hitler al poder en Alemania en 1933, toda una ola nacionalista se expandió por aquellas tierra, el pangermanismo estaba en su máximo apogeo, y como era de esperarse, se empezaron a exaltar los nombres de grandes hombres del pasado que marcaron de gloria Alemania. Bismarck, el canciller de hierro, no podía ser la excepción. Además, estaba claro, que para Hitler, hacían falta políticos de esa índole en su empobrecida y humillada patria. El führer dio inicio así a una política de reconstrucción nacional, que, por supuesto, incluía un rearme. El último año de paz en Europa fue la primera mitad de 1939, período en el cual fue botado el acorazado Bismarck, ante una muchedumbre llena de júbilo y una sonrisa de Hitler que no podía ocultar en su rostro.

La batalla del Atlántico

Botado el 14 de febrero de 1939, el Bismarck no entró en servicio sino hasta 1941. La guerra mundial se inició en septiembre de 1939, luego de que Alemania invadiese Polonia, poco tiempo después  vendría la declaración de guerra de Francia e Inglaterra, la invasión del primer país y el inicio de una batalla contra la isla de la rubia Albión que determinaría si el conflicto acababa en 1940 o no. Muchos pensaron así, pero Gran Bretaña no se doblegó y decidió enfrentar a la amenaza nazi totalmente sola si era necesario. Así se daba inicio a una guerra entre Inglaterra y Alemania que duraría algo así como un año y medio, hasta que las principales potencias ingresen en el conflicto y este se torne de carácter mundial. Quizá el escenario más conocido es el de la batalla de Inglaterra que se libró en los cielos y  por la que los  nazis experimentaron su primer descalabro. Pero no sería el único lugar pues en  el mar, la marina inglesa también tendría bastante trabajo contra una muy inferior, aunque valiente, Kriegsmarine alemana. El Bismarck por supuesto, estaba incluído…pero, ¿por qué era tan importante este acorazado? Examinemos un poco acerca del currículo de este barco y su increíble y efímera aventura que lo inmortalizaron.

Una aventura gloriosa

El  Tratado Naval Anglo alemán o AGNA, que permitió a la Alemania Nazi construir una flota naval al 40% de la Gran Bretaña (que por cierto violaba el Tratado de Versalles)  hizo que los proyectos nazis que estaban aún en planos, dieran inicio. Los acorazados de clase Bismarck fueron diseñados a partir de diciembre de 1935. Iniciada la guerra el Bismarck de unas 50900 toneladas no podía quedar exento de todo esto. Se preparó a la tripulación y todos los detalles del buque, pues a decir verdad en los primeros meses del conflicto, los acorazados de bolsillo no la estaban pasando nada bien, y era necesario que los grandes como el Bismarck y su gemelo Tirpitz entraran en acción cuanto antes.

En los ensayos los marinos alemanes detectaron el talón de Aquiles del barco, pues cuando se dejaba el timón en línea de crujía, dominar las hélices era realmente complicado, no obstante, nadie solucionó el asunto del timón cuando este quedaba fuera…ya más adelante se verá la fatalidad que esto representó para el acorazado. Para abril de 1941 el barco estaba en condiciones de ir a la batalla, con una potente artillería contra barcos, en cuanto a la antiaérea era bastante respetable y se creía que el acorazado podría rechazar a los aviones suficientes para ponerse a salvo…siempre y cuando no vuelen bajo. Era el 21 de mayo, cuando los ingleses detectan por los reconocimientos aéreos al Bismarck y el Prinz Eugen  e inmediatamente se da la orden de vigilar todo el Atlántico a pesar del mal tiempo y hallar todas sus posibles rutas. Los cruceros  Suffol y Norfolk hacia las veinte horas del 23 de mayo luego de una exhaustiva búsqueda por el estrecho de Dinamarca que separa Islandia de Groenlandia, finalmente, dan con la formación alemana. El vicealmirante Lancelot Holland zarpa con el HMS Hood y el HMS Prince of Wales, además de otros cruceros y un portaviones. Pronto estallaría la primera batalla para el popular acorazado.

Los barcos ingleses parten a toda velocidad para no perder de vista a los alemanes, recién a las 5:30 horas del 24 de mayo el vicealmirante Holland divisa a los germanos; había buen clima, la situación era propicia para la batalla. Al acercase los ingleses lo alemanes apuntan directamente hacia ellos, sin disparar. Hasta que a las 5:49 se ordena al Hood y al Prince of Wales abrir fuego a unos 24 km, quienes atacaron al Prinz Eugen y al Bismarck respectivamente. Recién a las 5:52, el Prince of Wales dispara. Lindermann algo inconforme con que los alemanes se mantengan a la espera ordena abrir fuego a ambas naves, se realiza un intercambio de proyectiles que no impactan en ningún bando de barcos.

El Bismarck es tocado en su proa minutos después, deja daños pequeños, continúa el cañoneo, mientras el Suffolk y el Norfolk iban rápidamente a la zona de combate para derrotar a los germanos. Poco después el Bismarck recibe su segundo impacto, sin bajas, que destruye un compartimiento de generadores. El Prinz Eugen dispara e impacta contra la popa del Hood, este último cambia de blanco hacia el Bismarck, el que  respondes, a las 6 horas, disparando y logrando impactar contra el Hood fue fatal pues pronto una atronadora explosión deforma el barco, partiéndose en dos, hubo pocos sobrevivientes. Los del Prince of Wales, por supuesto, quedaron paralizados al ver semejante escena, un minutos después cuando el buque dañado casi se había hundido el Bismarck recibe el impacto de un proyectil del Prince of Wales, ahora los alemanes podrían concentrarse sólo en este. Y en realidad fue terriblemente dañado por el Bismarck,  El Prince of Wales se retira con una tripulación humillada, los alemanes, hidalgamente y respetando los principios de la marina  lo dejan huir pues ya no representaba un peligro. El combate duró casi 24 minutos. El Bismarck había sido dañado en tres ocasiones y dejó un rastro aceitoso en el agua que le permitiría ser rastreado.

Objetivo: hundir al Bismack

Prácticamente toda la flota británica se puso en alerta y se sintió humillada; Churchill ordena que es indispensable la persecución y la destrucción del acorazado alemán. La lista de perseguidores es la siguiente el   “HMS Ramillies” y el  “HMS Rodney”. La Fuerza “H”: compuesta por el crucero de batalla “HMS Renown”, portaaviones “HMS Ark Royal” y el crucero “HMS Sheffield”, los cuales zarparon de  Gibraltar al mando del almirante Sommerville para completar el cerco por el sur. Durante cierto tiempo el “HMS Norfolk” y el “HMS Suffolk también participaron.

El Bismarck se dirigía a la costa francesa a toda prisa, a sabiendas que era un objetivo fijo, mientras los ingleses lo buscaban por el norte, parecía que el buque alemán podía aún salvarse. Sin embargo,  hubo una esperanza para los británicos, pues el hidroavión Catalina reconoció al acorazado, y tras el ataque de este del cual salió airoso el aeroplano revela a los anglosajones la nueva ubicación del buque germano. Entonces,  se hacen despegar aviones torpederos, los Fairey Swordfish. Era el 26 de mayo a las 15:40 y luego de atacar a un barco ingles por error, estos aviones  ubican al Bismarck recién cuatro horas después. Deciden, entonces, disparar los torpedos pues los aeroplanos volaban bajo y no le permitían a la artillería antiaérea acertarles, en gran parte se debió al hecho de que se trataba de aviones muy antiguos y esto les permitía una menor velocidad. Un primer torpedo impacta al Bismarck y causa daños regulares haciendo un brusco viraje.  Los ingleses no cedieron ni un minuto, otros tres nuevos aeroplanos lanzan su ataque y de tres torpedos, el último impacta contra el buque después de que el acorazado haya evitado los dos primeros a duras penas. El Bismarck recibió un impacto fatal, hizo levantarse al buque y se abrió un agujero en la popa, cerca de la hélice. Además,  hizo que se trabara el timón derecho en posición de giro haciéndolo golpear contra la hélice central. Los ingleses no tuvieron bajas.

Prácticamente el Bismarck no podía dirigirse asímismo, sólo viraba en redondo. Los buzos intentaron repararlo pero no fue posible. El barco estaba condenado. Era ya 27 de mayo de 1941 al amanecer. El Bismarck daba giros a baja velocidad y toda la tripulación tenia la moral baja. Solo faltaba el golpe final. El King George V y el Renown británicos avanzaban a condenar al barco alemán, lo mismo hacían todas las embarcaciones inglesas, a sabiendas de que estaban al límite del combustible. El Bismarck inicia la acción antes de que lo ataquen, pero no tiene éxito, ya estaba imposibilitado en su ataque, los británicos en cambio no tuvieron piedad y descargan todo el plomo contra el Bismarck,  mientras el buque alemán no acierta ningún tiro. La tortura duró 100 minutos aprox., pero el barco a pesar de ser ya una lata reventada por todas partes, no se hundía por su coraza horizontal, la mortandad también se incrementó y en el barco había charcos de sangre. El Bismarck ya no disparaba, los británicos, acribillaron a los marinos que intentaban escapar, a todas luces un crimen de guerra. Se da la orden de abandonar el buque, se abren las válvulas y se ponen cargas explosivas. El barco se empezó a hundir poco a poco, se sumerge y se levanta la proa, da unos cañonazos finales y Lindemmann, el capitán del acorazado, quien había sobrevivido a lo peor, se queda a morir con su buque.  Perecieron 1900 marinos con el buque, en las aguas quedaron alrededor de 900 de los que solo se pudo rescatar 110, que se hallaban en el agua, otros 800 perecieron de frío pues hubo una alerta de submarino alemán por el que  los barcos ingleses optan por retirarse, alarma que por cierto era falsa. Un submarino alemán y otras embarcaciones llegaron a rescatar a algunos hombres más pero la gran mayoría murió congelado. Así sucumbió aquel gran acorazado sobre el cual se vanagloriaba Hitler poniendo fin a una de  las grandes batallas del Atlántico.


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